6/29/2007

MEXICO CIUDAD DE LA ESPERANZA.- Tercera Parte

Joaquín Ortega Arenas. Los males que nos aquejan, se han agravado día con día. A la escasez de agua potable, derivada por desaparición de los manantiales de Chapultepec que algún día antes de la llegada de nuestros ”evangelizadores” proveyeron de agua a la gran Tenochtitlan, traída por dos hermosos y bien construidos acueductos que piedra a piedra hemos destruido y del que solo queda, ¡milagro, milagro! un pequeño tramo sobre la Avenida Chapultepec del que corría hasta la Fuente del Salto del Agua, ( no la que hoy conoces querido lector, sino una anterior destruida por los conquistadores y substituida por la que sirvió de modelo a la actual ) y absolutamente nada del que la llevaba por la hoy avenida Melchor Ocampo hasta la Tlaxpana y de ahí hacia el centro de la Gran Tenochtitlán , Recuerdo que en mi infancia, mi padre nos llevaba a admirar todavía algunas partes del los dos acueductos. A la calle que llegaba a la “Fuente del Salto del Agua” por los arcos que conservaba se le llamó “Arcos de Belen”, Del otro acueducto, que corría después de llegar a la Tlaxpana , por la Calzada México-Tacuba y llegaba hasta la esquina del Correo Mayor, quedaban todavía muchos arcos que no nos estorbaban, pero los destruimos de todos modos. Así somos de civilizados. Cada temporada de lluvias, la Ciudad de ahoga. Cada temporada de secas, la ciudad de la esperanza muere de sed y, eso es y ha sido por todo el tiempo transcurrido desde el que el culto Don Hernán Cortés destruyó el Albarradón de Netzahualcoyotl. Sin conocimiento alguno, por mera improvisación y “negocio”, se han llevado a cabo obras y mas obras que a la hora del “agua” aparecen inservibles. Inundaciones y mas inundaciones. Enfermedades de toda índole derivadas de ese fenómenos perpetuo. Destruir el subsuelo del Valle para construir el Tajo de Nochistongo, no fue efectivo, y si causó un daño irreversible a la cuenca lacustre del Valle. Dejar correr el agua por ese tajo , aconsejado por el Alemán Enrico Martínez, tuvo un efecto contrario los días 21 y siguientes del nefasto mes de septiembre de 1629 que ya reseñamos. En cuatrocientos años, a nadie se le ocurrió retomar el plan que trazó el indio inculto y no católico Netzahualcoyotl y reparar el increíble Albarradón. A nadie se le ha ocurrido retomar el sistema de control de las aguas mediante el uso del “tapón” de Pantitlán. Escapa quizá de ese todo de ignorancia y rapiña el Ing. Heberto Castillo, que hizo planes para aprovechar las inmensas cavernas subterráneas del Valle de México. No hubo eco alguno. Las autoridades están sordas y ciegas a todo aquello que no tintinee como el oro. Sin embargo, llegó un sonorense al gobierno del Distrito Federal. Un sonorense acostumbrado a los interminables desiertos del norte que consideró que el agua superficial salía sobrando y entubó los catorce ríos que atravesaban la hasta entonces cuenca lacustre. Fue aplaudidísimo. Construyó viaductos sobre ellos para que pudiera haber acceso a miles y miles de metros cuadrados de terreno vendible y productor del impuesto predial. Para que circularan miles de miles de automóviles