Joaquín Ortega Arenas.
El 17 de julio de 1928, fue asesinado Álvaro
Obregón Salido, decimoséptimo hijo de Francisco Obregón, agricultor y Cenobia
Salido. La señora Salido fue decimoséptima hija del multimillonario José María
Salido, propietario de más de la tercera parte de lo que es el Estado de
Sonora, en especial las cuencas de los ríos Yaki y Mayo. Álvaro ingresó a la revolución maderista y al concluir ésta,
fue electo Presidente Municipal de Huatabampo.
Llamado nuevamente por las armas,
combatió en contra del Gobierno de Victoriano Huerta, y fungió fugazmente como
Gobernador del Distrito Federal en el mes de agosto de 1914; fue
Secretario de Guerra y Marina en el
gabinete de Venustiano Carranza del 13 de mayo de 1916 al 1 de mayo de 1917; se
levantó en armas conjuntamente con Plutarco Elías Calles con el Plan de Agua Prieta” , triunfante con
la muerte de Venustiano Carranza; tras
un breve y sustancioso interinato de Adolfo de la Huerta , se `postuló como
candidato para la
Presidencia de la República
y el 1 de junio de 1919, envió un
manifiesto a la Nación
en el que señaló:
"…Muchos de los hombres de más alto
relieve dentro del orden militar y del orden civil han desvirtuado
completamente las tendencias del movimiento revolucionario, dedicando todas sus
actividades a improvisar fortunas, alquilando plumas que los absuelvan
falsamente en nombre de la opinión pública…".
Fue electo presidente para el cuadrienio 1920-1924,
y concluido el cual se retiró a su
rancho de Siquisiva con la intención de dejar la política para siempre.
Plutarco Elías Calles modificó la Constitución para
permitir la reelección de Obregón, que en compañía de los generales Francisco
Serrano y Arnulfo R. Gómez emprendió su nueva campaña, durante la cual fueron asesinados sus dos
contrincantes. Sin enemigo alguno, el 1 de julio de 1928 triunfó. Los diputados electos por el Estado de
Guanajuato organizaron una comida en su honor para el día 17 de julio en el
restaurante “La Bombilla ”
a la que asistió, no obstante que se respiraba una atmósfera peligrosa para su
presencia en México. Al banquete
asistieron 47 personas entre invitados, músicos de la orquesta del Maestro
Alfonso Esparza Oteo y 10 meseros
proporcionados por la CROM.
Todos los asistentes, excepción de los
diputados electos y altos funcionaros, fueron cuidadosamente revisados sin que
siquiera a los músicos, vestidos a la usanza “charra” se les permitiera entrar
con las armas características del traje “Charro”.
El Maestro Alfonso Esparza Oteo, entrevistado
años después por el que esto escribe señaló que, extrañamente, las mesas del
restaurante “…habían sido cambiadas por otras más anchas a las que se pudieron
largos manteles casi hasta el suelo…”
A punto de concluir el festejo, relataba el
Maestro Esparza Oteo, el ayudante del general Obregón se acercó para decirle “el
señor General quiere que le toque “El Limoncito”…”, a lo que accedió de
inmediato suspendiendo la ejecución de “Morir por tu amor”, del Maestro
Belisario de Jesús García, que se desempeñaba como violinista de su orquesta
que, molesto por la interrupción se
incorporó y fue por la caja de su violín con la evidente intención de abandonar
el lugar, y….”…se desató una balacera tremenda…” ---¿Cómo maestro, si se dice que el asesino
disparó sólo cuatro balazos de una
pistola calibre 0.32---? ---Mire amigo, me contest: Yo estuve en la Revolución y por eso
identifico lo que son tres o cuatro tiros y lo que es una balacera de armas de
varios calibres…”. Como dato
curioso, el maestro Belisario salió
corriendo del lugar con la caja de su violín,…vacía. El violín, nunca apareció.
Otros de los testigos presenciales, el Lic. Ramón V. Santoyo, el General Topete, y un señor Uribe, que
guardaba una de sus botas que en el tacón tenía incrustada una bala O.45 de
“aquella balacera”, me relataron casi lo
mismo. Al preguntar al Lic. Aarón Sáenz, que estaba sentado al lado de Obregón,
simplemente se levantó de la mesa en la que comíamos varios de sus amigos y el
suscrito, y salió del restaurante.
La crónica
”oficial”, señaló:
El asesino —que después se supo que se llamaba
José— había permanecido de pie cerca de la mesa de la derecha. Parecía arrobado
en su labor y ajeno a cuanto pasaba en su entorno suyo. Y algunos comensales
supieron que no escribía, sino dibujaba. Estaba haciendo caricaturas de ellas.
