11/28/2011

LOS FERROCARRILES.

Joaquín Ortega Arenas.

Uno, si no el más importante, de los inventos que junto con la imprenta trajeron a las civilizaciones el inicio del progreso y desarrollo al que han llegado hasta la fecha, indudablemente es el de los Ferrocarriles, que vinieron a sustituir el movimiento de humanos y mercancías que prestaban carros arrastrados por bestias, que podían ser del tamaño necesario para que los caballos o bovinos que proporcionaban la fuerza, pudieran arrastrarlos. Se inventaron rieles de diversos materiales, como un paso más para obtener resultados óptimos a este medio de trasporte, pero no fue hasta las postrimerías del Siglo XVIII cuando, empleando los motores movidos por vapor se logró el avance más notorio de ese medio de transporte, haciéndolo más rápido, de mucha mayor capacitad y dinámico, con la consecuencia de llevar todo a todas partes en un tiempo mínimo. Ya durante el primer tercio del Siglo XIX, se construyó en Inglaterra la primera vía con ancho de 1.435 milímetros, que fue adoptada mundialmente para la construcción de vías férreas.

En México, por Decreto de 22 de agosto de 1837, el Presidente Anastasio Bustamante otorgó permiso a Francisco de Arrillaga para la construcción de una vía férrea entre México y el Puerto de Veracruz. En medio de invasiones extranjeras, guerras civiles, asonadas y motines la construcción de vías férreas siguió en forma apresurada, sobre todo durante el Gobierno de Porfirio Díaz, en cuyo último período tenía más de veinticuatro mil kilómetros de vías en explotación.

La “Revolución” casi acabó con esa infraestructura. Las compañías propietarias de los ferrocarriles la sustituyeron en tiempo record, proporcionando al País ese insustituible medio de comunicación que dio servicios óptimos hasta la expropiación de los Ferrocarriles por Lázaro Cárdenas en 1938.

A partir de esa fecha, y hasta el día en que Vicente Fox declaró desaparecidos los Ferrocarriles Nacionales, se habían construido 230 kilómetros de vías. Es indudable que la reinversión permanente en ferrocarriles, habría hecho de México un gran país, pero se interpuso a ese desarrollo la construcción de carreteras y el otorgamiento de concesiones para transporte, a individuos y empresas manejadas por extranjeros, así como la apertura total para importación de vehículos de transporte de personas y carga e inclusive la fabricación de ese tipo de unidades por empresas extranjeras, lo que ha tenido como consecuencia el encarecimiento, en perjuicio de los usuarios y del País, todo, del precio de fletes y pasajes por vía carretera.

No escuchamos el consejo del autor del renacimiento alemán después de la Segunda Guerra Mundial Dr. Djalmar Schat que, interrogado acerca de ese milagro, -contestó- “…No se trata de ningún milagro. Construimos vías férreas y ferrocarriles, y también Fábricas de Ácidos que son la base del progreso de cualquier nación…” .

En México, a partir de la Administración Obrera de los Ferrocarriles Nacionales, la decadencia del sistema se hizo patente. Los Directores de los Ferrocarriles, designados de entre los “amigotes” del Señor Presidente poco sabían, y nunca aprendieron, del manejo de las empresas ferroviarias. Paralelamente, decenas de políticos-empresarios recibieron como gracia del Estado, permisos “de ruta” para pasajeros y carga y facilidades para adquirir los vehículos necesarios. Ante la desaparición de los Ferrocarriles, sus “negocios” prosperaron a un grado tal, que… compañías extranjeras los han adquirido.

A nadie ha importado el encarecimiento de los servicios de transporte. ¡El pueblo paga!

Llegó lo que tenía que llegar: Vicente Fox declaró “la desaparición de los Ferrocarriles Nacionales” y su remate al ilusorio precio de $ 0.68 (sesenta y ocho centavos el kilo) según licitaciones publicadas en Internet, pero el kilo en general, desde computadoras, mobiliario, equipo, vías, rieles, durmientes, máquinas Diesel, vehículos, etc., sin distinción.

Hoy recorren un 80% de las vías “desaparecidas” sin recato alguno, ferrocarriles norteamericanos (Santa Fe Trails, Kansas City, etc.) en convoyes de cincuenta y sesenta carros; los que en el rumbo del Bajío transportan granos, han sufrido varios asaltos de los que nos enteramos los vecinos de la zona nada más. Alguna nota aislada da cuenta de ellos en uno que otro medio de difusión. Pero en el Bajío la voz corre. “Son asaltados por centenares de personas que “roban” parte de esos granos … “para comer”.