que contaminaran hasta convertirlo en veneno letal el hasta entonces espacio “mas transparente del aire”. Llenó la ciudad de espacios ajardinados cuando ya no hay agua para regarlos. Con el entubamiento de los ríos, la poca agua que se trasminaba a los mantos freáticos, disminuyó a tal grado que la ciudad aceleró su hundimiento. Conservo fotografías de nuestra venerada estatua de la Independencia , ¡al nivel del piso del Paseo de la Reforma ! y del Edificio Guardiola, al nivel de la calle San Juan de Letran hoy pomposamente llamada “Eje Central Lázaro Cárdenas”. Aniquilamos también con una infame explotación, los manantiales de Xochimilco, y fijamos definitivamente al suelo ya sin agua las milagrosas chinampas, para construir condominios y cobrar mas y mas impuesto predial. No menciono para nada para que no se me llame calumniador, los altos costos ( obviamente sin recibo a cambio ) de los permisos y licencias para la construcción de los referidos condominios, que deben ser altos por la proliferación de ese tipo de construcciones en una Ciudad de la Esperanza sin agua ni drenajes. Solo en los años de 2003 a 2006, en la Colonia del Valle, se “otorgaron” 402 permisos para construir condominios. Hace algunos años se proyectó una película sobre “Los últimos días de Pompeya” en la que se veía a los alegras habitantes de esa destruida ciudad, indolentes y frívolos dedicados a la diversión y el vicio unos cuantos días antes del 24 de agosto del año 79 de la Era Cristiana . Ellos no tenían la certeza de que el Volcán Vesubio tuviera una catastrófica erupción, y pensé. Los habitantes de la Ciudad de México sabemos de cierto que Tlaloc no perdona. No hemos olvidado que las inundaciones son y han sido desde siempre nuestro azote. No creo que hayamos olvidado que en el mes de julio de 1968, la inmensa escultura que hoy adorna la entrada a nuestro Museo de Antropología en el Bosque de Chapultepec, fue traída del sitio en el que estuvo a flor de tierra en las cercanías del Poblado de San Miguel Coatlinchan, Estado de México durante quién sabe cuantos años.. Su traslado requirió de vehículos especialmente construidos y duró muchas horas, durante las cuáles un intenso chubasco acompañó al dios del agua de nuestros antepasados. Coincidencia, quizá. Mito, también quizá. A nuestro mitológico Tlaloc, lo hemos desafiado y lo seguimos desafiando día tras día, hemos aniquilado la Cuenca Lacustre del que llamamos el Valle de Anahuac. Sabemos de cierto que los depósitos acuíferos naturales y artificiales con que hasta hace cien años contaba el Valle, están asolvados, llenos de basura y detritos de toda especie y, que para los meses de junio, julio y agosto, los meteorólogos han previsto cuando menos tres chubascos de mas de cincuenta centímetros que podrían destruirlos con las graves consecuencias derivadas de ello, y, tal parece que a nadie le importa y lo que es peor, ni siquiera a nuestras cultas autoridades, preocupadas en “construir playas artificiales para que los niños se hagan la ilusión de estar en el mar”. Con mucha pena y pecando de catastrofista creo firmemente que estamos ante un desastre largamente anunciado.

