Joaquín Ortega Arenas.
Escuché en alguna
ocasión decir a alguien que ni siquiera recuerdo quien fue, que no “…hay nadie en el mundo tan latoso, tan sucio, tan chillón, tan
inoportuno, tan destructor, ni tan necesario como los niños…” y vaya si tenía
razón. Todo aquel que es padre lo sabe de cierto, y las madres, lo resienten
dentro de sí desde nueve meses antes de que se conviertan en niños, en que se
inician los ascos, los mareos, y un cúmulo más de molestias físicas y mentales…
La edad propiamente
“delictiva”, se inicia cuando aprenden a caminar. Daño en propiedad ajena es el
delito que mas cometen. Lámparas, platos, juguetes que a elevado precio se les
compran y ….los desbaratan para ver cómo funcionan, etc. ¡Ya es tiempo de
acabar con esa tremenda delincuencia infantil!, pero ¿Cómo? Muy sencillo, que
el Estado que es quien tiene los medios, se encargue de ellos, de su educación
de su alimentación, por medio de grandes “prisiones” atendidas por pedagogos,
educadores, médicos, enfermeras, sociólogos y psicólogos que, juntos nos van a dar nuevas generaciones de personas utilísimas para la sociedad. De paso, se logrará que los matrimonios que ya
no quieren tener hijos por la dificultad de sostenerlos den fin a esa
disminución poblacional que está convirtiéndose en un verdadero peligro.
Leímos en los Diarios
que nada más ni nada menos que el señor Presidente del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal Don Edgar Elías Azar envió una iniciativa a la
Asamblea de Representantes del Distrito Federal para reducir a doce años la
edad penal sustituyendo tal vez, el principio fundamental de culpabilidad, por
el de peligrosidad.
Nos parece extraño,
pensamos que no se respetará, en caso de ser aprobada la nueva ley, algo tan
sustancial como la inocencia, que define el Diccionario de la Lengua Española
como:
Inocencia
1. f. Falta de culpa:
2. la inocencia de la infancia.
3. Exención de toda
culpa en un delito o en una mala acción:
tuvo que esperar al juicio para demostrar su inocencia.
tuvo que esperar al juicio para demostrar su inocencia.
4. Ingenuidad, falta de
malicia: le conquistó la inocencia de su mirada.
Incorporar a los
adolescentes de doce años en adelante al grupo delincuencial, es desde luego negar derechos humanos a los menores infractores, como la
presunción de inocencia, el principio de culpabilidad, el derecho de defensa, a
más de que, las únicas leyes inviolables que existen, son las leyes de la naturaleza, y no han determinado esas leyes ni
podrán determinar jamás, en forma general, cuando termina la
inocencia en los humanos.
Como abogado
postulante me han tocado, entre otros, casos en que una pandilla de mozalbetes
que se formó en las calles de Piedras Negras, Colonia Roma, pandilla que capitaneaba un tal “Parras”, se dio un día a la tarea de
lapidar transeuntes y autobuses de transporte urbano. Obviamente, la policía hizo su aparición y se llevaron a seis o siete,
no recuerdo cuantos, a la Delegación más cercana, en la que el Agente del
Ministerio Público Adscrito inició el levantamiento de atas. Me llamaron y
cuando llegué, varios padres y madres de los detenidos estaban ya suplicando
por la libertad de sus hijos. El Agente del Ministerio Público me indicó que si yo hablaba con
los ofendidos y aquellos desistían de sus acusaciones, no tendría empacho en enviarlos al Juez Calificador para que determinara sanciones
pecuniarias. Lo hice: pagué daños y después multas de sesenta pesos por cada
detenido. Salieron libres y hoy, todos ellos son personas
respetables, algunos hasta Altos funcionarios judiciales.
¿Qué hubiera sucedido
si, no obstante ser menores a los 21 años que ese entonces era el límite inferior de la responsabilidad penal, los
consignan y mandan a la cárcel?
Lo más probable es
que en esa verdadera universidad del crimen que son todas nuestras
cárceles, hubieran perdido de golpe y
porrazo la inocencia natural de los adolescentes y los niños y se hubieran
convertido en verdaderos delincuentes.
¡Qué bueno sería en la vida de nuestros hijos, que conservaran la inocencia, el candor, y la pureza de una criatura!
Y un comentario
aparte para la Ciudad de Vanguardia en que vivimos. Está tan, pero tan
adelantada que todos los trámites que necesariamente debemos realizar los “gobernados”
ante ella, son inalcanzables….colas, colas y colas de tres o cuatro a seis horas en cada
ventanilla en oficinas destinadas ya
descaradamente a“mercados sobre ruedas”, sin excluir, desde luego, al
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal,…… ¡ METAS VERDADERAMENTE INALCANZABLES!
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