4/03/2011

¿ VOLVER A EMPEZAR ?

Joaquín Ortega Arenas.

En pleno siglo XXI, los mexicanos nos encontramos ante un dilema: Nuestras Constituciones, es indudable que nunca han sido debidamente cumplidas a partir de que la primera de ellas, la “Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos” en vigor desde el 4 de octubre de 1824, nació viciada. Los criollos triunfantes de la Guerra de Independencia, deslumbrados quizá por la Constitución de los Estados Unidos de América, quisieron elaborar una réplica mal hecha de ella y constituyeron una “federación” sin considerar siquiera que las primitivas colonias Inglesas en América del Norte eran trece que, una vez sentada la necesidad de formar una federación en el año de 1877 por la nueva Constitución aprobada en Filadelfia, fueron siendo aceptadas una a una, para formar la Nación que hoy se denomina Estados Unidos de Norteamérica; Delaware, el 12 de diciembre de 1787; Pensilvania, el 18 de diciembre de 1787; Nueva Jersey, 2 de enero de 1788; Georgia, 2 de enero de 1788; Connecticut, 9 de enero de 1788; Massachusetts, 5 de febrero de 1778; Maryland, 28 de abril de 1778; Carolina del Sur, 23 de mayo de 1778; Nuevo Hampshire. 21 de junio de 1778; Virginia, 25 de junio de 1778; Nueva York, 26 julio de 1788; Carolina del Norte, 21 de noviembre de 1789; Rhode Island, 29 de mayo de 1790. Cada una de las colonias había tenido personalidad y un estatuto de libertad entre ellas, sobre todas las cosas, libertad e independencia política sólo sometida al Rey de Inglaterra.

Cuando se elaboró la Constitución Mexicana en 1823-1824, sólo había una entidad política y territorial integrante del Imperio español en América, presidida en forma omnímoda por el Monarca Español. Durante el Reinado de Carlos III (Reforma Borbónica) se dividió sólo para efectos de facilitar su gobierno, en Intendencias: Dependientes de la Real Audiencia de México: México, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Valladolid, Guanajuato, Durango, Sonora y Mérida; Dependientes de la real Audiencia de Guadalajara : San Luis Potosí, Guadalajara y Zacatecas. Bajo el gobierno directo del Virrey quedaron, Alta California, Baja California , Nuevo México y Tlaxcala, que fue separada de la Intendencia de Puebla en 2 de marzo de 1793.

Absolutamente ninguna de las Intendencias tuvo autonomía de ningún género, lo que no fue obstáculo para que los constituyentes de 1823-1824 los consideraran “estados” aptos para formar una Federación, a pesar de la oposición terca y fundada del diputado neolonés José Servando Teresa de Mier que en un inolvidable discurso que fue llamado de las predicciones, señaló que un pueblo acostumbrado al más feroz centralismo, nunca funcionaría como “federación”. Desgraciadamente así fue, es y seguirá siendo. Con el mote de Federación, seguimos siendo un estado totalmente centralista y lo que es peor, día con día el Presidente de la República aumenta sus poderes omnímodos y, pese a la prohibición constitucional ha centralizado todo el poder con merma de los otros dos “poderes”, se ha constituido en un verdadero “dictador”. El “Poder Legislativo”, sometido desde hace años a sus deseos dicta leyes y aprueba decretos que ha ido limitando escandalosamente las “garantías individuales” y las garantías sociales que dizque fueron causa de otro mito más: la “Revolución Mexicana”,

El “Sufragio Efectivo”, ha sido eliminado por completo, primero a balazos; ahora mediante trapacerías “legaloides” a cargo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación vía “Tribunal Federal Electoral” porque, el “Poder Judicial”, desde el mes de marzo de 1914 en que el insigne señor Presidente General Don Victoriano Huerta lo dispuso, ya no forma parte de la democracia en este País. Sus miembros no son electos democráticamente como, aunque sea en forma aparente, son los miembros de los poderes Legislativo y Ejecutivo, excepción hecha de los “diputados y senadores “ que llegan a serlo sin que nadie los conozca y vote por ellos, sino como señalan los artículos 55 y 56 “reformados” de la Constitución vigente “por el principio de representación proporcional” , figura totalmente contraria a la verdadera democracia.