6/17/2007

MEXICO CIUDAD "DE LA ESPERANZA".- Segunda Parte

Joaquín Ortega Arenas. Pocas situaciones tan dramáticas como la inundación de la Ciudad de México en los ya remotos años de 1629-1633, ensombrecen nuestra historia. El año de 1596, la Ciudad quedó parcialmente inundada por las lluvias que se abatieron sobre ella en la época de lluvias, y no había sido posible desalojarlas totalmente, cuando el 21, 22, y 23 de septiembre de 1629, ininterrumpidamente llovió sobre el Valle, y la lluvia aumentada con la que bajo de las serranías que circundan el mismo, agravó la inundación que aun padecía y destruyó gran parte de las construcciones existentes, sobre todo, las de la gente humilde al grado de que las autoridades ecleseásticas de la Colonia solicitaron al Rey de España que se cambiara la ubicación de la Capital al lugar en que se encuentra aun la Villa de Coyoacán , ya también aniquilada por los pésimos gobiernos que siempre hemos padecido Los propietarios de los predios, nobles y altos políticos, se opusieron tenazmente al proyecto, y ayer como hoy, los intereses económicos derivados de la tenencia de la tierra sellaron para siempre el futuro de la cuenca hidráulica del Valle de Anahuac que ha derivado en la planta de asfalto , construcciones y problemas que hoy nos agobian. Sin embargo, no nos esforzamos para evitar que esas criminales actitudes se repitan, sino por olvidarlas sin pensar en que las consecuencias de esas conductas nos amenazan gravemente. Según las crónicas de la época, se “…destruyó una gran parte de la ciudad, murieron 30,000 indígenas y las familias españolas la abandonaron, reduciendo el número de 20,000 a solamente 400 vecinos…” El Arzobispo de México decidió traer a la Catedral , en construcción suspendida por la inundación, la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe, que obviamente por agua, llegó a su provisional albergue en 1629 y en el estuvo hasta 1635 sin que se hiciera el milagro que se buscaba. Es evidente que, la causa de todos eses problemas no fue otra que la destrucción que realizó Hernán Cortes del Albarradón que Netzahualcoyotl construyó en 1450, obra si precedentes en el mundo entero que consistió en un muro de mas de cincuenta kilómetros de largo, empleado como represa para dividir las aguas del valle, saladas en el Lago de Texcoco, de la aguas dulces de los lagos de Chalco, Xochimmilco, Xaltocan y Zumpango, con lo que se consumó el milagro de lograr el equilibrio de las aguas de los lagos del valle, aislar las aguas salobres de lago de Texcoco y rodear de aguas dulces a la gran metrópoli, propiciando una surgiente agricultura y desarrollo de todo aquello que quedó fuera de su influencia . No solo eso , sino lo peor, el salvaje “conquistador” ordenó tapar las acequias que existían en la ciudad con el material de demolición de los templos que destruyó, sin otro propósito y efecto que increiblemente conservamos hasta nuestros días; tener mas y mas terrenos que vender , enriquecer mas y mas a los pésimos funcionarios públicos que hemos padecido toda la vida vendiendo “permisos” de fraccionamientos donde ya no hay agua, donde los drenajes ya no funcionan, vendiendo “permisos “ para sustituir cualquier centímetro cuadrado de tierra ajardinada, para construir “condominios” en los que podamos hacinar mas y mas contribuyentes, que el vender en porciones pequeñas el suelo nos proporciona mas y mas contribuyentes y mas y mas dinero del que echar mano. No importa que eso sea un suicidio ecológico del que ya palpamos las consecuencias,. . “El Borrego de Oro en su mas alto esplendor”. Pero la indignación nos hace divagar. Estábamos reseñando la historia de esta sufrida Ciudad y cómo, las inundaciones han continuado ininterrumpidamente . . Hoy, a pesar de todos los pesares, todavía pueden verse varios tramos del Albarradón, con capillas construidas durante la conquista sobre él. Pero nunca, jamás se nos ocurrió reconstruirlo y, un munícipe actual de Ecatepec, miembro sublime del P.A.N., ordenó destruir los tramos restantes por ser construcciones viejas e inútiles y ¿ El Instituto Nacional de Antropología e Historia? ¿Muy bien, gracias! Nos negamos a reparar en ello y seguimos sufriendo las consecuencias de nuestra desidia. Y no solo eso. Al expulsar las aguas del Valle, impedimos que el subsuelo repusiera los mantos freáticos que soportaban el peso de la gran ciudad, y se ha hundido en forma verdaderamente alarmante y fatal, hundimiento agravado en el siglo pasado que después comentaremos. La venta de terrenos, nos ha llevado a un extremo increíble. Desecamos el Lago de Texcoco, para vender los terrenos resultantes de la desecación del gran lago. y allá por los años del sexenio delirante (1934-1940) se les adjudicaron a generales y políticos que los vendieron alegremente. Hoy se asientan en ellos múltiples “colonias Proletarias” misérrimas y perennemente inundadas. . Hace muy poco se pretendió construir, en los pocos que quedan libres un aeropuerto. Se les quitaron por la fuerza a los parias asentados en ellos, y ante la oposición de un grupo de campesinos del Poblado de San Mateo Atenco, se suspendió el atentado, aunque muchos de esos campesinos, se encuentran aun en la cárcel por el único delito de “haber protestado”, pero continuaremos con esta crónica de “un desastre anunciado”.