González caminó lentamente hacia la mesa de
honor. Y al llegar al extremo izquierdo, cerca de la cual se hallaba el
diputado Ricardo Topete, que conversaba con don Enrique Fernández Martínez, se
le acercó, diciéndole que había tomado dos caricaturas del General Obregón y
una del licenciado Sáenz.
—A ver que le parecen a usted, señor Topete —le
dijo— después hace su caricatura.
—Está bien— respondió con indiferencia el
diputado Topete.
—Voy a enseñárselas al General Obregón —dijo
González— A ver que dice.
Y el asesino dio un paso, detrás de la gran pieza
floral, debajo de la cual pasó, hasta llegar detrás del General Obregón accedió
complaciente a verlas, y se volvió hacia su derecha, entregándose confiado a la
contemplación de los dibujos.
Los relojes marcaban las 14:20 horas. Esto fue el
momento que traidoramente aprovechó el asesino, contando con que todos
charlaban distraídos y que nadie vigilaba sus actos. Dio un paso a su
izquierda, quedando detrás el licenciado Aarón Sáenz y violentamente sacó una
pistola automática “Star”, calibre 35. Y estando de pie, disparó casi a
quemarropa sobre el General Obregón que seguía sentado y le presentaba la
espalda confiadamente.
Fueron cinco, seis disparos consecutivos —el
número de ellos no pudo preciarse—, que sembraron estupor entre cuantos nos
hallábamos en aquel lugar.
El General Obregón no tuvo tiempo de hacer ningún
movimiento para su defensa. La agresión fue inesperada. El asesino le hizo
fuego por la espalda y de arriba abajo. Todos los balazos hicieron blanco. El
General Obregón cayó sobre la mesa, primero; después se desplomó hacia su
costado izquierdo y cayó al suelo.
Se cree que murió instantáneamente. Que cuando se
desplomó ya estaba sin vida.
A nadie se le ocurrió preguntarse y averiguar, ¿Qué hacía ese dibujante en la comida?
¿Cómo pudo pasar un arma que ni siquiera a los músicos se les permitió? Lo
detuvieron lo juzgaron y lo fusilaron. Asunto concluido, pero…
A nadie se le ocurrió leer la fe de
cadáver extendida por el Doctor José Torres Torija, director del Servicio
Médico Forense, ni oír su versión.
Nos relató en los patios de la Escuela
Nacional de Jurisprudencia, años después, que el día de los hechos, llegaba a su
domicilio a comer, y fue detenido por un grupo de militares que ya lo
esperaban. Lo condujeron a una casona en la Avenida Jalisco
frente a la cual esperaron casi dos horas…a que llegara el cadáver del general
Obregón para que él expidiera el forzoso
“Certificado de Defunción” para llevarlo a Huatabampo. No le permitieron más
que un rápido examen visual en que asentó,”….tener a la vista el cadáver de un hombre
como de 48 años que presenta ocho impactos de bala en el pecho…”, certificado que tuve ocasión de ver en dos
ocasiones en el expediente que se guarda, o se guardaba al menos en el Archivo
Judicial del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, la primera en
compañía de mi tío Fernando Ortega, a quién se lo enseñaron por haber sido
defensor de Concepción Acevedo de la
Llata (la Madre Conchita ) y
la otra en presencia del Maestro Rafael Solana, que lo obtuvo por ser
Secretario Particular de Don Jaime Torres Bodet.
En el camino hacia Huatabampo, el cadáver se iba
descomponiendo y hubo necesidad de hacer autopsia y embalsamarlo en
Culiacán, operación que ejecutó la Dirección de Servicios
Coordinados de Salubridad en el Estado.
El resultado fue tremendo. El general recibió más de 19 balazos de
diversos calibres. Certificó; Director, Dr. Alejandro Cerisola, y envió copia del mismo a su viejo amigo,
Fernando Ortega. Durante el juicio a
Toral, el Representante común de la
Defensa , Demetrio Sodi, pretendió en vano leerlo. Las dos
veces que lo intentó los asistentes a la galería del juzgado disparando balas
al aire lo impidieron, por lo que el Juez
determinó que “…se agregara a los autos para los efectos
legales correspondientes…”.
El diligente juez fue premiado con un nombramiento de
Ministro de la Suprema Corte
y los testigos que no vieron nada irregular, con diputaciones, senadurías,
gubernaturas, pingües negocios (Aarón Sáenz)
y puestos dentro del gabinete.
AMEN.
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