Joaquín Ortega Arenas.
¡EL QUE A HIERRO MATA……!
El 10
de abril de 1919, en la hacienda de Chinameca,
Estado de Morelos, hace 95 años, fue villanamente asesinado Emiliano
Zapata Salazar “…Miliano, el de
Anenecuilco…” como lo llamaban
sus paisanos, por una partida
militar de la que formaban parte el capitán
Rodolfo Sánchez Taboada y el cabo
Norberto López Avelar encargados de la “ejecución del caudillo por el Coronel Jesús Guajardo,
a quién el Presidente Carranza entregó cincuenta mil pesos por “el trabajito”, que dijo a Zapata que estaba descontento con Carranza y
que estaría dispuesto a unirse a él. Zapata le pidió pruebas y Guajardo se las
dio al fusilar a aproximadamente 50 soldados federales, con consentimiento de
Carranza y Pablo González, y ofrecerle a Zapata armamento y municiones para
continuar la lucha. Así, acordaron reunirse en la Hacienda de Chinameca, Morelos, el 10 de abril de 1919.
Zapata acampó con sus fuerzas a las afueras de la hacienda, y se acercó a la
misma acompañado únicamente por su escolta de 100 hombres. Al cruzar el dintel,
un ordenanza apostado a la entrada, tocó con su clarín la llamada a honores.
Ésta fue la señal para que los tiradores escondidos en las azoteas, abrieran
fuego contra Zapata, que alcanzó a sacar su pistola, pero un balazo se la
arrebató de la mano.
El gobierno Carranciscta hizo
gala del asesinato, difundiendo fotos en las que aparece el cadáver, literalmente
acribillado a tiros, rodeados por sus sonrientes asesinos, Rodolfo Sánchez
Taboada y Norberto López Avelar.
Zapata, desde el año de 1909, en
que fue electo calpuleque (palabra
náhuatl, que significa jefe, líder o presidente) de la junta de defensa de las
tierras de Anenecuilco, Con la inspiración de las leyes de Reforma y
el asesoramiento del Abogado Antonio Díaz Soto y Gama y el maestro Otilio
Montaño, poco a poco se fue
convirtiendo en dirigente agrario de Morelos, su estado natal. Su primera aparición política
ajena a su mundo campesino fue en las elecciones para gobernador de Morelos en 1909,
cuando apoyó al aspirante de la oposición, Patricio Leyva,
en contra de los latifundistas, Pablo Escandón y Barrón.
Nos
relata la historia que,
“…En el mes de mayo de 1910 recuperó por la fuerza
las tierras de Villa de Ayala, que eran protegidas por el jefe de policía, José
A. Vivanco, y que dejó en posesión de los campesinos del lugar. Por este hecho
tuvo que escapar varias veces del gobierno, pues fue declarado bandolero. Algunos meses después participó en la reunión que
se celebró en ese mismo lugar, es decir, en Morelos)|Villa de Ayala]], con
objeto de discutir lo que después se convertiría en el Plan de Ayala.
Los
principios que defendía Zapata, eran diametralmente opuestos por los que representaba
el latifundista norteño Francisco I.
Madero, que por raros designios del destino fungió como padrino en la boda de
Zapata con Josefa Espejo.
Ninguno
de los “líderes de la rebelión de 1910”, sentía simpatía por los principios de
Zapata, y fue combatido por Madero cuando llegó a la presidencia d la
República, con Aureliano Blanquet y
su batallón de soldados; Francisco León de la Barra,
presidente interno, lo considerara rebelde, por lo que mandó fuerzas a
someterlo: mil hombres bajo el mando de los generales Victoriano Huerta y Aureliano Blanquet.
Durante 1912, Emiliano Zapata combatió al Ejército Federal
que, al mando de los generales Arnoldo Casso López,
Alerto Razgado, Juvencio Robles y
Felipe Ángeles,
trataban de exterminar el movimiento campesino que encabezaba.
Carranza dispuso la ofensiva contra el zapatismo,
al mando de Pablo González Garza.
Con apoyo incluso de la aviación del ejército, Cuernavaca fue ocupada por los constitucionalistas en mayo y,
aunque regresó efímeramente a manos de los zapatistas, quedó definitivamente en
su poder el 8 de diciembre
de ese mismo año. Ante la carencia de armas y ya sin el apoyo villista, en muy
poco tiempo casi todas las poblaciones del estado quedaron en poder de los
constitucionalistas.