6/10/2007

México, Ciudad de la Esperanza.- Primera Parte

Joaquín Ortega Arenas. Nada mas falso y mas hueco que el título que desde hace años se le ha dado a esta, antes la Ciudad de los Palacios o como dijera don Alfonso Reyes, la Región mas transparente del aire. Desde su fundación en el año de 1325, en medio de un lago salado al que los primitivos mexica robaron centímetro a centímetro para agrandar los tres islotes que se encontraban en medio del lago, construyendo ese milagro de la ingeniería de todos los tiempos que son las “chinampas”, como es natural si algo se construye ptacticamente sobre un lago ha padecido de inundación tras inundación. La Ciudad que construyeron, que hoy recordamos como México.Tenochtitán, creció en solo dos siglos hasta convertirse en una urbe de quinientos mil habitantes, bien trazada con calles y canales perfectamente construidos que permitían la circulación de sus habitantes, grandes plazas en las que la Plaza Mayor era la mayor construida en ese momento en todo el mundo. Avenidas sólidas y bien trazadas que, con el deterioro natural de todo lo que tocamos los mexicanos, subsisten a la fecha, tales como las llamadas entonces Nonoalco-Coyoacán, Ixtapalapa-México y Mixcalco- Azcapotzalco. Acosada por las aguas que año con año llegaban por las lluvias o bien bajaban de las serranías que bordean el Valle de México, sufrió a finales del Siglo XIV, una terrible inundación, provocada según cuenta la leyenda porque Atzayácatl el Supremo Señor de los Mexica, robó a su vecino Totzumo, Señor de Coyoacán, las aguas de sus fuentes para garantizar el aprovisionamiento aguas dulces de la gran ciudad, y construyó un gran acueducto, con la mala suerte de que fue en una época especialmente lluviosa y las aguas robadas a Totzumo, sumadas a las de las lluvias provocaron una tremenda inundación a causa de la cual murió Atzayacatl y se destruyó gran parte de la ciudad. Con infinita paciencia reconstruyeron su ciudad y con una ingeniería no igualada hasta la fecha, investigaron que en el lecho del lago existían grandes cavernas en las que se podían guardar las aguas excedentes, para lo cual idearon y construyeron una entrada que taparon y abrían solo cuando era necesario para regular las aguas del gran lago salado y evitar las inundaciones como la que acababa de destruir su ciudad, entrada o tapón que se sabe de cierto, estaba ubicada en el hoy barrio de Pantitlán. Vino la bestial conquista española y acabó con la Ciudad. Oswald Spengler, ha dejado como homenaje a ella, una crónica en la que indica “…Esta cultura es el único ejemplo de una muerte violenta…Murió asesinada en la plenitud de su evolución , destrozada como una flor que un transeunte decapita con su bastón. Don Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpain Cuautlehuantizi, brillante cronista de esa época nacido en de Chalco, dejó como testamento de ella, “…En cuanto tiempo dure el mundo, nunca se perderá la gloria de México-Tenochtitlan…” Consumada la destrucción de la Ciudad en 1521, las nuevas autoridades no volvieron a ocuparse del urbanismo de la nueva ciudad. Se conformaron con construirla “a retícula”, y edificar en ella templos y palacios suntuarios, producto de las ganancias ilimitadas que los conquistadores obtenían sobre todo de la explotación de las mimas a todo lo largo y ancho de la ya Colonia que llamaron Nueva España. Empero, las precipitaciones pluviales sin control alguno, siguieron causando constantes inundaciones, resultando especialmente severa la que se inició en el año de 1595, ya que las aguas que inundaron a la gran metrópoli y a gran parte del Valle de México, salieron de él hasta ya muy entrado el Siglo XVII, no sin que las autoridades solicitaran permiso para cambiar la capital de la Nueva España al cercano Pueblo de Coyoacán. De Pantitlán, ni quién se acordara y si se acordaron, ebrios con el oro y enceguecidos con la soberbia que les impidió hacer nada., Como era posible que los “indios” como ellos llamaban a los mexica y demás habitantes de la nueva colonia, que no profesaban la religión católica y por ello no tenían ni siquiera el carácter de humanos, pudieran ser superiores en sus conocimientos de astronomía, ingeniería hidráulica y tantas cosas mas que ellos que era profundamente católicos. Centraron el problema, en buscar como sacar las aguas excedentes del Valle, sin guardar una sola gota y en la segunda vez que Luis de Velasco fue Virrey, se iniciaron grandes obras para desalojar el agua del Valle. Construyeron canales y derivaciones para llevar las aguas broncas al Río Cuautitán, y por esa vía al Río Tula que a su vez es tributario del Río Moctezuma y este del Río Pánuco que vierte sus aguas al Golfo de México. De esa época datan el Canal de Tequixquiac y el “Tajo de Nochistongo” para cuya construcción rompieron la capa lítica que servía de freno a las aguas que llegaban con las lluvias, causando un daño irreparable a la ecología del Valle. No escapó la Ciudad de una de las peores inundaciones, ocurrida el año de 1629 que destruyó lo poco que quedaba de la Ciudad y causo cientos de muertes. Se intensificaron las obras para drenar las aguas de la cuenca hidráulica natural que denominamos Valle de México, y si embargo, las inundaciones persistieron. En la esquina suroeste de las antiguas calles de Espíritu Santo y San Francisco , hoy Motolinia y Av.. Madero se conserva hasta la fecha , como a un metro noventa centímetros del suelo y empotrada en el muro, una cabeza de león que se fijó para rememorar hasta donde llegaron las aguas en el año de 1765. La placa alusiva, no faltaba mas, a ciencia y paciencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia encargado de su guarda y custodia, ya ha sido robada. Continuaremos:

6/02/2007

Los Impuestos I

Joaquín Ortega Arenas. No tiene remedio. México es un País sin pasado histórico, o al menos, con un pasado siempre olvidado. Estamos viviendo una nueva época dorada de los impuestos. El Estado cobra por todo y por nada y sobre esa nada, 15% de Impuesto al Valor Agregado. Olvidamos, o no queremos recordar la crueles experiencias que el cobro exagerado de impuestos han traído para muchos Países y a nosotros mismos: a Inglaterra le costaron la pérdida de sus trece colonias norteamericanas y a nuestro País, la pérdida de mas de la mitad de nuestro territorio, ya que no debemos olvidar que la revolución de los tejanos de gestó por el cobro inmoderado que de impuestos hacía Santa Anna, y el inmoderado uso también del “papel sellado”, banderas que tomaron para su guerra Sam Houston, Stephen C. Austin y nuestro querido yucateco exgobernador del Estado de México y del Estado de Coahuila, Lorenzo de Zavala, al que ninguna justicia le han hecho en Texas. Corría el año de 1853, y la inestabilidad del Gobierno y los constantes alzamientos de militares dio lugar a la renuncia del Presidente Mariano Arista, al nombramiento para sucederlo, del Presidente de la Suprema Corte Juan Bautista Ceballos que después de un mes en el cargo, lo entregó al general Manuel María Lomardini, quién a su vez, a Antonio de Padua María Severino López de Santa Ana y Pérez de Leblón, que ocupó por Undécima vez la Presidencia de la República Mexicana , cuando el País, despojado de mas de la mitad de su territorio se debatía en una horrible miseria ocasionada sobre todas las cosas por la corrupción que caracterizó, y desgraciadamente sigue caracterizando a nuestros gobiernos postcoloniales. Electo por las legislaturas de los estados, fue llamado de Jamaica, en donde se encontraba exiliado y llegó a Veracruz en el Paquebote inglés AVON el día 1 de abril de ese año, tomó posesión el 20 del mismo, y empezó una larga lista de decretos y órdenes, invariablemente encabezados con la fórmula “...Antonio López de Santa Ana, Benemérito de la Patria , General de División, Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la República , a sus habitantes sabed...” y el 9 de mayo , decretó la centralización del Poder Público; el 14, centralizó las rentas de la Nación ; el 20, creó un ejército de noventa mil hombres; el 20 restableció las “ ...alcabalas, sin perjuicio de la continuación de todas las contribuciones existentes...” El dinero no alcanzaba, y el 3 de octubre de 1853, estableció impuestos de 2 reales mensuales a cada coche; un real mensual a las pulquerías de una sola puerta, y tres por cada puerta mas ; 2 reales mensuales por cada canal; medio real diario por cada puesto fijo o ambulante; cinco reales mensuales por cada coche o carruaje; de tres a quince pesos por cada carro de alquiler según su tamaño; por cada caballo según su clase, de uno a dos pesos mensuales, y un peso mensual por cada perro... En 9 de enero de 1854, se decretó que deberían causar impuesto las ventanas, las puertas y las luces exteriores de las casas, “...cuatro reales a los zaguanes, cocheras, puertas de tienda, ..y tres reales a los balcones y ventanas...” y la cuota era mensual . Como ha venido sucediendo hasta nuestros días, la crisis se retrasó con siete