Joaquín Ortega Arenas.
El día 6 del presente mes recibí un telefonema del corresponsal en México del periódico The Washington Post, en el que me invitaba a emitir una opinión sobre el tráfico de drogas y de armas que existe entre México y Estados Unidos. Cumplo en seguida con sus deseos.
Hace unos cuantos años en una casona ubicada en elegante colonia de
La gran prensa de los Estados Unidos y México, nos ha dado a conocer un nuevo misterio, quizá también insondable. Por operaciones verificadas en el manejo, compra, distribución y venta de drogas y estupefacientes, se mueven entre México y Estados Unidos, TREINTA MIL MILLONES DE DÓLARES ANUALMENTE. Cierro los ojos y me imagino un convoy de tres o cuatro mil camiones blindados vigilados por diez o quince mil soldados y policías, transportando decenas de toneladas de billetes verdes. Lo mismo sucede con el tráfico de armas entre los dos países. Las armas son caras; voluminosas y pesadas, por lo que los convoyes transportando las armas y los dólares que hay que pagar por ellas, lógicamente deberían ser mayores que los que sólo transportan dinero. Sin embargo eso no sucede así. Mis sueños me engañan. Los dólares salen de su origen y llegan a su destino, ya sea para la siembra, cosecha y preparación de las drogas, o para el pago que de ellas hacen los consumidores. ¡Silenciosamente! Las armas, igual. El noventa y siete o noventa y ocho por ciento de las que se han decomisado en México, son de origen norteamericano y han pasado la frontera silenciosamente, sin ser siquiera notadas. Los dólares con los que han sido pagadas, también llegan del cielo y van al cielo, pero ¿Cómo puede ser eso?
En los Siglos XVI, XVII y XVIII, España manejaba inmensas fortunas en barras de oro y plata o doblones ya acuñados que enviaba de América a la metrópoli en flotas de naves fuertemente armadas y protegidas. La codicia por la riqueza ha sido siempre un incentivo para el robo y el atraco y pronto aparecieron en el Caribe y el Golfo de México flotas piratas primero, y después Corsarios ( delincuentes con patente de corso financiados por los gobiernos de países enemigos de España) Millones de onzas de oro y plata cambiaron de mano y millones de onzas de oro y plata yacen todavía en el fondo de los mares. Era un riesgo que había necesidad de correr y España se aventuraba a los mares dispuesta a sortear los peligros para que su riqueza llegara a su destino. Hollywood se ha encargado de relatarnos cientos de historias de esas aventuras convertidas en leyenda.
Hoy las cosas han cambiado. Millones y millones de dólares cambian de mano silenciosamente…para convertirse en drogas y armas.
Me devano en vano los sesos. No doy y tengo que imaginar. Posiblemente haya involucrados en esos criminales silencios, maravillosos magos y prestidigitadores de ambos países. En nuestras aduanas fronterizas, los oficiales son sumamente estrictos. Hubo ocasión en que me decomisaron una botella de vino tinto porque la ley sólo me autoriza cinco, y yo traía seis. Los oficiales de las aduanas norteamericanas, ¡ni se diga! Ni siquiera es dable soñar en que haya pasado un convoy con armas o con billetes de a cien dólares sin ser notado. Cuentan perros especialmente adiestrados, con vehículos terrestres y aviones y hasta detectores de calor que revelan desde muy largas distancias la presencia de humanos o vehículos sobre la frontera.
Alguien, tratando de disipar mis dudas me señaló que en lo relativo a los billetes verdes, se pueden manejar en secreto, con toda facilidad de Banco a Banco por Internet. Respecto a las armas que no son susceptibles a convertirse en papel moneda, el reto será siendo un secreto.
Tal vez tenga razón quién me sugirió que podían hacerse esos trámites o cualquier otro tipo de manejo de dinero para su traslado, distribución o lavado por sencillas operaciones interbancarias.
Me asalta otra duda. Si así fuera, los gobiernos de ambos países ya hubieran detectado ese tráfico ilícito de dólares y armas y obviamente detenido y castigado a los responsables. Los Bancos en México reportan anualmente ganancias estratosféricas; pero deben ser por servicios de deudas, intereses de tarjetas de crédito en los que practican el anatocismo, o algo así. No creo que sean capaces de estar inmersos en es tipo de negocios sucios.
Sin embargo, creo que sería saludable para ambos países ahondar en esos misterios y silencios.
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