5/09/2013

EL “JUICIO” DE AMPARO III.




Joaquín  Ortega Arenas.

En el Congreso Constituyente 1823-1824    Servando Teresa  de Mier advirtió que en México siendo un País tradicionalmente centralizado, no podría haber federalismo, y no fue escuchado, El tiempo le ha dado la razón. En el Constituyente 1916-1917 el diputado Guanajuatense Hilario Medina Gaona, señaló
"I. En las reglas del artículo 107 del proyecto se establece el amparo contra sentencias definitivas pronunciadas en juicios civiles y en juicios penales. Esto nulifica completamente la administración de justicia de los tribunales comunes de los Estados, porque la sentencia pronunciada por éstos será atacada ante la Corte mediante el amparo; y sea que este alto tribunal confirme o revoque aquel fallo, tendrá el derecho de revisión sobre la justicia local, produciendo el desprestigio de ésta;

"…II. Los Estados, por sus tribunales, deben sentenciar definitivamente los litigios y las causas criminales de los habitantes sometidos a su soberanía y no deja nunca su justicia en manos ajenas, porque resulta curioso que un Estado que se llama soberano, no pueda impartir justicia;….”

Como al Padre Mier, no se le tomó en cuenta.  La voz  del porfirista apóstata del porfirismo,  ya motejado como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, era obligatoria “porque sí”. La nueva Constitución mantuvo la vigencia de las leyes expedidas por “…quince uñas…” como el pueblo motejaba al innegable autor de nuestro sistema judicial, Antonio López de Santa Anna.
   La “libertad y soberanía” de los Estados “federados” desapareció para siempre como quedó borrado el artículo 160 de la  Constitución de 1824 que señalaba:
Artículo 160. El Poder Judicial de cada estado ejercerá por los tribunales que establezca o designe la Constitución; y todas las causas civiles o criminales que pertenezcan al conocimiento de estos tribunales serán fenecidas en ellas hasta su última instancia y ejecución de la última, sentencia."

 Así convenía a los vencedores, no al País y, así quedó.
Irresponsablemente no nos dimos cuenta de que, la “justicia federal”, única y absoluta iba a crecer y crecer hasta hacerse verdaderamente monstruosa y la justicia de los Estados, poco a poco ha ido desapareciendo.
  Hoy la “justicia” federal es un caos y la ilusoria “ justicia de los Estados “federados” un fantasma.  
Faltaba todavía lo peor. Como mortal puntillazo a nuestra democracia,  se creó en el Poder Judicial Federal  el Tribunal Federal Electoral  que cerró el círculo vicioso en el que nos encontramos. Las elecciones de diputados y senadores eran calificadas y discutidas públicamente por diputados y senadores.  Se hurgaba en los “paquetes electorales”….El Poder Legislativo era, al menos de nombre, un verdadero poder.  Cierto que las leyes que emitía le llegaban del Poder Ejecutivo pero había “división de poderes” como la Constitución señala.
Hoy, un solo poder, el Poder Ejecutivo que legisla mediante las “iniciativas” que manda al dizque Poder Legislativo, y un solo poder, el Ejecutivo que maneja , vía Suprema Corte de Justicia y “poder judicial federal mediante el ilusorio “juicio de Amparo”,  todos los actos administrativos, legislativos, civiles, penales  y hoy, electorales en los que intervienen los gobernados de este sufrido país “democrático”.
No nos engañemos.  Vivimos en un País corporativizado en el que la cantada “democracia”  es como señalaba Sor Juana Inés de la Cruz es solo “….un engaño colorido…”
¿Tiene remedio? ¡Si, desde luego!, pero salir de una situación similar hace ciento tres años,  nos costó un millón de vidas y pérdidas económicas de las que nunca nos hemos recuperado,  debido, entre otras cosas, a la terrible corrupción que ha existido en los gobiernos que siguieron al interinado de Adolfo de la Huerta, derivados todos de “golpes” o fraudes electorales.
Se nos antoja un remedio puesto en práctica hace mas de cien años por el Segundo Conde de Revillagigedo cuando llegó a la Nueva España como  Virrey, que de entrada puso en orden los problemas que aquejaban a la Colonia, y que reveló en el juicio de residencia al que se le sometió cuando dejó el cargo que para eso,
“… Encarcelo a todos los funcionarios judiciales y nombró en su lugar a “legos” porque  “…la corrupción solo existe donde la justicia la permite…”


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