La
inutilidad de todas las tropas para destruir
lo que había logrado Zapara en al Estado de Morelos, llevó a Carranza
a recurrir a la traición y el asesinato
que ya relatamos, pero…el complemento del refrán que dejamos apuntado a
principio de este artículo, “ A HIERRO MUERE…, como
lo hemos relatado ya en otra ocasión,
“…A principios del año de 1920, se celebrarían elecciones, en las que se
presentaría el general Álvaro Obregón como candidato del Partido Laborista, y
un candidato civil elegido por el Presidente Carranza que pretendió el cambio
del militarismo al civilismo en el poder y sugirió la candidatura del Ingeniero
Ignacio Bonillas . Tal vez influyó en esa decisión un mensaje en que Woodrow Wilson
Presidente de los Estados Unidos de América por conducto del Secretario de
Estado, Bainbridge Colby, responde a Carranza sobre los intereses petroleros
norteamericanos, así como de la diplomacia a seguir en México.
La elección del Presidente causó un gran disgusto a los generales
sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, Secretario de Industria
Comercio y Trabajo en funciones en ese momento, del Presidente Carranza, y el
General Álvaro Obregón, se levantaron en
armas con el “Plan de Agua Prieta”, lugar de nacimiento de Plutarco Elías
Calles, en el que sin ningún contenido social, solamente se desconocía a
Carranza con un pretexto invalido y hasta tonto pero que fue suficiente para
iniciar una nueva asonada, contando con las armas que Carranza había entregado
a Obregón para “la defensa de las Instituciones”, lo que obligó al Presidente a
abandonar la Capital de la República y dirigirse hacia el Puerto de Veracruz,
otra vez.
En la estación de Guadalupe Hidalgo, (La Villa) se encontraban ya formados
los trenes en los que se conduciría a una regular fuerza militar que
acompañaría al Presidente.
Vale la pena comentar los avatares que se produjeron con esa huída. El
Presidente ordenó al Tesorero General de la Nación entregara a el subsecretario
de Gobernación y éste, al General Juan Barragán, persona de su absoluta
confianza, los SESENTA MILLONES DE PESOS, ORO que se encontraban en ese momento
en las arcas nacionales y los condujera al Tren Dorado, el tren exclusivo para
el uso de señor presidente, orden que fue cabalmente cumplida.
Otra catástrofe imposible de prevenir se abatió sobre el Presidente, una
“maquina loca” cargada de dinamita se estrelló en contra de los convoyes que
transportarían la tropa encargada de proteger al vagón Presidencial momentos
antes de la salida, inutilizándolos, por lo que el Presidente se vió obligado a
prescindir de su escolta militar, quedando sólo con una escolta formada por
cadetes del Colegio Militar que estaban apostados junto al Tren Dorado y unos
cuantos soldados más, a las ordenes del General Francisco de P. Mariel.
A la llegada a la estación de Aljibes, en plena sierra norte del Estado de
Puebla, el tren fue atacado haciendo imposible
que siguiera avanzando pues la vía de ferrocarril había sido levantada.
En forma
providencial, se pensó en ese momento, se presentó
con una regular fuerza armada, Rodolfo Herrero poniéndose a las órdenes del
Presidente. Fue allí donde Carranza supo que el Jefe de la Guarnición de
Veracruz ya se había unido a los sublevados, por lo que con la “protección” de
Herrero y la pequeña fuerza del General Francisco de P. Mariel, en caballos
proporcionados por Herrero, se internó en la Sierra en compañía de algunos de
sus principales colaboradores, el Lic. Luis Cabrera, Francisco Murguía, Manuel Aguirre Berlanga, su candidato a la Presidencial Ignacio Bonillas, y otros más,
El día 20 de mayo, llegaron al pequeño pueblo de Tlaxcalantongo, Puebla. Ahí pretendieron pasar la noche. Herrero se retiró al poco tiempo
poniendo un pretexto y en las primeras horas del 21 de mayo de 1920, la gente de Rodolfo Herrero atacó los jacales donde dormían Carranza y sus
fieles seguidores, casi apiladas cinco personas en la
choza que correspondió a éste. Entre gritos y disparos según la versión
oficial, hirieron de muerte al Presidente Carranza y afortunadamente no
lastimaron a ninguno de los demás ocupantes.
Una versión diferente, relatada al que esto escribe
personalmente por don Luis Cabrera, testigo presencial, es ésta:
Llegaron sí, como se ha relatado, hasta el caserío de Tlaxcalantogo; fueron
llevados por Herrero a diversas chozas, y en una de ellas alojaron al
Presidente y otras personas, entre otras el autor del relato. A la media noche,
fueron despertados por gritos de ¡Muera Carranza! y balazos disparados al aire.
