Joaquín
Ortega Arenas.
El
23 de febrero de 1913, frente al llamado “ Palacio Negro de Lecumberri” o Penitenciaría del Distrito Federal, fueron
arteramente asesinados el Presidente Madero y el Vicepresidente José María Pino
Suárez. Los asesinos, plenamente identificados, jamás sufrieron castigo alguno
por el crimen. La noticia corrió como
reguero de pólvora y éste pueblo mexicano, susceptible eterno de manipulaciones,
celebró el crimen.
Hoy,
a cien años de distancia ofrecemos a ustedes
parte del “Plan de San Luis” elaborado por el soñador norteño. Es muy
interesante…
“Nuestra
querida Patria ha llegado a uno de esos momentos: una tiranía que los mexicanos
no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra
independencia, nos oprime de tal manera, que ha llegado a hacerse intolerable.
En
cambio de esta tiranía se nos ofrece la paz, pero es una paz vergonzosa para el
pueblo mexicano, porque no tiene por base el derecho, sino la fuerza; porque no
tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la Patria, sino
enriquecer un pequeño grupo que, abusando de su influencia, ha convertido los
puestos públicos en fuente de beneficios exclusivamente personales, explotando
sin escrúpulos las concesiones y contratos lucrativos.
Tanto
el poder Legislativo como el Judicial están completamente supeditados al
Ejecutivo; la división de los poderes, la soberanía de los Estados, la libertad
de los Ayuntamientos y los derechos del ciudadano sólo existen escritos en
nuestra Carta Magna; pero, de hecho, en México casi puede decirse que reina
constantemente la Ley Marcial ; la justicia, en vez de impartir su
protección al débil, sólo sirve para legalizar los despojos que comete el
fuerte; los jueces, en vez de ser los representantes de la Justicia , son
agentes del Ejecutivo, cuyos intereses sirven fielmente; las cámaras de la
Unión no tienen otra voluntad que la del Dictador; los gobernadores de los
Estados son designados por él y ellos a su vez designan e imponen de igual
manera las autoridades municipales…”
A cien años de su asesinato, el “espiritista” nacido en Parras, Coahuila, en 1873 – asesinado
en México el 23 de febrero de 1913. Hijo del terrateniente, Francisco Madero, que estudió en Francia y en Estados Unidos, nos resulta además un verdadero “zahorí”. ¡Qué manera tan maravillosa de
predecir el porvenir de este sufrido País!
¡Nostradamus no lo hizo jamás mejor!
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