En el mundo
entero, agosto ha sido testigo de masacres y tragedias naturales únicas y
desoladoras. El 24 de agosto de 79 de
nuestra era, hizo erupción el Vesubio, y según datos conservadores causó la
muerte a mas de 25 000 personas en las ciudades de Pompeya y Herculano ubicadas
a orillas del Mar Mediterráneo en un lugar cercano a la actual ciudad de
Nápoles; en 1099, los “cristianos que integraban la Primera Cruzada ,
tomaron Jerusalén, y pasaron a cuchillo y quemaron a cerca de 70 000
“infieles”. Cuentan las crónicas que la sangre que corría por las calles les
llegaba cerca de la rodilla a los asesinos; también un 24 de agosto, pero en el año de 1554 los increíbles odios
religiosos causaron en Francia lo que se ha llamado la Noche de San Bartolomé, en que en forma
conservadora fueron asesinadas más de 15 000 personas.
En México, el día
13 de agosto de 1521, los conquistadores españoles auxiliados por indígenas
tlaxcaltecas, huexotzincas y de otras etnias, asesinaron después de tomar la
Gran Ciudad de Tenochtitlán, según versión de Bernal Díaz del Castillo, a
“más de sesenta mil indígenas. El número exacto jamás será conocido, pero la
etnia mexica quedó extinguida en el altiplano de México. Sólo quedaron las
guarniciones desparramadas por toda la geografía de lo que hoy es nuestra
Patria, en Nautla, Veracruz, Zinacantan, Chiapas, Tlaxmalac en los límites de
los estados de Morelos y Guerrero, y en alguna partes del Estado de Zacatecas
que, pese al tiempo transcurrido siguen conservando orgullosamente el idioma
Nahuatl, al que llaman “mexicano” y
todas sus costumbres tradicionales.
Entre nuestras
masacres más famosas se encuentra aquella,
maravillosamente relatada en la prosa perfecta de Martín Luis Guzmán en
“El Águila y la Serpiente ”,
que intituló “la Fiesta
de las Balas” y en la que relata como
Rodolfo Fierro asesinó a balazos a más de 300 prisioneros reunidos en un
corral, uno a uno. Esta masacre es y ha
sido insuperable hasta hoy, aunque en San Fernando, Tamaulipas fueron
asesinados y enterrados en una fosa clandestina por quién sabe quien, 71
indocumentados centroamericanos que pretendía pasar a los Estados Unidos; de 51 presos sacados por tropa federal del
Presidio de Cienguillas en el Estado de Zacatecas que se dijo que se habían fugando, sin que
apareciera jamás rastro de ninguno de ellos;
sigue en importancia, de las masacres conocidas, desde luego la muerte
de 49 niños calcinados en una guardería
infantil en la Ciudad
de Hermosillo; el asesinato en las cercanías del paraje “La Marquesa ” en el Estado de
México de 21 personas aun sin identificación
y una interminable serie de asesinatos de grupos entre 20 y 50 personas en
Veracruz y otros Estados, degollados, desmembrados, abandonados en autos,
camiones, camionetas o simplemente tirados en la calle o bajo un puente que , según
datos publicados por el INEGI, hasta el día 31 de julio de 2112 ascienden
ya a 97199 en los últimos cinco años y
con la absoluta frialdad de las estadísticas, en este último año han sido asesinadas
diariamente 74 personas, a razón de 3 por hora, es decir, una cada 20 minutos.
Al paso que lleva la “delincuencia”, en
unos cuantos días más rebasaremos los 100000 asesinatos de personas inocentes,
culpables o simplemente “daños colaterales” de la masacre que denominamos “Guerra contra la delincuencia organizada”.
La verdad , esa
cifra gubernamentalmente proporcionada por el INEGI ya implica algo más que una simple masacre y
resulta urgente que se averigüen , una a una, todas las muertes violentas. De
otro modo nunca habrá justicia. Detrás de cada uno de los homicidios cometidos,
existe una familia, madres, padres, hermanos, hijos en el abandono que
reclaman el esclarecimiento de los hechos
y el castigo de los responsables sean quienes sean, y de todos aquellos funcionarios que con su OMISIÓN
o indiferencia han prohijado esas muertes. Parafraseando los juramentos de
nuestros funcionarios, en especial de los encargados de la Procuración de
Justicia y si eso no llega, puede que haya gato
encerrado.
¡LA PATRIA OS LO DEMANDE!
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