11/16/2011

ACCIDENTES RAROS

Joaquín Ortega Arenas

Allá, en el ya lejano año de 2005, un helicóptero en el que viajaba el Secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal, se estrelló, literalmente, contra un cerro. Los datos técnicos del helicóptero señalaban que era imposible que se estrellara de frente contra algún objeto, porque tenía al último grito de la moda, un altímetro que detectaba la cercanía de cualquier objeto y elevaba automáticamente al aparato. Muy, pero muy moderno y eficaz, pero no funcionó y el alto empleado que viajaba en él, quedó como el aparato, hecho pedazos: “se investigarán las causas del accidente hasta sus últimas consecuencia, caiga quien caiga”… ¡Puro cuento! ... ni se investigaron ni cayó nadie. Si la promesa hubiera sido cierta, estarían en la cárcel los encargados de la vigilancia y verificación del aparato, que no detectaron que el eficacísimo altímetro automático… no funcionaba. El tiempo dejó caer su capa de polvo sobre el accidente y ya ni quién se acuerde de la desgracia en la que murió el Secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal.

Hace poco más o menos tres años que el Secretario de Gobernación del Gobierno Federal falleció igualmente, en un accidente de aviación. Venía de San Luis Potosí el jet y se vino a tierra literalmente “a plomo” sobre una calle aledaña a la Fuente de Petróleos Mexicanos en el Paseo de la Reforma. Milagrosamente, lo que en esos momentos quedaba del aparato, en su caída entró, como con calzador en una calle de diez metros de ancho, sin tocar las paredes de edificios de diez pisos ubicados en esa calle. Otra vez, “Se investigarán las causas del accidente hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga”. No se necesita ser un técnico en aviación para darse cuenta de que un avión sólo cae “en picada” si se le ha caído la cola, salvo el caso de los aviones “Stuka” alemanes, que estaban expresamente diseñados para bajadas en esa forma. Otra vez, “el tiempo dejó caer su capa de polvo sobre el accidente” y ya ni quién se acuerde de que murió el Secretario de Gobernación del Gobierno Federal.

El día once del presente mes, se estrelló en un paraje cercano a la población mexiquense de Chalco, un helicóptero de la Presidencia de la República que conducía al Secretario de Gobernación y algunos otros acompañantes. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes por voz de su titular sólo ha dicho cosas totalmente sin sentido: el alto (sí, con minúscula) funcionario ignora totalmente los hechos y habla y habla. Para empezar, ha omitido señalar que el helicóptero siniestrado, que no tenía “caja negra” que registrara todos sus datos y condiciones, que no era de la clase llamada “Puma”, que había pertenecido a una casa de juego de Las Vegas que lo utilizaba para llevar turistas a recorrer el Cañón del Colorado; que cuando fue adquirido por el Gobierno en el año de 1987, ya tenía SIETE MIL QUINIENTAS HORAS DE VUELO; y, lo peor, ha mentido al afirmar que estaba continuamente bajo vigilancia señalando que la última revisión se le había hecho el día 6 de noviembre de 2011. Ha salido a la luz, relatado por los propios actores en el caso, que el día anterior al accidente hizo un viaje a la ciudad de Colima y que como venía fallando se le hizo una rápida verificación.

Independientemente de esa cadena de mentiras, se ha dado a conocer el Plan de vuelo del día del accidente: del hangar presidencial, al Campo Marte, en donde sería abordado por sus pasajeros y de ese lugar a la ciudad de Toluca en línea recta, sobrevolando la serranía de Las Cruces. Se comenta que el piloto, sin aviso alguno cambió el plan de vuelo y pretendió llegar a la ciudad de Toluca librando la Sierra de la Cruces por el Valle de Chalco, camino más largo pero que permitía eludir el ascenso sobre Las Cruces; sin embargo, tampoco pudo sobrevolar la pequeña sierra de Tlalmanalco.

Los vecinos del paraje en el que se registró el accidente señalaron que habían oído el ruido de los motores del aparato fallando y de repente un estallido. Insisto, no se necesita ser un técnico en aviación para suponer que al aparato le faltó fuerza para seguir la ruta trazada; el piloto, seguramente para no fallar en su cometido tomó la del Valle de Chalco, y los motores empezaron a fallar. El estallido que oyeron los testigos, bien pudo provenir de que la fatiga de los metales, la que Wikipedia define como:

En ingeniería y, en especial, en ciencia de materiales, la fatiga de materiales se refiere a un fenómeno por el esfuerzo. Aunque es un fenómeno que, sin definición formal, era reconocido desde la antigüedad, este comportamiento no fue de interés real hasta la Revolución Industrial, cuando, a mediados del siglo XIX comenzaron a producirse las fuerzas necesarias para provocar la rotura con cargas dinámicas.

