Joaquín Ortega Arenas.
La historia de la furia delictiva marítima desatada
con el “descubrimiento” de un continente
en el que el oro y la plata abundaban, sigue siendo un ejemplo para todo
tipo de delincuentes, incluyendo a los adictos a ese “oficio” para el que no se requiere
contar con conocimientos de ninguna especie,
ni estudios, ni principios y , “sobre todo”, de ética, …”la política”. Basta para entrar en
ella, “ser sordomudo y ciego” bien
administrado y con flexibilidad plena en
la vértebras cervicales., pero volvamos a la historia.
La “piratería” definida como,
“…. una
práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan
antigua como la navegación misma. Consiste en que una embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra en aguas internacionales o en lugares no
sometidos a la jurisdicción de ningún Estado, con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos y muchas
veces apoderarse de la nave misma. Su definición según el Derecho Internacional
puede encontrarse en el artículo 101 de la Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar.
Fueron distinguidísimos “piratas”
Henry Morgan, El Olonés
(Jean David François de Nau), Michel de Grammont , Laurens de
Graff, Lorencillo ( hacen referencia a él como Lorent Jácome), todos
ellos piratas sin escrúpulos. Los peores asaltos que se recuerda fueron: Maracaibo
por El Olonés, Veracruz por Grammont y Lorencillo y Puerto Bello
por Morgan, no tenían que pagar nada a nadie del producto de sus fechorías.
Durante el Siglo XVII, aparecieron los “Corsarios “, marinos dotados de las llamadas “Patentes de Corso”, permiso
para delinquir otorgado por las grandes potencias, en su beneficio. Se distinguieron en esta
nueva clase de la delincuencia Francis Drake o la flota francesa en la Batalla
de la Isla Terceira .que como parte del “corso” eran tratados como soldado de otro ejército y no
como un simple ladrón y asesino; eso sí, con la obligación de entregar a su
patrocinador una gran parte de lo obtenido en sus actividades delictivas..
Los “bucaneros”, llamados
así porque sus tripulaciones se formaban con habitantes de las islas en las que preparaban y vendían carne al bucán,
es decir, ahumada. Sentaron sus reales en las poblaciones situadas en el Golfo
de México y el Caribe. Veracruz, San Francisco de Campeche, Cuba, Santo
Domingo, Cartagena de Indias, Honduras, Venezuela, Panamá y Nicaragua que fueron las, víctimas de saqueos, asaltos y
asesinatos. Estos, como los piratas, no tenían que repartir el producto de sus
fechorías.
¿Quién iba a
imaginarlo siquiera? En pleno Siglo XXI, otros “bucaneros” han sentado sus reales en nuestra sufrida Patria.
Los flamantes “legisladores”, a quienes definimos en el primer
párrafo de esta colaboración. “Pusieron el grito en el cielo” porque,
algún iluso o marihuano pretendió
conocer las fortunas que poseen y su siempre dudoso origen. ¡Como, es una falta de respeto a los
padres de la Patria! Nos oponemos radicalmente!
A estas alturas del partido en las
que los originales, los verdaderos “padres de la Patria” , es decir, los
criollos constituyentes de 1823-1824, lograron erradicar de las leyes
mexicanas el “molesto” juicio de residencia
para permitir que la Patria y los
mexicanos les pagaran sus inmensos sacrificios; las
leyes que ellos mismos “elaboran” han sido diseñadas para que se les guarde el
respeto debido”, en que el gran
legislador José López Portillo envió al Congreso de la Unión una disposición
para que se convirtiera en eterna esa “protección” y, obvio, el Congreso lo
convirtió en Ley.
HOY TRES, si tan solo TRES Ministros de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, vuelven con la cantinela de limitarles
ese inmenso y sacratísimo derecho de
emular y quizá hasta superar a
los antiguos “bucaneros”. ¡Ellos
que también gustan de la carne asada al carbón y de la inmunidad e impunidad
absoluta relativa a su forma de buscarse
¡un guardadito para la vejez, los ranchos, los Enzo Ferrari, llamados tambien “el Ferrari del
desierto” ya que la mayoría de los propietarios son jeques petroleros. El
juguetito de cuatro ruedas, tiene un costo de casi 2 millones, ¿de dólares?...
¡No, de euros! ¡Más de 34 millones de devaluados pesos mexicanos! Los asientos
son de fina piel, cosidos con ¡hilo de oro! Y en el tablero… ¡diamantes!, Rolls Royce, Bugatti, que necesitan ellos y
sus familiares, amigos y musas de su harén. Ellos, necesitan para sus trajes,
camisas, zapatos, a poco nada más “Granier”. Sus viajes, sus fiestas con 1000
invitados, o más; de la “Dom Perignon, y Cognacs Martell, Hennesy, Remy Martin,
Paulet que hoy guardan en sus nutridas “cavas” y con los que suplieron los
horripilantes tequilas y pulques de ayer…!
¡Necios aquellos TRES que no
tienen capacidad de pensar, HOY POR MI, MAÑANA POR TI.
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