8/13/2007

Y…TODO SIGUE IGUAL… O PEOR.

Joaquín Ortega Arenas. Hace ya diecisiete años, escribí un ensayo sobre la justicia en México que involuntariamente cayó otra vez en mis manos. Nada ha pasadp. Las cosas han empeorado y creo que vale la pena reeditarlo… “…México es un país conformado de manera extraña y especial. Han confluido en su formación política y cultural ele­mentos heredados del remoto pasado mesoamericano, ignorado tl y brillante, y de la cultura que vino a borrar y destruir aquel, menos brillante pero deshumanizada y brutal. El resultado de ese choque violento no ha sido todo lo que pudiera esperarse. Atavismos indígenas y atavismos europeos en conjunción nos han dotado de una especial y poco comprensible idiosincracia. A las civilizaciones diseminadas en lo que actualmente constituye nuestro territorio, destruidas para su evangelización, cedieron casi trescientos años de coloniaje dedicados a la más inicua explotación y a la negación de los valores culturales y humanos que los colonizadores encontraron y nunca quisieron respetar y valorar. La situación que se generó con la expulsión de los conquistadores en nada mejoró la forma de vida de los pervivientes indígenas despojados de sus bienes y de sus valo­res éticos y culturales. En vano los soberanos españoles dictaron leyes y disposiciones tendientes a la protección de lo que ellos mismos llama­ron "indios, mestizos y castas", porque nunca fueron cumplidas observadas durante su gobierno y menos aun cuando la antigua colonia alcanzó su libertad y soberanía. Los criollos, educados a la española y dotados de anhelos y ambiciones nunca antes satisfechas sólo buscaban venganza y sus deseos íntimos de enriquecimiento y poder fueron el impulso único de sus actos cuando convertidos en gobierno tuvieron en sus manos el destino e la nueva nación. No hubo nunca ni siquiera la intención de encubrir ese evidente propósito y cuando el constituyente de .Apatzingán estableció y reglamentó el antiguo juicio de residen­cia y señaló la necesidad de formar un Tribunal de Residencia , (capítulos XVIII y XIX) compuesto por siete jueces que el Congreso elegiría y que conocerían "privativamente de las cau­sas que se formaran a los individuos de los tres poderes ... "selló su destino al fracaso, pues el juicio de residencia era el único freno que existía para el abuso del poder y el enriquecimiento de los funcionarios públicos. No hubo criollo "bien nacido" que no se sintiera ofendido por tal propósito de la fugaz e inaplicada constitución y que al igual se tornara en su enemigo. La Constitución de 1824, dictada tras el breve imperio de uno de los más destacados brigadieres del antiguo ejército colonial en el que la corrupción y el abuso del poder llegaron a extremos que se predecían desgraciadamente sin base, insupe­rables, planteó dentro de su seno la necesidad del juicio de residencia. Con la repulsa de sus más distinguidos miembros, el Congreso negó la incorporación del juicio al texto constitucional y fue en ese momento en el que indudablemente se generaron todos los males que hasta hoy aquejan al país. Basta leer el discurso que (*) el diputado Servando Teresa de Mier pronunció en el Congreso el 15 de diciembre de 1823 para percatarse de esa verdad. Las palabras del ilustre clérigo resultaron proféticas (discurso de las Profecías se le ha llamado) y todas, absoluta­mente las consecuencias que deberían derivarse de la formación de pretendidos Estados Soberanos sin freno para la actuación de sus funcionarios se han derivado ya y no sólo eso, sino que hace muchos años, nos están ahogando. La lucha por el poder y por el dinero se han sucedido y sólo la prodigalidad de este disminuido suelo patrio y la abnega­ción y conformismo de sus habitantes ha permitido que no ocurran más frecuentes explosiones de odio y descontento. Un valladar, exiguo y mínimo para el irrefrenable abuso del poder y la corrupción que genera lo ha constituido la justicia. En los primeros años de coloniaje, al pésimo y corrupto gobierno de Nuño de Guzmán sucedió en la Segunda Audiencia de la Nueva España el prudente ex obispo de Santo Domingo, D. Sebastián Ramírez de Fuenleal, con la asesoría del abogado castellano D. Vasco de Quiroga cuya figura a los cuatrocientos años de su desaparición física sigue rigiendo moralmente a toda la población indígena de la Antigua Provincia Evangélica de San Nicolás Tolentino de Michoacán, y con justicia, sólo con justicia lograron modificar en buena parte el estado general de las cosas en la nueva Colonia española. Con justicia, sólo con justicia logró Juan Vicente de Güemes Horcasitas y Pacheco de