Joaquín Ortega Arenas.
En nuestro querido País,
todos, pero todos los mexicanos, o carecemos de memoria, o de plano
somos tontos de capirote.
Nuestra historia, que no miente,
nos presenta lo que ocurrió cada día y cada hora en este País que vive de
milagro sin que nada se haya convertido en experiencia. Al “tanteo”, como
señala nuestro pueblo, abrimos los textos que se refieren a la Guerra de
Reforma, y nos encontramos, con la
opinión del Papa Pío IX én apoyó a la invasión de México por los franceses en el
año de 1862. La iglesia católica estaba fuertemente disgustada con la aplicación
de las Leyes de Reforma en México. La encíclica del Vaticano Quanta cura, incluía el
Syllabus errorum que era un catálogo de infracciones a los
presuntos derechos de la Iglesia en que incurrían, en Europa y en América,
gobiernos de países antaño sometidos al dominio eclesiástico.
"Levantamos
nuestra voz pontificia con libertad apostólica en esta vuestra plena asamblea para
condenar, reprobar y declarar írritos y sin ningún valor los mencionados
decretos"
papa Pío IX respecto a
las Leyes de Reforma en México.
Seguimos
hurgando en las amarillentas páginas del libro en consulta, y topamos
con que, el día 5 de mayo de 1867 se cumplía un aniversario más de la
Batalla de Puebla. Los liberales celebraban por todo el país, en especial en la
sede del gobierno de la República en San Luis Potosí y entre las tropas de
Querétaro. El Presidente Benito Juárez habló desde el balcón principal ante una
multitud que se reunió frente al Palacio Nacional provisional. En su discurso
dijo:
"Pueblo de México, amados conciudadanos, el baño de
sangre por el que ha pasado la República no podrá ser olvidado jamás. La sangre
de vuestros hijos, la sangre de vuestros esposos, la sangre de vuestros padres,
no será derramada de manera inútil porque al afianzarse la República se afianza
la soberanía nacional". Y el concierto de todas las naciones admirará a
este pueblo, hoy y por los siglos hasta siempre jamás, recordad esto, no
podemos flaquear, tenemos que seguir adelante porque nuestra recompensa será la
gloria eterna y el respeto de todos los pueblos y naciones que sabrán que
México no es lugar donde venir a buscar aventura ni rostrar batalla para
someter a un pueblo a la esclavitud. En este momento os digo, ¡mexicanos!, la
libertad es una realidad, la libertad es un ejemplo para todas las naciones y
los pueblos y orgulloso estoy hoy de ser el presidente de los mexicanos por que
la nación realmente es hoy madura, hoy respetada, hoy temida, hoy bravía, hoy
fuerte, y esta lucha será el inicio, el comienzo de una grandeza que nunca
acabará."
No quiero, ni pienso emitir
opinión alguna en relación con los textos trascritos. Invito a mis lectores,
para que, desposeídos de cualquier partidarismo, y prejuicio, mediten si la patria en que vivimos hoy, se parece a la que vivió el “indio” Juárez,
la que lo hizo pronunciar el discurso en medio de esta nueva guerra que continuó
con los destrozos de la Invasión Americana.
Encontramos también en el mismo texto,
otro pasaje verdaderamente criminal en el que el patricio lanzó una tremenda
acusación, que reproducimos en seguida:
Sebastián Lerdo y Benito Juárez
veían que el ejército republicano tuviera todo para salir avante en su empresa.
En eso llegó al Palacio Nacional provisional de San Luis Potosí el gobernador
liberal de Guanajuato, León Guzmán. El Bajío era entonces la única región que
proveía con víveres al ejército republicano. El gobernador de Guanajuato se
entrevistó en reunión privada con Sebastián Lerdo y Benito Juárez. El
presidente lo saludó, lo abrazó y le dijo "sabemos
de las quejas sobre el mal uso del dinero..., dígame que pasa en
Guanajuato". El gobernador Guzmán les dijo: "Los rancheros de Guanajuato, algunas áreas de Querétaro y el
Norte de Michoacán se pusieron de acuerdo para subir los precios
exageradamente. No tenemos dinero para pagar." (En referencia a
los víveres para el ejército republicano).
Juárez dijo:
"No
puedo creer que los hacendados de la región piensen más en su beneficio
personal que en los inmensos sacrificios que la patria hace por darles orden y
paz; mándame una lista de todos los
rancheros y agricultores, por ahora no podemos ponerlos en nuestra contra, pero
luego los castigaremos. Este egoísmo no tiene límites".
Una vez que el gobernador
se fue Sebastián Lerdo le preguntó a Juárez que lucía muy triste: "¿En
qué piensa Don Benito?",
respondió: "En el egoísmo
humano Don Sebastián, a mi me ha costado dos hijos esta guerra, Toñito y
Pepito, pero hay quienes solamente piensan en bienes materiales. ¡Vea estos
precios! ¡Hasta 4 veces más caro está el cuarterón de maíz! y créame no sé si
por ser indio o por qué, pero no los entiendo, no entiendo a quienes se quieren
enriquecer de la miseria, de las masas, del dolor y del sufrimiento de los
otros, pero estaremos atentos Don Sebastián, ahora dejaremos que se hagan
ricos, después ya les cobraremos impuestos terribles para devolver esa riqueza
a las manos de la nación. Dejemos que se ilusionen, tarde o temprano se hará
justicia. Ardo en deseos de que esta guerra se acabe, ¿Por qué siempre es el
pobre el que sufre más? ¿Por qué siempre es el pobre el que lo tiene que dar
todo mientras que otros se abrazan y se envilecen buscando sólo la riqueza
material?, pero ay de aquellos que lo han hecho porque si yo sigo siendo el
presidente ¡lo pagarán! lo juro ante usted."
El ejército republicano se tuvo que abastecer de
altísimos costos por lo que los impuestos en la región de Guanajuato se
tuvieron que subir al doble y luego al triple.
¿Será que somos amnésicos, o….? Acaso la forma en que vivimos ha cambiado….
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