Joaquín Ortega Arenas.
Para todos los
mexicanos, nuestra historia
pre-hispánica nunca existió. México
nació el 13 de agosto de 1521 cuando los conquistadores españoles y sus “aliados”
se dieron a la tarea de asesinar a los “naturales” y derribar todas las construcciones que en la ciudad
existían, hasta no dejar piedra sobre piedra.
Todos los
progresos obtenidos durante más de tres mil años por la civilización más
antigua de la tierra, sobre todo el calendario mesoamericano, fueron borrados
en aras de la idea “cristiana” de que el sol daba vueltas en derredor de la
tierra, que subsistió hasta los siglos XVII y XVIII en la Vieja Europa.
Nuestros
antepasados remotos, que profesaban lo que el Diccionario de la Lengua Española
define como
Religión natural.1. f. La
descubierta por la sola razón y que funda las relaciones del hombre con la
divinidad en la misma naturaleza de las cosas.~
iniciaron la
cuenta del tiempo desde 3224 años antes de Cristo, el 13 de agosto del año 3224 ( Calendario
Juliano ), derivada exclusivamente de la
observación constante del cielo y los rayos solares que desde el amanecer hasta
el anochecer iba siendo captada por la
sombra de un alto palo (26 metros
aproximadamente) cuya sombra cambiaba
minuto a minuto, segundo a segundo y de ello derivaron su temprano
conocimiento de la rotación y traslación
del planeta tierra en lapsos de 365.23 días.
Sus “calendarios no han sido jamás igualados. Sus observatorios
“solares, “(sunny wachters, los llaman los arqueólogos norteamericanos de
la Universidad de Nuevo México) y espejos de agua (a los que llaman “Smoky
Mirror) que utilizaban para estudiar
los astros y su movimiento, que
llamamos equivocadamente “patios
hundidos” siguen siendo un misterio , al grado de que, es muy probable que en la plaza mayor de la
Ciudad de Tenoxtitla, haya existido uno
de los mayores, probablemente ubicado desde la traza urbana de la Ciudad
Prehispánica, orientado de oriente a
poniente, con la variación que determina el paralelo en que se construyó, ( entre los paralelos 19º 36’ y 19º.03’ latitud norte), y no lo hemos ni
siquiera imaginado,
Lo poco que sabemos acerca de la verdad de lo
ocurrido en la gran urbe mexica, lo derivamos de La Historia verdadera de la Conquista de
Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, las Cartas
de relación de Hernán Cortés al Rey Carlos I, y las Crónicas de Indias.
Nuestra historia
comienza, como ya señalamos, el 13 de agosto de 1521, y en el lugar que hoy ocupa la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, perfectamente
delimitado por las calles adyacentes, podría
ubicarse el mejor de los “observatorios”
prehispánicos”
Cuando los
conquistadores llegaron, el 8 de noviembre de 1519, fueron alojados en el Palacio de Atzayacatl,
(Hoy Monte de Piedad), mientras el Señor
de los Mexica ocupaba la parte oriente de la
Plaza, en la que construyeron después
el Palacio de los Virreyes, hoy
Palacio Nacional.
Las ceremonias
que cada 52 años celebraban nuestros antepasados para festejar un nuevo “ciclo”
de 52 años, se verificaron seguramente
durante el primer semestre del año 1520,
y deberían culminar el 24 de junio con la ceremonia de “los
Voladores”, que ya había sido vista por los españoles, pero el 23 de mayo,
Pedro de Alvarado, que había
quedado al mando de la Plaza por la salida de Cortés a detener a Pánfilo de
Narváez que venía a detenerlo, llevó a
cabo una matanza en la ciudad, acusando de idólatras a los “indios”.
El lugar que
señalamos, hoy ocupado por el edificio
que alberga a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, durante el virreinato y después durante el
México Independiente, se llamó “Plaza del Volador” que curiosamente
tiene la orientación y medias exactas que conservan varios de los observatorios
Astronómicos prehispánicos que subsisten en el Estado de Guanajuato y Jalisco,
en especial uno ubicado cerca del Poblado de Abasolo, en el que se reúne las características de un observatorio astronómico dotado de un reloj solar, perfectamente orientado de oriente a poniente
cuyas medidas conservan la tradición científica mesoamericana de utilizar la cifra “13”; y un patio hundido construido al oriente, con una inclinación de 18º; de una medida
aproximada de 60x80 metros, construido con cantera negra; en seguida del cual sobre una plataforma como
de doce metros del altura, sobre el
patio hundido, un enorme círculo cuyo diámetro es aproximadamente de cincuenta
y dos pasos y tuvo en su centro un implemento construido en piedra brasa
perfectamente redondo y profundo como para soportar un alto madero, lo que nos hace presumir
fundadamente que se trató de un reloj
de sol en el que concluida la matanza y destrucción, se siguió realizando la ceremonia y nuestros historiadores
y cronistas se concretaron a llamar al predio,
“Plaza de El Volador.,
La ceremonia con
que festejaban el fin de un “ciclo” mesoamericano de 52 años,
que incluía el espectáculo de los Voladores,
( cinco personas ascienden a un
palo de aproximadamente 26 metros ) y mientras en lo más alto, uno baila y toca
la chirimía , los cuatro restantes descienden, cabeza abajo, colgados
literalmente de reatas enrolladas en el palo, y tras trece vueltas, llegan
simultáneamente al suelo, representaba un augurio para los cincuenta y dos años
que se iniciaban. Cuatro “voladores” trece vueltas cada uno).
Nuestros conquistadores llegaron a destruir y saquear, y lo hicieron a placer. Entre las primeras
providencias que tomaron se encuentra la de desaparecer todo vestigio
de civilización muy superior a la suya, “simplemente
eran bestias porque no creían en el Dios Judío ni sabían el Padre Nuestro”.
La mayor de las
ceremonias prehispánicas, fue el que
marcaba el inicio de un nuevo ciclo de 52 años, y el espectáculo de “los
voladores”, que ya describimos,
debe haber perdurado, convertido en un acto circense, tal vez como mofa de lo que representaba.
Frente al muro
Sur del edificio que hoy existe, construyeron además, una pequeña capilla a la
que llevaron un “Cristo Negro”, que
inicialmente se encontraba en la Catedral, tal y como hicieron en la cueva de Chalma, con el posible objeto de desviar el culto
prehispánico por “Tezcatlipoca, el señor del Espejo
Humeante”, corruptor de Quetzalcoatl e iniciador de la embriaguez y los
placees carnales que, de vergüenza se inmoló en una pira funeraria, y su
corazón ascendió al cielo y es hoy, Venus. Un símbolo de la muerte y la
resurrección que ha generado un culto sincrético, perfectamente conseguido.
“…Según una profecía,
regresaría algún día, y esta creencia fue explotada por Hernán Cortés, a quien
el rey azteca Moctezuma creyó Quetzalcóatl, que había vuelto para tomar
posesión de su reino, cuando el conquistador desembarcó en México en 1519….”,
CONCLUYE
LA LEYENDA pero, insistimos, el predio
que ocupa la Suprema Corte de Justicia, tiene la forma, orientación,
superficie y medias que el
yacimiento Arqueológico de San José
Peralta, en Guanajuato y otros más en Jalisco, solo que la función del Alto
Tribunal es otra, …debe señalar la justicia, la verdad y la razón…aunque en muchas
ocasiones como siempre ha ocurrido, nubarrones de tormenta, rayos y centellas,
impiden al alto palo …proyectar su
sombra.
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