Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
La desigual contienda con militares alemanes e italianos, armas sofisticadas puestas a prueba y soldados marroquíes , se inclinó a favor de los insurgentes, de los que en forma extraña murieron en accidentes aéreos dos de los iniciadores, el general Sanjurjo y el General Mola, por lo que el poder de las armas quedó tan solo en manos del General Francisco Franco, gallego originario de El Ferrol, que permitió que la injerencia de alemanes e italianos ayudara a la destrucción física de España. El pueblo español, en masa se dio a la tarea de combatir a la invasión fascista, casi sin armas ni técnica de ninguna especie con brigadas populares, a las que se sumaron voluntarios llegados a contribuir con sus vidas a la defensa de la legalidad, suizos, polacos, ingleses, franceses , mexicanos etc. La lucha, era desigual, técnica y armas de último modelo, en contra de heroísmo, voluntad y valor del pueblo español que trataban de impedir la llegada a España del Fascismo. La aviación italiana casi destruyó Tarragona. La aviación alemana destruyó en un acto de barbarie increíble, Guernica, el lugar en que desde el Siglo XIV, los señores vascos juraban respetar las libertades de ese pueblo, juramento que después verificaban los Reyes de España. Pablo Picasso plasmó en un cuadro terriblemente desgarrador ese hecho. Como era de esperarse, la balanza se inclinó a favor de los enemigos de la libertad y a favor de los partidarios del poder castrense y eclesiástico que desde el 1 de julio de 1937 había sido declarado por las altas autoridades de la Iglesia Española. La destrucción de España fue cada día más acelerada. Se perseguía a la cultura, al arte, al trabajo cotidiano. Todo aquel que se manifestaba en favor de las libertades civiles, era enemigo y debía ser destruido, asesinado. A principios de noviembre de 1936, la lucha llegó a Madrid, La Ciudad defendida por estudiantes universitarios, milicias populares, obreras y unos cuantos militares leales a la República , resistió durante casi tres años. Uno a uno fueron siendo derrotados los ejércitos populares . El gobierno republicano, en un esfuerzo por aliviar la situación de Madrid, emprendió una campaña totalmente desigual en el Ebro, el Segundo Rio más importante de España que atraviesa una gran depresión desde los Picos de Europa en la Costa Cantábrica, y corre hasta su desembocadura en el Mar Mediterráneo. La batalla del Ebro, ha sido considerada por la historia como la estéril lucha del hombre contra la máquina. Milicias Populares al mando de los Tenientes Coroneles Juan Modesto, Etelvin Vega y Manuel Tagüeña, entre el 25 de julio y el 16 de noviembre de 1939, mantuvieron heroicamente el intento que, como tenía que ser, terminó en el fracaso y aniquilamiento total del Ejército del Ebro. La pérdida de Madrid fue el 1 de abril de 1939, los restos de la Ciudad Universitaria, vieron caer la leyenda escrita en sus muros. ¡No pasarán! Interminables filas de españoles despojados de sus bienes y de sus tierras caminaban entre bombas alemanas hacia Perpignan ,Francia, en el Oriente , Irún y San Marcial al poniente, que aun guardan el recuerdo de miles de refugiados asesinados inmisericordemente por valientes pilotos alemanes que desde el aire los cazaban como animales salvajes. España entera en manos del fascismo, se vistió de luto. Hombres y mujeres sometidos a una nueva dictadura vestían de negro, con la cabeza baja y la mirada perdida. Toda su intelectualidad expatriada, sus poetas, filósofos, maestros , artistas plásticos etc., rodando por el mundo, mientras las paredes y la moneda ostentaban por todas partes la imagen del Generalísimo Francisco Franco y la leyenda “Por la gracia de Dios, caudillo de España”
Desde México, nuestro trovador eterno, Agustín Lara componía también su lamento en “Pobre España”, y decía:
Pobre España, rinconcito ensangrentado,
Todititooos, tus altares han quemado.
Pobre Patria, ¡Mira como te han dejaoo!
Como tenía que suceder, algún día terminó la dictadura y España se levantará lentamente hacia una nueva grandeza, pero las aguas del Manzanares reflejan todavía aquel heroico ¡no pasarán! y el Río Ebro repite en su constante fluir . ¡Ay Carmela, ay Carmela!
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