1/06/2010

EL CUARTO PODER II.

Joaquin Ortega Arenas. Como señalamos en la colaboración anterior, durante el sexenio delirante de 1934-1940, al parcelarse comunidades y ejidos, se dio fin a la Reforma Agraria y casi a todas las comunidades y etnias que de milagro habían subsistido a toda clase embates, convirtiendo verdaderas unidades económicas en cientos de “parcelas” de cuando más una hectárea. Los nuevos “propietarios de la tierra”, por falta de preparación y medios para hacer productiva su pequeña propiedad, cuya superficie oscilaba entre media hectárea y una hectárea, emigraron a las grandes ciudades a formar cinturones de miseria y en unos cuantos años la Ciudad de México se fue convirtiendo en una de las más populosas del Mundo. Los campos abandonados y sin cultivo han dado lugar a la emigración de campesinos que, a riesgo de sus vidas, van hacia el norte, en donde hoy viven. Imposible determinar una cifra exacta por lo clandestino de la migración, pero se señala tentativamente que pasan de quince millones que, además, envían a sus familias anualmente muchos, pero muchos millones de dólares. Propietario indiscutible, como lo es en México el estado, de todos los “caminos” necesarios para el buen funcionamiento de la ya extinguida libertad de prensa establecida como garantía individual en el artículo 6 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que en el texto del mencionado precepto establece: “...Artículo 6.- La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado... han desaparecido, al reservarse el mismo Estado la garantía del derecho a la información. De hecho y de derecho, se ha reservado el control de todos los medios de información existentes, los que requieren de “permisos”, “licencias” y “concesiones” para su debido uso y goce. No se permite la circulación de un periódico o revista sin previa censura de la Secretaría de Gobernación. No se permite la instalación de una radio emisora o una estación de televisión sin que el propio gobierno previamente la autorice. Como es lógico suponerlo, el otorgamiento de permisos o concesiones requiere de un largo procedimiento que, en caso de no parecer satisfactorio, o parecer peligroso, puede durar varios años y resolverse en contra del peticionario. Al amparo de ese invisible “tamiz” se han otorgado todos y cada uno de los permisos y concesiones hoy en explotación, exclusivamente a personas que dependan directamente de la Administración Pública o hayan sido solicitadas por funcionarios o personas directamente conectadas con el propio gobierno, lo que deriva en un control total de toda clase de información. Esa hoy inveterada costumbre iniciada en el sexenio delirante 1934-1940, ha traído como forzosa consecuencia convertir lo que debiera ser una información libre, como la pretendió garantizar el constituyente al incluir el artículo 6 en la Carta Magna, en un nudo de desinformación o información deformada. La minimización de las superficies agrícolas aprovechables colectivamente a simples parcelas que un solo “parcelario beneficiado” no podía cultivar en forma económicamente redituable, tuvo de inmediato resultados desastrosos. Los campesinos “beneficiados” se vieron en la necesidad de emigrar a las grandes ciudades en busca de medios de subsistencia que la pequeñísima parcela incultivable, sin crédito ni medios mecánicos modernos para el cultivo, le estaba negando. Los cinturones de miseria que rodearon a las Ciudades de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla y otras más, se convirtieron en problemas gravísimos por la carencia de servicios, la inseguridad que la miseria siempre trae consigo y otros muchos mas imposibles de resolver. Las elecciones presidenciales agravaron la situación, y... vino el milagro…. A nuestros estimados lectores: Como ustedes saben, quien esto escribe ha publicado casi una docena de libros cuya temática, punto de vista y mensaje no son materia común en nuestro medio editorial, lo que he impedido su amplia circulación y conocimiento. Si alguno de ustedes sabe o conoce algún distribuidor de libros no convencionales, tanto en nuestro país como en el extrajero, le solicito atentamente lo comunique a este Blog.

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