Joaquín Ortega Arenas.
En
el Congreso Constituyente 1823-1824
Servando Teresa de Mier advirtió
que en México siendo un País tradicionalmente centralizado, no podría haber
federalismo, y no fue escuchado, El tiempo le ha dado la razón. En el
Constituyente 1916-1917 el diputado Guanajuatense Hilario Medina Gaona, señaló
"I. En las reglas del artículo 107 del
proyecto se establece el amparo contra sentencias definitivas pronunciadas en
juicios civiles y en juicios penales. Esto nulifica completamente la
administración de justicia de los tribunales comunes de los Estados, porque la
sentencia pronunciada por éstos será atacada ante la Corte mediante el amparo;
y sea que este alto tribunal confirme o revoque aquel fallo, tendrá el derecho
de revisión sobre la justicia local, produciendo el desprestigio de ésta;
"…II. Los Estados, por sus tribunales,
deben sentenciar definitivamente los litigios y las causas criminales de los
habitantes sometidos a su soberanía y no deja nunca su justicia en manos
ajenas, porque resulta curioso que un Estado que se llama soberano, no pueda
impartir justicia;….”
Como
al Padre Mier, no se le tomó en cuenta.
La voz del porfirista apóstata
del porfirismo, ya motejado como Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista, era obligatoria “porque sí”. La nueva
Constitución mantuvo la vigencia de las leyes expedidas por “…quince uñas…” como el pueblo motejaba
al innegable autor de nuestro sistema judicial, Antonio López de Santa Anna.
La “libertad
y soberanía” de los Estados “federados”
desapareció para siempre como quedó borrado el artículo 160 de la Constitución de 1824 que señalaba:
Artículo 160. El Poder Judicial de cada estado
ejercerá por los tribunales que establezca o designe la Constitución; y todas
las causas civiles o criminales que pertenezcan al conocimiento de estos
tribunales serán fenecidas en ellas hasta su última instancia y ejecución de la
última, sentencia."
Así convenía a los vencedores, no al País y,
así quedó.
Irresponsablemente
no nos dimos cuenta de que, la “justicia federal”, única y absoluta iba a
crecer y crecer hasta hacerse verdaderamente monstruosa y la justicia de los
Estados, poco a poco ha ido desapareciendo.
Hoy la “justicia” federal es un caos y la
ilusoria “ justicia de los Estados “federados” un fantasma.
Faltaba
todavía lo peor. Como mortal puntillazo a nuestra democracia, se creó en el Poder Judicial Federal el Tribunal Federal Electoral que cerró el círculo vicioso en el que nos
encontramos. Las elecciones de diputados y senadores eran calificadas y
discutidas públicamente por diputados y senadores. Se hurgaba en los “paquetes electorales”….El
Poder Legislativo era, al menos de nombre, un verdadero poder. Cierto que las leyes que emitía le llegaban
del Poder Ejecutivo pero había “división de poderes” como la Constitución
señala.
Hoy,
un solo poder, el Poder Ejecutivo que legisla mediante las “iniciativas” que
manda al dizque Poder Legislativo, y un solo poder, el Ejecutivo que maneja ,
vía Suprema Corte de Justicia y “poder judicial federal mediante el ilusorio
“juicio de Amparo”, todos los actos
administrativos, legislativos, civiles, penales
y hoy, electorales en los que intervienen los gobernados de este sufrido
país “democrático”.
No
nos engañemos. Vivimos en un País
corporativizado en el que la cantada “democracia” es como señalaba Sor Juana Inés de la Cruz es
solo “….un engaño colorido…”
¿Tiene
remedio? ¡Si, desde luego!, pero salir de una situación similar hace ciento
tres años, nos costó un millón de vidas
y pérdidas económicas de las que nunca nos hemos recuperado, debido, entre otras cosas, a la terrible corrupción
que ha existido en los gobiernos que siguieron al interinado de Adolfo de la
Huerta, derivados todos de “golpes” o fraudes electorales.
Se
nos antoja un remedio puesto en práctica hace mas de cien años por el Segundo
Conde de Revillagigedo cuando llegó a la Nueva España como Virrey, que de entrada puso en orden los
problemas que aquejaban a la Colonia, y que reveló en el juicio de residencia
al que se le sometió cuando dejó el cargo que para eso,
“… Encarcelo a todos los
funcionarios judiciales y nombró en su lugar a “legos” porque “…la corrupción solo existe donde la justicia
la permite…”
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