Un aparato con veintinueve años de uso, siete mil quinientas horas del vuelo, mal atendido, bien pudo sufrir de la fatiga de los metales, no sólo en sus motores, sino en todo su fuselaje y tren de aterrizaje, por ruedas, y desgraciadamente al tratar de tomar tierra el piloto, le resultó imposible y se estrelló de frente en una irregularidad del terreno. Los tripulantes y pasajeros deben haber sufrido la angustia de saber que iban a morir durante un lapso de más de diez minutos, pero ya vendrá el tiempo con su polvo de olvido a sanar la terrible herida que casos como éste, debido a la corrupción de propios y extraños, nos ha causado.

11/07/2011

EL ÚNICO REMEDIO.

Joaquín Ortega Arenas

“… la corrupción sólo existe donde la justicia la permite…”

Juan Vicente de Güemes

Segundo Conde de Revillagigedo.

Es en vano que tratemos de engañarnos. Nuestra querida Patria está enferma de las más grave de las enfermedades que afectan y han afectado a los pueblos de la Humanidad desde hace muchos siglos: “La Corrupción”, en todos sus órdenes.

Todos los movimientos sociales importantes han sido motivados por la existencia de la corrupción. De entre esos movimientos, uno, el llamado “la Revolución Francesa”, originado por la escandalosa corrupción de la nobleza, desembocó en el nacimiento de una nueva era para el mundo entero. A partir de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y el Código Civil Francés de 1890, nada es igual. La corrupción de la corte rusa determinó el nacimiento de la URSS. La corrupción del régimen de Fulgencio Batista en Cuba, el de la heroica Cuba que conocemos , pese al brutal bloqueo económico que han ejercido sobre ese jirón de Latinoamérica , nos ha venido a enseñar hace unos cuantos días , lo que significan la dignidad, la educación y el respeto por una juventud, que en los recientes juegos Panamericanos obtuvo 20 medallas de oro, contando sólo con 11 millones 177,743 habitantes; Estados Unidos, obtuvo 82 medallas de oro, siendo un País con 308 millones, 745 538 habitantes lo que nos obliga a reconocer la inmensa diferencia entre las juventudes de los Estados Unidos y Cuba que, además ha logrado el primer sitio mundial en medicina.

Deberíamos pensar en emular a esa pequeña República del Caribe, seguramente libre de Sindicatos de Trabajadores de la enseñanza y otras zarandajas. La República Popular China se formó por la protesta del pueblo campesino, por la corrupción del gobierno de Chiang Kai-Shek, y tomó vida el 1 de octubre de 1949. En sólo 62 años sin corrupción, China se ha convertido en la más poderosa de las naciones de la tierra.

La corrupción, como lo señalara con conocimiento de causa y razón el Segundo Conde de Revillagigedo, Virrey de la Nueva España del 16 de octubre de 1789 al 11 de julio de 1794 “…sólo existe donde la justicia la permite…”. Insisto, en México ha existido desde la conquista, la colonia y el México Independiente sin que la justicia “note” esa tremenda lacra, porque así ha convenido a los detentadores del Poder. La constitución federal de 1824 fue el resultado de la lucha entre centralistas y federalistas y recogió ideas de la Constitución Norteamericana; estableció el principio de división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial, la religión católica, y la forma de gobierno representativa, popular y federal, señalando como las partes de esa federación, “…los estados y territorios que se acaban de crear…”, con lo que traicionó desde su nacimiento al sistema federal que se crea por la reunión de estados ya existentes.

Surgieron como fuerzas políticas, el Partido Conservador y el Partido Liberal. El Primero formado por las clases superiores, pretendía un gobierno central tendiendo hacia la monarquía. El segundo, propugnaba por un gobierno republicano y federativo. La lucha entre ambas corrientes sigue vigente hasta nuestros días con la sola variación de nombres. Una reforma ocurrida en 1836, volvió el País al Centralismo.

En el año de 1947 en plena efervescencia por la guerra con los Estados Unidos, se dictó un “acta constitutiva y de reformas “ en las que se señaló la vuelta al Federalismo, la elección directa de diputados, senadores, presidente de la Republica y magistrados de la Suprema Corte , y se sentaron las bases para una dictadura en tanto se otorgó al Congreso la facultad de dictar leyes que restringieron los derechos de los estados federados, entre los que el más grave fue prohibir que se anularan localmente las violaciones constitucionales, reservando esa facultad para la Federación.

El Estado de Yucatán, descontento por el régimen centralista enmarcado en la entonces vigente Constitución de 1836, conocida como Las Siete Leyes de 1836, amenazó con separarse de la República mexicana. Con la consiguiente preocupación, se le otorgó la facultad de legislar su propio régimen jurídico, como si se tratase de un Estado federalista dando origen a la Constitución de Yucatán del 31 de marzo de 1841. Esta constitución recogió en el artículo 53, un proyecto elaborado por Manuel Crescencio Rejón, que expresaba textualmente: "Corresponde a este tribunal reunido, [la Corte Suprema de Justicia]: 1º. Amparar en el goce de sus derechos a los que pidan su protección contra las providencias del Gobernador o Ejecutivo reunido, cuando en ellas se hubiese infringido el Código Fundamental o las leyes, limitándose en ambos casos a reparar el agravio en la parte que procediere".