El Licenciado Cabrera pretendió levantarse y el Presidente, casi en tinieblas se
puso de pie y sereno pero firme, dijo: “Calmados, esto solo es conmigo” y se
dirigió a la puerta de la choza, y al momento de abrirla recibió primero, un
balazo en un muslo de que le rompió el fémur por lo que su cuerpo giró y antes
de caer recibió varios balazos más en la espalda, Los atacantes, quizá en medio
de la oscuridad reinante y entre la copiosa lluvia identificaron al Presidente
por su blanca barba y cuando lo vieron caer, se retiraron a todo galope.
Llegaron varias personas de la comitiva que estaban alojadas en otras chozas y
procedieron a levantar el ya cadáver del Presidente. Mi ilustre informante y
otras personas más, en cuanto volvió la calma, fueron conducidos por el Lic
Cabrera hacia el Pueblo de Zacatlán, del que era oriundo.
Los relatos oficiales del suceso, no concuerdan de ninguna manera con los
hechos evidentes que constan en documentos celosamente guardados en el Acervo
Histórico Condumex, en el que existe un telegrama enviado por Plutarco Elías
Calles, Secretario de Industria, Comercio y Trabajo en el gabinete de Carranza
dirigido al Teniente Coronel de Caballería Lázaro Cárdenas de Río, Jefe de la
Zona Militar de Tuxpan, a la que correspondía Tlaxcalantongo, en el que
escuetamente le ordena: “El señor Presidente va hacia su zona. No debe salir de
ella.” Comunicación que indudablemente originó el que el Teniente Coronel de
caballería Lázaro Cárdenas del Río, enviara a Rodolfo Herrero a Villa Juárez,
Puebla, la comunicación que textualmente señala:
“…Lo saludo
afectuosamente y le ordeno que inmediatamente organice a su gente y proceda a
atacar a la propia comitiva , procurando que en el ataque que efectúe sobre
esos contingentes, muera Carranza en la refriega , entendido de que de antemano
todo está arreglado con los altos jefes del Movimiento y, por lo tanto cuente
Ud. conmigo para posteriores cosas que averiguar…..como siempre , me repito su
atento amigo, compañero y S.S. Lázaro Cárdenas….”
Ambos documentos, celosamente guardados en el poblado serrano de Patla,
estuvieron en las manos de quién esto escribe por haber sido llamado
profesionalmente a la operación de venta realizada por su hasta entonces
tenedor, del que me reservo dato alguno por obligarme a ello el secreto
profesional que se realizó con el Acervo Histórico Condumex; Se me permitió
tomar fotostáticas de ambos documentos que desgraciadamente presté al Lic.
Franco Carreño García y jamás me devolvió, pero que gracias a investigaciones
actuales de Juan Ramón Jiménez de León profesor de Posgrado de la F.C.A. UNAM,
han sido “hallados”, consultados y fotocopiados en los Archivos del Acervo
Histórico Condumex.
Rodolfo Herrero, perteneció durante muchos años a las “Guardias Blancas”
que las compañías petroleras tenían desplazados en toda la zona, a ciencia y
paciencia de las autoridades mexicanas, para la protección de “sus bienes”
capitaneados por el “General” Manuel Peláez. Eran mas de 15 000 hombres
perfectamente armados y pertrechados en mejores condiciones que la tropa del
Gobierno.
Tras el asesinato, Herrero fue conducido por Cárdenas a la Ciudad de México
en compañía del General Juan Barragán y ( ¡ojo por favor! ) devolvieron los
TREINTA MILLONES DE PESOS, ORO, que Carranza llevaba en el Tren Dorado,
encontrados varios días después del asesinato. Tras breve investigación, Herrero
fue liberado…”
Los periódicos de la Ciudad
de México dieron la noticia de que el Presidente se había suicidado.
En este caso, el “premio
pagado por el asesinato, podemos afirmar que fue de TREINTA MILLONES DE PESOS
ORO, Y ESPERAR PARA RELATAR A USTEDES EN
OTRO ARTÍCULO, EL ASESINATO DE ÁLVARO OBREGON,
Y LA FORMA EN LA QUE LA REVOLUCIÓN
COMPENSA A QUIENES LA SIRVEN COMO A LOS YA MENCIONADOS .
Emiliano
Zapata, es el verdadero creador de la frase “PREFERIBLE MORIR DE PIE A VIVIR
DE RODILLAS”, que popularizó
muchos años después la Diputada española
DOLORES
IBÁRRURI, “LA PASIONARIA.
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