Joaquín Ortega Arenas.
Hay, y ha habido,
siempre en México excelentes juristas y
excelentes funcionarios judiciales. Pero no solo eso, los ha habido excepcionales, que son
desgraciadamente pocos.
Iniciamos
nuestra vida como “periodistas”, hace
ya setenta años, …. con el pie izquierdo,
con una crónica que nos encomendó
Don Gregorio López y Fuentes en el
rotativo en que lo acababan de nombrar Director, en la Fuente Judicial. Acudimos a la Suprema Corte de Justicia de la
Nación con la encomienda de reseñar la
Sesión del Día en la Sala Civil. Los señores ministros (por tres contra dos)
sin sombra de vergüenza, despojaron a un honrado comerciante de toda su
fortuna. La crónica se publicó, pero para mí fue “debut y despedida”. Los señores ministros
eran amigos del dueño del periódico.
Mi padre y
varios de mis antepasados fueron
Ministros de la Suprema Corte y al menos mi padre que fue al único que
conocí, era un verdadero devoto de la
función, que ascendiendo desde la actuaría de un juzgado civil llegó a la
Suprema Corte, siempre en dificultades con el “poder” por su independencia
absoluta. En tiempos de Victoriano Huerta tuvo que huir porque el Señor Presidente lo mandó matar y solo un aviso oportuno
lo salvó.
Escogí su profesión, pero rehuí la carrera judicial, y opté por el litigio que
me ha dado gratificaciones sin fin, y la
pluma, con la que he fustigado las malas conductas de los funcionarios
encargados de impartir justicia y alabado con toda honradez las buenas.
He comentado ampliamente la carrera de funcionarios judiciales excepcionales
como ALFONSO TRUEBA OLIVARES, ANTONIO
CAPONI GUERRERO, GLORIA LEÓN ORANTES, ALFONSO LÓPEZ APARICIO, fallecidos estos dos
últimos en la mismísima Suprema Corte,
cumpliendo con su deber; RAMÓN PALACIOS
VARGAS, JUVENTINO CASTRO Y CASTRO, GUILLERMO
GUZMÁN OROZCO, ya fallecidos también, y… GENARO DAVID GÓNGORA PIMENTEL, Juez de Distrito, Magistrado de Circuito y
Ministro y Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación INTACHABLE
y hoy en retiro. Sus votos, siempre razonados y en muchas ocasiones
contra la inevitable consigna que obedecen “por
gratitud” a quién los designó, casi
todos los Ministros que llegan al Máximo
Tribunal por amiguismo, cuestiones políticas y que se yo que más motivos,
siempre “obscuros”.
Decenas de
Jueces de Distrito y Magistrados excelentes, que jamás llegan a la Suprema
Corte por el sistema inventado para la designación de éstos Altos Funcionarios por
Victoriano Huerta, en el año de 1914, con
la que desaparición su elección que sustituyó por una simple “designación”,
amañada además, que por desgracia, sin
protesta alguna, mató de un solo tajo la “democracia” en el Poder Judicial, que
ha sido tan del agrado de tirano tras
tirano que nos ha gobernado.
La función
judicial es sumamente difícil. El buen Juez debe darle la razón a quien la
tiene pero, el que no la tiene, el que
medra con la justicia y vive de lo injusto, jamás se lo habrá de perdonar. Como
todos los cobardes, vivirá agazapado esperando la oportunidad de “desquitarse”, desde luego en forma
innoble y criminal.
Diputados, Senadores y algunos Ministros de la Suprema Corte actual, han
“puesto el grito en el cielo” porque los quieren obligar a delatar el monto y
origen de sus fortunas. Es violación a sus derechos humanos, pero en cambio, en
el caso de GENARO DAVID GÓNGORA
PIMENTEL, los aspectos de su vida
estrictamente personal, son motivo de
escarnio sin que a nadie le interese protestar.
La vida pública
del Ministro, su actuación como excepcional funcionario judicial, son, parafraseando a los juristas, HECHOS
NOTORIOS.
Mis respetos por
su actitud en la Judicatura, SEÑOR MINISTRO.
Vale recordar en
casos como este, a Don Miguel de Cervantes Saavedra y repetir su inolvidable
sentencia.
¡LOS PERROS LADRAN, SANCHO, SEÑAL
QUE CABALGAMOS!
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