Así se habló por primera vez del amparo, existente en Suiza hasta 1320, y en la España de Alfonso X, en el que era facultad real, ahora decretado por órganos jurisdiccionales para combatir agravios contra las garantías individuales, plasmado en el proyecto de Rejón y en la Constitución yucateca de 1841. La reforma se convirtió en un arma del poder en contra de los ciudadanos, cuya autoría correspondió a Mariano Otero. En el artículo 25 del Acta de Reformas 1847, se estableció el juicio de Amparo como monopolio de la Federación, y limitados sus efectos sólo al quejoso, lo que determinó que leyes y actos declarados inconstitucionales por la dúctil justicia federal, se verificaran y aplicaran libremente plasmado en la Constitución Federal de 1857, y 60 años más tarde, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, actualmente vigente en el país. Desde su nacimiento, el juicio de amparo fue literalmente castrado y como señalamos, convertido en arma del Estado empleada en contra de los ciudadanos. Las interpretaciones que la Justicia Federal da a la constitución, como señaló un Señor Ministro hace poco en sesión Pública, ha determinado que “… La constitución dice lo que la Suprema Corte quiere que diga…”

Hoy, afortunadamente tenemos el remedio a la mano. Se ha desaparecido el “Principio Otero” y las ejecutorias en las que se haga una interpretación directa de la Constitución, serán vigentes erga homnes. Sólo nos falta que se vuelva al proyecto de Manuel Crescencio Rejón en relación con la vigilancia y aplicación de la legalidad, la que, siendo la base de todas las instituciones y los gobiernos democráticos, debe ser observada y vigilada en todos los órdenes judiciales, del fuero común o federal, no sólo por la Justicia Federal sino por todos los órganos impartidores de Justicia. La vigilancia y aplicabilidad de la legalidad no pertenece al Derecho Constitucional. Es como señalamos, la base del derecho establecida en todos los Códigos Civiles del País y como artículos 8, 2224 y 2226 del Código Civil Federal que señalan:

Artículo 8o.- Los actos ejecutados contra el tenor de las leyes prohibitivas o de interés público serán nulos, excepto en los casos en que la ley ordene lo contrario.

Artículo 2224.- El acto jurídico inexistente por la falta de consentimiento o de objeto que pueda ser materia de él, no producirá efecto legal alguno. No es susceptible de valer por confirmación, ni por prescripción; su inexistencia puede invocarse por todo interesado.

Artículo 2226.- La nulidad absoluta por regla general no impide que el acto produzca provisionalmente sus efectos, los cuales serán destruidos retroactivamente cuando se pronuncie por el juez la nulidad. De ella puede prevalerse todo interesado y no desaparece por la confirmación o la prescripción.

La Suprema Corte de Justicia ha establecido Jurisprudencia firme para que las nulidades a las que se refiere el precepto trascrito, se tramiten ante los Juzgados de Primera Instancia, y contra esa jurisprudencia se otorgan amparos para que los tramite la Justicia Federal cuando así conviene al “ejecutivo”.

Todas, absolutamente todas las autoridades judiciales están obligadas a vigilar y corregir los actos ilegales, no sólo la Justicia Federal, siendo desde luego la última instancia para esa vigilancia y cumplimiento la Suprema Corte de Justicia, a la que deberán llegar las impugnaciones de ilegalidad después de haber sido examinadas, como señalaba Rejón, por las autoridades del fuero común. Se requiere la Reforma Constitucional correspondiente, pero el beneficio será incalculable. El Poder Judicial Federal, convertido hoy en un monstruo que difícilmente puede controlar a sus miles de miembros, se vería disminuido hasta volver a convertirse en Respetabilísimo Tribunal como lo fue durante muchos años. La designación de los altos funcionarios judiciales debe ser en elección democrática de los mismos , como fue planeado desde la primera Constitución Mexicana, para evitar esos compadrazgos y “gratitudes” que tanto daño le han hecho a la impartición de justicia.

Las intenciones del C. Presidente de la Suprema Corte permiten suponer que se combatirá y castigará la corrupción judicial en todos sus niveles. Esperamos que se continúen todas y cada una de las denuncias en contra de Ministros, Magistrados y Jueces que conserva la Procuraduría General de la República en el mas absoluto secreto, y sean del conocimiento público. Los funcionarios corruptos son la peor escoria de la humanidad.

Corregida esa lacra, principiando por el Poder Judicial tanto Federal como Local, podremos llegar a la meta en que llegó, en sólo cinco años como Virrey, el Segundo Conde de Revillagigedo.