Padilla, Segundo Conde de Revillagigedo, un gobierno que doscientos años después sigue siendo admirado, añorado y nunca emulado. La justicia emanada del poder real, si bien inclinada siempre hacia él, fue fundamental para la pacificación y el desa­rrollo de la colonia pese a la desviación que de la misma significó el Tribunal de la Santa Inquisición , y la temida institución del juicio de residencia era, quiérase o no, un limitador importante del abuso del poder y de la corrupción. Sin freno alguno una vez consumada la independencia, nuestra historia se convirtió en la historia de las traiciones, los cuartelazos y los motines suscitados para el ejercicio desmedido del poder y la consecución mediante él de la riqueza. Muy poco, a pesar de lo que se diga y se ha dicho, ha tenido que ver el interés nacional en las determinaciones de la cúpula en el poder y muy poco, desgraciadamente, ha podido la justicia refrenar esa fatal ambición de poder-riqueza. La historia, más que el vencedor, la escribe el poderoso, pero tarde o temprano la verdad resplandece y es entonces cuando las acciones del poder, siempre tan alabadas por quienes viven de él o para él, toman su verdadera magnitud e imagen. ¿Qué es y cómo ha sido el único escollo que para el abuso del poder existe? ¿Qué ha hecho, o mejor dicho, qué ha podido hacer la justicia para frenado? Descifrarlo es el propósito de este trabajo y creemos que visto el problema sin el cristal de color de rosa que lo idealiza, la justicia en México, es y ha sido desastrosa. El poder ha eliminado todo el alcance y aplicación de los principios que han tratado de dignificarla y rescatarla, la ha mediatizado y utilizado para destruir la soberanía de los miembros de la federación, el pacto federal y la concilia ciudadana. Por desgracia, el "juicio de amparo" ha sido el instrumento para alcanzar el fin que el poder ha perseguido y el Poder Judicial el medio con el que ese instrumento se ha manejado. De cierto sabemos las molestias que afirmaciones como éstas producen. Conocemos el repudio general que para la verdad existe. Hemos sentido en carne propia el abuso, la injusticia, el atropello, pero debemos callarlo y consentirlo. Es norma fundamental de nuestra vida impuesta por el poder . . La corrupción judicial por miseria, por dinero, y por consigna ha degradado a la justicia y nos ha degradado a todos. Hemos caído en el cinismo. Nos parece honorable y aplaudimos que la impartición de justicia sea constitucionalmente gratuita y permitimos y prohijamos la corruptela mínima de los mal paga­dos empleados de las capas inferiores de la burocracia judicial, la corrupción por dinero de los medianos funcionarios judiciales y la gran corrupción por gratitud y por consigna de los más altos representantes de la justicia estatal o federal. Vivimos de la esperanza de que en alguno de los múltiples recursos y "medios de defensa”, que leyes anticuadas y burocratizadas establecen sea "nuestra oportunidad" , y lo que es peor, con un cinismo absoluto nos vanagloriamos de ello. Cuántas veces hemos escuchado a nuestros clientes y invocar como una panacea al "juicio de amparo", y en nuestros primeros años de ejercicio profesional cuánto esperamos de é­l. Con cuánto ardor y pasión nos enseñaron el ABC del amparo nuestros inolvidables maestros Vicente Peniche López y Alfonso Noriega Cantú. Mi padre fue un honesto funcionario que escaló desde los más bajos puestos en la administración de j­usticia hasta los más altos y sólo nos legó como fortuna personal su apellido. Con cariño recuerdo que sus vivencias más notables las obtuvo cuando desempeñaba el cargo de juez de Distrito y Victoriano Huerta, sí, el "chacal" Victoriano Huerta respetó religiosamente las suspensiones que decretó para prote­ger la libertad de algunos diputados que no fueron detenidos cuando al dictador le dio la gana disolver el Congreso. Hoy ofrezco disculpas a mi padre y a mis maestros. No puedo comulgar con la validez de los principios que me inculca­ron de pequeño. Estoy cierto de que no son válidos. Como diría José Martí ... "conozco al monstruo, he vivido en sus entrañas ... ", y éste es mi actual pensamiento. Afirmamos con orgullo que el "juicio de amparo" es una institución netamente mexicana, orgullo de nuestro país y que quien lo niegue o ponga en duda es un apóstata, un resentido, pero ... ¿es verdad que sea netamente mexicano?, ¿es verdad que pueda ser orgullo de alguien un medio de defensa limitado, burocratizado que garantiza y avala el abuso del poder y la corrupción, anula el espíritu de la división de poderes, el pacto federal y la soberanía de los Estados de la Federación ?

