Joaquín
Ortega Arenas.
Hay, en las cercanías de Berlín una vieja casona, hoy museo, que los alemanes llaman "El Castillo de la Justicia ". Cuenta la tradición que se trata de un viejo
molino habitado en tiempos de Federico el Grande por una familia que, generación tras generación,
había elaborado pan para llevarlo todas las madrugadas a
vender a la cercana ciudad de Berlín.
No había amanecido, y ya, día tras día, en
varias bestias con grandes canastas los panaderos llevaban a la ciudad el pan
que durante todo el día anterior habían elaborado, historia diaria repetida durante tres o
cuatro generaciones.
Un buen día, el poderoso soberano
decidió adquirir todos los terrenos aledaños al viejo molino para formar un coto de caza para su diversión y la
de sus cortesanos. Adquirió de grado o por fuerza uno a uno todos los predios
que requería para su personal capricho,
y se notificó al panadero que
debía desocupar para dar paso a los deseos del soberano. El viejo descendiente de la familia que
durante generaciones había ocupado el lugar se negó a hacerlo. Indignado el
poderoso soberano envió a la fuerza pública a que desalojara al terco panadero
y éste, recurrió a los Tribunales de Berlín,
y sentenció iracundo. ¡ No voy a dejar el lugar que ha sido
sostén de mi familia durante generaciones , y no lo dejaré mientras haya
jueces en Berlín!
Inició un largo litigio que, contando con
la imparcialidad y valor de los jueces de Berlín, ganó a pesar de las inmensas
influencias del soberano. El poderoso
monarca tuvo que respetar la propiedad del viejo panadero, y el
molino, hoy conocido como "El Castillo de la Justicia ",
es testimonio aun vivo de lo que
significa una justicia eficaz e imparcial.
A escasos quince kilómetros de la base de
la torre derecha de la
Catedral de México, en lo que fue el lago de Texcoco, se
encuentra ubicado el Pueblo de San Salvador Atenco. Sus pobladores ocuparon una porción del seno desecado del
antiguo lago salado cuando, por la necedad y capricho de las habitantes de la
gran ciudad y la ambición y ceguera de
los gobernantes , se ordenó su desecación total, sin pensar siquiera que el
Valle de México era una cuenca lacustre
alimentada por mas de catorce ríos, creada por la naturaleza en un
valle cerrado a los vientos, que en una época fue considerada por don
Alfonso Reyes, "la región mas transparente del aire", en la que nuestros
antepasados texcocanos y mexica,
realizaron incomparables obras hidráulicas que hoy se antojan
verdaderos milagros, como el llamado
"albarradón de Netzahualcoyotl", que separó dentro de la cuenca, las
aguas saladas del Lago de Texcoco, de
las dulces aguas de los lagos de Xochimilco, Chalco, Xaltocan y Zumpango, y
sobre todas las cosas, idearon y construyeron
las "chinampas", milpas flotantes de las que obtenían toda
clase de legumbres y flores, así como obras secundarias que les permitieron
regular las crecientes del lago y controlar las inundaciones que asolaban a la
gran Ciudad cíclicamente.
La desecación de lago y la desaparición de todas las corrientes de agua
superficiales y depósitos acuíferos,
pronto tuvo sus nefastas consecuencias, la peor de todas, destruir por completo la ecología de la zona
lacustre para convertirla en un inmenso páramo de asfalto y cemento.
Los campesinos que ocuparon parte de las
tierras "ganadas" al lago,
lavaron las tierras salitrosas y tras una ardua labor lograron en
muchos, pero muchos años de trabajo, convertirlas en tierras productivas en las
que siembran y cosechan, maíz, calabaza,
hortalizas y flores, pero... en México, la tierra, único objeto que nos
ha dado generosamente la naturaleza, no es para trabajarla, es para convertirla en medio de
enriquecimiento fácil, sin trabajar, es
un bien de especulación, no de trabajo, y llegó el día en que los ciegos
gobernantes decidieron hacer un
magnífico negocio con las tierras
"ganadas al lago salado" a como diera lugar, caiga quién
caiga y en contra de todas las leyes de
la naturaleza, construir un gran aeropuerto. Gran derrama de dinero, gran
inversión con las ganancias respectivas
para los "contratistas gubernamentales", y sobre todo, tremenda
especulación con los terrenos aledaños que se pagarían a los desarrapados e
indefensos campesinos que con sudor y
lágrimas lograron el milagro de hacerlas
productivas, a precio inferior a las limosnas,
para convertirse en oficinas, habitaciones "decentes"
comercios etc. vendidas a miles de pesos el metro cuadrado.
No importa que los habitantes del valle
estemos condenados a muerte por la contaminación existente que se
verá aumentada terriblemente por la operación
de centenares de aviones que en solo un minuto en que dura su
despegue, contaminan mas que trescientos
automóviles en un día entero de operación.
Tampoco importa nada que el subsuelo blando del
antiguo lago encarezca la consolidación de las pistas de aterrizaje. Bussines are Bussines. No importa que el golpe constante de los aviones al
aterrizar a mas de cuatrocientos kilómetros por hora, deteriore minuto a minuto las estructuras
ubicadas sobre el blando suelo del lago.
"Bussines are bussines". Si es necesario masacrar a los necios que se
oponen, que se les masacre. "Bussines
are bussines". Menos importa que los ilusos campesinos, creyendo
que "..Hay jueces en México..." hayan solicitado un amparo en contra de la expropiación de sus
tierras y se les haya concedido la suspensión, hasta que se resuelva en el
fondo. No importa nada. "Bussines are bussines..." y
adelante. Fueron atacados por la policía
del Estado de México, heridos y
encarcelados, violadas sus mujeres pero no cejaron en su lucha.
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