millones de dólares que a cuenta de diez, recibió el Gobierno por la venta de una porción del territorio nacional, “ La Mesilla ”. Los impuestos exagerados y caprichosos, determinaron que el 1 de marzo de 1854, se iniciara la llamada Revolución de Ayutla encabezada por el anciano caudillo Juan Alvarez, que pronto fue secundada por numerosos caudillos mas en todo el ámbito de la Nación. Somos por definición un pueblo acostumbrado a obedecer y callar, y los depauperados ciudadanos empezaron a pagar los impuestos señalados por el dictador hasta que, no por falta de voluntad, sino por falta de dinero dejaron de cubrir las injustas cantidades señaladas por la autoridad. Los gastos que originaba la revolución de Ayutla, la pompa y el dispendio de Su “Alteza Serenísima” pronto dejaron vacías las arcas nacionales, no había dinero ni para pagar a los cobradores de impuestos, hasta que llegó el día, un 9 de agosto de 1855, en que Antonio de Padua María Severino López de Santa Ana y Pérez de Leblón, Benemérito de la Patria , General de División, Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la República , hizo acopio de todo lo que pudo y huyó nuevamente a la América del Sur, concluyendo en forma abrupta su undécimo y último mandato presidencial. De nada nos ha servido este triste ejemplo que originó un inútil derramamiento de sangre... Nuestros gobernantes siguen empeñados en sacar agua de las piedras, y hasta ahora lo han logrado. Lo dicho, somos un pobre pueblo acostumbrado a obedecer y callar, Nuestra situación actual no es muy diferente. Nos hemos salvado hasta hoy del impuesto por los perros y las ventanas, pero pagamos impuestos por ganancias, por pérdidas, por consumo, por gasto, por trabajar fisicamente, por trabajar intelectualmente, y un 15% mas, “sobre el valor agregado”, arrancado al pueblo con burlas y gestos obscenos a cargo del Presidente del Congreso, Diputado Roque Villanueva , hoy senador, bendecido además por el gobierno del cambio y en vías de aumento para gravar alimentos básicos y medicinas. ¿Hay acaso diferencia entre los impuestos santanistas a los caballos, a los carruajes, a las sillas de montar , y “la tenencia y uso de vehículos” ? ¿Entre el impuesto predial determinado por las autoridades a capricho y sin tomar en cuenta la capacidad contributiva de los causantes que ha dado origen al abandono de grandes sectores de la vieja Ciudad, como es el caso de Coyoacán, en la que, habitada por intelectuales “pobretes” que han huido al alza de las contribuciones prediales ha dado oportunidad para la “venta” de “uso del suelo” para centenares de “Condominios” de lujo en callejones coloniales estrechos , que convierten la circulación vehicular, muy numerosa, en un permanente caos? ¿ Que diferencia podemos encontrar entre el impuesto decretado por el dictador a “las linternas y lámparas” y el alza constante de las tarifas eléctricas? La Mexican Light and Power Company, nos explotaba inicuamente con tarifas bajísimas, hasta que el Presidente López Mateos “nacionalizó” la Industria eléctrica. Desde entonces el servicio ha empeorado. Las tarifas se han elevado hasta las nubes. Se acabaron las inversiones en mantenimiento y ampliación de la industria, y hoy, es necesario privatizarla nuevamente. ¡Que edificante panorama!