Joaquín Ortega Arenas,
El Gobierno del Distrito Federal está empecinado en crear
conflictos por nada y por todo. Prohibió la circulación de
automóviles “viejos” por que contribuyen a la contaminación
y, nada mas inexacto que esa afirmación Ningún automóvil, vaya, ni
un Ford “T” de 1915, contamina cuando está bien afinado. Es más,
cada año obliga el mismo gobierno a los propietarios de automóviles
a “verificar” que no “contaminan”.
En cambo es público y notorio que TODOS, ABSOLUTAMENTE
TODOS LOS VEHÍCULOS PROPIEDAD DEL GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL, CIRCULAN COMO
“CHACUACOS” (CHIMENEAS DE INGENIO AZUCARERO) LANZANDO ALEGREMENTE A LA ATMÓSFERA UNA NEGRA COLUMNA DE HUMO, colectores de basura, transportes de
personal, de materiales, ¡todos! Y las autoridades, ¡no lo han
notado!, pero eso sí han detenido e impuesto elevadas multas a
vehículos propiedad de honrados trabajadores cuyo único delito es no
poder adquirir un vehículo nuevo sin que importe que se haya pagado por dos
veces cada año la “verificación”.
No es ni lógico ni legal, y alguien me
comentó,….
“… Aquí hay mar de fondo, seguramente,
por la crisis la venta de automóviles nuevos, que ha bajado mucho, acudieron los vendedores ante el Gobierno del
Distrito Federal que así ha atendido a sus quejas…”
¡Claro! la Tesorería del Distrito Federal, ha mejorado
su estado financiero y de paso le echa una manita al gobierno federal que de por si nos asfixia con el precio de la gasolina.
Yo pregunto: ¿Y los pobretes como yo, que me es indispensable el vehículo por razón de mi trabajo? ¿Qué vamos a hacer?...caminar y caminar con lo que tengamos que cargar, hasta que quede prohibido gastar las
nuevas banquetas, que como sucede cada tres años, son substituidas por otras
que estaban casi nuevas…por los flamantes “Delegados” del Gobierno
del Distrito Federal…. ¿Otro negocio de alguien?
Paralelamente a esta sabia medida, el
Gobierno del Distrito Federal dictó una ley para la protección de los animales
que ha dejado en la calle a cirqueros y todo tipo de personas que se
dedican a la educación de animales, especialmente perros y caballos.
Desde luego, quedan intocados los
verdaderos especialistas en tortura de animales, como son el Ejército Nacional
y la Policía Montada del Distrito Federal. Estas benéficas Instituciones
preparan a los caballos para que los maten, pero…indudablemente es mejor
prepararlos para ese fin, que prepararlos para ayudar o divertir a la gente en
los circos, o en el caso del perro, para defensa personal, compañía
(el mejor amigo del hombre, indudablemente es el perro, pero el
perro “educado” no el perro salvaje), sólo que hoy está penado educar a los
perros y a los caballos, PORQUE IMPLICA SUFRIMIENTO PARA ELLOS.
Que van a hacer los labradores carentes
de recursos que emplean bovinos para trabajar la tierra y siendo una labor
sumamente difícil, para que los bovinos caminen los instigan con largas varas,
es decir, los atormentan para hacerlos trabajar y, lo que es peor, los matamos
porque su carne endurece con la edad, sin permitirles su ciclo normal de vida.
Con los cerdos, es peor; la vida de un
cerdo, es de un promedio de ocho años, y los matamos cuando pesan cien kilos,
normalmente en diez meses a un año. El Estado de Guanajuato es uno de los
mayores productores de cerdos, y los traen a la Ciudad de México hacinados en
grandes camiones, en forma tan, pero tan adecuada, que en el trayecto de 300
kilómetros, pierden hasta 10 kilos de peso, pero ….indudablemente no
sufren,…¡ni siquiera se quejan!
La paciente oveja, biológicamente tiene
una vida de 18 a veinte años, y nunca los dejamos pasar de cinco a seis años,
porque su dentición se degenera y perjudica su digestión normal y su
rendimiento de lana y carne… entonces, sin piedad alguna los hacemos
barbacoa.
Otro tanto acontece con los bovinos,
que pueden vivir hasta veinte años de edad o más, pero por lo general la
longevidad de estos animales se ve reducida de manera artificial por el hombre,
habitualmente por razones relacionadas con su explotación. Para estos
nobles animales tampoco hay piedad de ninguna especie… y a nadie le importa.
Los explotamos, los hacemos sufrir y luego, nos los comemos y ni se quejan.
Con las gallinas la situación, aunque
parezca mentira, es peor. Los traen al gran mercado, hacinados en jaulas de
medio metro por lado, en la que acomodan, CUATRO y, a veces, hasta cinco
gallinas. Hay que visitar alguna granja avícola y ver las largas filas de
jaulas de veinte por treinta centímetros en las que acomodan a las gallinas,
que ni siquiera pueden estar de pie, echadas toda su vida comiendo y poniendo.
Es verdaderamente humanitario ese sistema. Las gallinas no se quejan y los
granjeros, tampoco.
Hay sin embargo una compensación para
los sufridos habitantes de la Ciudad de México. El gobierno nos ha
dotado de un bache a cada uno, sin distingos de edades o sexo. Todos,
absolutamente todos, somos propietarios de un bache que podemos usar libremente
y, con la temporada de lluvias, aumentan día con día… tal vez pronto
alcancemos DOS.
¡ALELUYA! ¡ALELUYA!
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