8/05/2007

Y sigue la mata dando. Nuestras raíces, nuestros tesoros culturales...

Joaquín Ortega Arenas. . Una nación, cualquiera de las que existen en el mundo entero, no es lo que en la actualidad vemos de ella, producto muchas veces de la descomposición de la sociedades que la conforman, descomposición derivada en forma primordial, por el abuso del poder y su consecuencia inmediata, la perdida de todos los valores humanos, en especial el respeto de los gobernantes a si mismos, el respeto que los gobernantes deben tener a los gobernados, el respeto a nuestras tradiciones, a nuestros verdaderos héroes, el respeto a nosotros mismos y al pasado histórico del que debemos nutrirnos, en una palabra, la desaparición de todo tipo de limitantes para el enriquecimiento ilegitimo de quiénes ejercen el poder. Ese fenómeno y no otro, es el que tiene a México en las condiciones en que está. En el Siglo XVI , llegaron de España un grupo de delincuentes capitaneados por un delincuente mayor, sanguinario y cruel , exclusivamente a ver que se robaban, empleando para ello, desde un convencimiento que resultó por completo inútil, basado en una religión que los habitantes de lo que hoy es América ni entendían, ni han entendido hasta la fecha . Trajeron para ello frailes que en general, no tuvieron los resultados favorables que se esperaban. Eran gente altruista, culta y sobre todo piadosa, que desde luego sin pensar en el saqueo al que venían destinados los conquistadores, su único y verdadero objetivo, pretendieron casi en vano, ayudar “cristianamente” a los sufridos infrahumanos que los demás peninsulares llegados a estas tierras consideraban les había regalado el señor para su enriquecimiento y lujuria . Sírvanos de ejemplo los venerados nombres de Bartolomé de Las Casas y Vasco de Quiroga . No lograron ni siquiera, salvaguardar nuestras costumbres y tradiciones que, a pesar de todo, aun perviven y son parte de nuestro ser y hacer. No por ello iban a olvidar los conquistadores el motivo de su aventura y optaron por el asesinato, el robo, el despojo, todo ello en medio de una crueldad sin límites. La población indígena fue diezmada en un porcentaje mayor al cincuenta por ciento, Ni así lograron nada en paz. De nada sirvió que el clero se alineara don los gobernantes y se convirtiera en su eterno cómplice. En medio de la mas descontrolada rapiña, transcurrieron trescientos años, con muy pocos y simples oasis de honradez . Con el visible objetivo evitar que se aplicara en las Colonias la Constitución Española de 1812, (Cádiz), que limitaba en gran escala las posibilidades de continuar con el despiadado saqueo de las Américas, los españoles nacidos ya en estas tierras (criollos), lograron con las armas en la mano sacudirse de la tutela peninsular, y ser independientes. Quizá se me tache hasta de antimexicano, pero tengo la impresión de que de todos aquellos que emprendieron y lograron tal hazaña, solo el caraqueño Simón Bolívar, tenía una idea diferente, y además, vigente hasta estos días del que era el único camino posible de las antiguas regiones esclavas de América. Volviendo a nuestro triste caso, de 1821 a la fecha, el propósito de quienes detentan el poder no ha variado. Con la excepción de los tres lustros en que se verificó la reforma, (1856-1871), el resto del tiempo la situación no ha sido una continuación de la vida colonial, con la única diferencia de que los gobernantes hoy son nacidos en estas tierras de dios. Es el pan nuestro de cada día, el abuso de la clase gobernante en perjuicio de los desvalidos, el robo, el despojo de lo poco que los que tienen poco se verifica día tras día. la corrupción, la injusticia , la autoinmunidad que los gobernantes se han otorgado en leyes redactadas sólo para eso, el desprecio del derecho de los demás. El distinguido maestro egresado de la Normal del Estado de México don Carlos Hank González, resumió con pleno conocimiento de causa el origen es este estado de cosas, cuando sentenció, “ político pobre, pobre político “. Hemos olvidado el pasado. Hemos olvidado los valores que eran norma en nuestra mesoamérica gigante. Hemos olvidado lo más elemental de la convivencia humana, la decencia. Como remate, nuestras nuevas autoridades se están afanando en acabar con lo poco que nos queda de grandeza. Están tratando de hacer negocios con lo que es de la Nación. Lo que es de todos nosotros, los mexicanos, aunque seamos ciudadanos que sexta o centésima categoría. Nuestros monumentos arqueológicos, nuestra historia, nuestras raíces…en aras del bíblico “becerro de oro”. El señor Embajador don Alfonso de María y Campos, titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia ordenó que se suspendiera la “restauración” del Convento de Yanhuitlán Oax. (Siglo XVI), para que se le diera un carácter mas moderno al mismo (orden afortunadamente grabada por un curioso testigo), No debía extrañarnos en absoluto. Es natural. El señor Embajador quiere algo diferente, quiere el convento “colonial” más moderno de México y quizá del mundo.