La verdad actual es otra, los Ministros de la Suprema Corte hoy son designados por el Titular del Poder Ejecutivo y “confirmados” por el inexistente Poder Legislativo. Aun en los casos de diputados y senadores electos “democráticamente”, la verdad es que los Ciudadanos carecemos de derecho al voto, ya que éste es secreto y debemos votar mediante una cruz, sólo por candidatos propuestos por “Partidos” legalmente reconocidos por el Poder Ejecutivo. Nuestros votos, sin firma ni forma de identificación alguna que conste en la boleta, son votos al aire, irreclamables y fácilmente manipulables. Nuestro nuevo gobierno mediático, la televisión, es además un elemento indispensable para este estado de cosas. Lo que difunde la antes “caja idiota”, es hoy la verdad única y la ley. No debemos olvidar que ese sistema se ha convertido en un monopolio blindado y manejado por nuestro propio y democrático gobierno de manera que de “división de poderes y verdadera democracia” ya no nos queda nada. La Constitución de 1917 ha sido modificada más de dos mil trescientas veces. Para ello se inventó convertir al Poder Legislativo en Poder Constituyente perpetuo y como tal se ha castrado hasta la garantía del derecho a la vida (Vicente Fox, 2005). La dizque soberanía de los “estados” está limitada por las decisiones de un Poder Judicial esclavo. La corrupción es cada día más grave. La situación general del País, pese al empeño de la “caja idiota” de presentarlo como positivo, aparece verdaderamente preocupante. Sin freno alguno, el Presidente ha convertido al ejército y a la marina, en simple policía a su servicio y ha creado una Policía Federal Preventiva que tiene poder en toda la República con la consecuencia de que la libertad y soberanía de los Estados señalada en la Constitución es hoy un sueño de borrachos. Los precios de todo suben y el salario baja. Se prepara por los “partidos políticos” convertidos en mercenarios, la supresión de derechos de la clase trabajadora logrados después de cruentas luchas. Ye estamos enajenando a toda prisa la Energía Eléctrica (Repsol), y nuestros recursos petroleros a las inefables “Siete Hermanas”. Permitimos al gobierno de Zedillo “desaparecer” la Isla Bermeja entregando de paso a nuestro vecino del Norte una inmensa riqueza petrolera, (muerte inexplicable de por medio del único defensor de la isla en el Congreso, Senador José Ángel Conchello Dávila). La prepotencia de aquellos que detentan el poder es ya asfixiante. Pero ¿Qué hacer? ¿Seguir esperando otro estallido de odio como el de 1910 que, como aquél, nos deje millones de muertos y destrucción nunca remediada?

No podemos estarnos quejando sin proponer algo que en forma cabal lleve a este sufrido País a una nueva vida.

Los Estados “inventados”, al menos de hecho ya existen. ¿Por qué no acudir a la restauración de un verdadero federalismo, en el que esos “estados” gocen de libertad y soberanía y queden liberados de la tutela de la “Federación”? Que se hagan responsables de la limpieza de las elecciones; de la limpieza de la justicia que se imparte en ellos; del control de los impuestos que se generen en ellos y de los gastos necesarios para la realización de buenos gobiernos y eliminación de “fugas” y gastos superfluos. Resulta necesarísimo que los estados sean fuertes, verdaderamente libres y soberanos, responsables antes que nada ante sus habitantes de todos sus manejos y que la federación tome en serio su papel de controlador respetuoso de los asuntos meramente federales y deje de inmiscuirse en todos los asuntos internos de los Estados, Justicia, policía, obra pública, seguridad. Actuar con justicia y honradez ha sido el eterno remedio para todas las cosas. ¿Hay acaso impedimento para que siga siendo ese el remedio?

El Virrey Juan Vicente de Güemes y Horcasitas, Segundo Conde de Revillagigedo al comparecer después de concluido su mandato a su “juicio de residencia” nos dejó un legado que no hemos sabido aquilatar. Interrogado de el por qué había encarcelado en cuanto llegó a la Nueva España a los “oficiales del crimen”, contestó – Porque su majestad me envió acabar con la corrupción y la corrupción sólo existe donde la justicia la permite…--”

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