4/24/2007

Conciencias

Joaquín Ortega Arenas. Gaspar Núñez de Arce, ( Valladolid 1834- Madrid, 1903 ) escribió en uno de sus maravillosos poemas, Conciencia nunca dormida Mudo y pertinaz testigo Que no deja sin castigo Ningún crimen en la vida. La ley calla, el mundo olvida. Más quién detendrá tu yugo. Al sumo hacedor le plugo Que a solas con el culpado Fueras tú para el culpado, Delator, juez y verdugo. Vino este poema a mi memoria cuando, después de recorrer oficinas públicas de toda índole, tribunales y ministerios, hastiado de ser vejado en todos ellos con escrupulosos exámenes y manoseos a cargo de toda índole de estúpidos “guaruras”, me detuve a pensar. ¿esto no puede ser! ¡Nunca había sido así, al menos en esta, la región mas transparente del aire , como llamaba a nuestra hoy sufrida metrópoli el Maestro Alfonso Reyes! ¿Qué nos ha pasado? ¿Qué hemos hecho para merecer este trato infrahumano? Llegaron los recuerdos, las crónicas de nuestros padres y maestros… En el año de 1914, Victoriano Huerta, el chacal, el asesino de Madero y Pino Suárez, el usurpador, era Presidente de la República , tan alabado y venerado como lo es el actual y lo han sido todos los Presidentes mientras son Presidentes. Solo que aquel, hoy odiado militarote, vivía en la casa número 103 de las calles de Manuel María Contreras, Colonia San Rafael. Llegaba a su despacho en el Palacio Nacional en punto de las ocho de la mañana, a pie, porque a la puerta de su domicilio pasaba el tranvía de bandera “Artes” que lo conducía hasta la esquina de 16 de Septiembre y Palma, y de ese lugar al Palacio Nacional hacía el trayecto caminando, solo generalmente. A las dos en punto de la tarde, abandonaba sus oficinas. Atravesaba el que llamamos aún “Zócalo” y se metía a la Cantina “Salón Bach”, en la calle de Plateros. Cuando los cognacs que tanto eran de su agrado empezaban a hacerle efecto, regresaba a la esquina de Palma y 16 de Septiembre a tomar el tranvía “Artes” y volver a Manuel María Contreras 103, ante cuya puerta paraba el tren para que bajara el señor Presidente. No fue el primer Presidente “peatón”. Don Benito Juárez, frecuentaba a sus amigos y conocidos ya entrada la noche, solo, para lo cual empleaba para salir y llegar la puerta que existe aun en la torre que está en la esquina de la Plaza de la Constitución y las antiguas calles de “ La Acequia ”. Porfirio Díaz, que vivía en las calles de la Cadena , hoy Venusiano Carranza, solía también ir caminando hasta el Palacio Nacional, generalmente solo. El General Obregón, asistía a la Plaza de Toros, acompañado unicamente por su querido amigo Juan de Dios Bojórquez, con el que también paseaba por cualquier calle de la Ciudad , y cuando algún periodista le preguntó que si no tenia miedo, sencillamente contesto. --¿Por qué? El que quiera cambiar mi vida por la suya , siempre podrá asesinarme.-- Me tocó ver, allá por el año de 1930, al señor Presidente Ortiz Rubio llegando en el Cadillac de dieciséis cilindros blindado que le compraron después del atentado a su vida, con la compañía unicamente de su chofer, y bajarse en la esquina de las calles de Cedro y Hortensia en la Colonia Santa María a llamar a la puerta de alguno de sus amigos, …pero eso fue ayer… Hoy, de los funcionarios de medio pelo para arriba, todos, absolutamente todos, viajan en automóviles blindados, protegidos por motociclistas y automóviles con gente armada y con las puertas abiertas que no deja de apuntar para todos lados con sus modernas AK.47. No es posible entrevistar absolutamente a ninguno sin antes pasar por las nuevas “horcas caudinas”. Guardias armados hasta los dientes, Aduanas interiores en las oficinas públicas, Revisiones exhaustivas . Malos tratos. Empujones , Insultos y, de pilón, hoy toman la fotografía de todo aquel que entra o sale a los edificios públicos ¿Será necesario tanto gasto, tanta protección electrónica, tanto aparato? No lo creo, a mi humilde parecer, no somos nosotros, los mexicanos comunes los que determinamos esa actitud, pero si no somos nosotros, ¿Serán las conciencias?

4/11/2007

Suave Patria y Dura Patria

Joaquín Ortega Arenas. Para aprovechar las “festividades “ de la semana santa, antes de meditación hoy de regocijo, se nos ocurrió visitar a la provincia , en esta ocasión a Guanajuato, Cuna de la Independencia , y en especial al rumbo de San Felipe Torre Mochas, ciudad en la que habitó Don Miguel Hidalgo de 1793 a 1803. Salimos con la mente fija en la imagen de la provincia que en el año de 1921 retrató magistralmente Ramón López en su inmortal poema La Suave Patria , y desde los primeros kilómetros de carretera nos invadió la pena y la nostalgia. Ya nuestra superficie, no es el maíz, como cantara el bardo. Es casi increíble a que en pleno mes de abril, no existan tierras preparadas para el cultivo de la gramínea madre de nuestra civilización mesoamericana. Así cruzamos los paisajes del Estado de México, Hidalgo y parte de Guanajuato, en el que ya para pasar por Celaya empezaron a aparecer las tierras “labrantías”, preparadas para cosechar sorgo, y agave tequilero. Nada de maíz. Con razón, el que se consume actualmente en México, es “de importación”, sin olvidar que lo que fue el granero de la República , y parte de su producción se exportaba. A cambio de ello, el Estado de Guanajuato ha exportado en los últimos seis años, mas de cuatro millones de guanajuatenses para engrosar las filas de los “indocumentados” que actualmente residen en Estados Unidos. Sin embrago, no hay mal que por bien no venga, dice el refrán, y gracias a esos cuatro millones de expatriados el Estado de Guanajuato cubre sus necesidades con los dólares que envían a sus familias, y satura el País entero con los automóviles “chocolate” que traen cada año cuando vienen a pasar la navidad en su terruño abandonado, automóviles en los que no regresan. Vuelven a su nueva patria en avión y, del aeropuerto de León salen vuelos a todos los destinos norteamericanos. La Veta Madre de Guanajuato produjo, hasta antes de lo que indebidamente llamamos “revolución”, la mayor cantidad de oro y plata extraída en el mundo entero y, junto con las minas de Zacatecas e Hidalgo, seguramente obligó a López Velarde a llamar a este hoy sufrido País, “...el Palacio del Rey de Oros…”. El nombre ya resulta obsoleto. La producción actual de minerales es casi nula. Desde México, la carretera está saturada de grandes trailers de uno o dos remolques cuya venta necesaria a los mexicanos deben haber promovido las grandes fábricas de trailers y llantas, exigencia que determinó la desaparición de los ferrocarriles, tal y como ocurrió en la Ciudad de Los Angeles, Califoenia, en la que allá en los años 30, General Motors, Firestone, Stándard Oil y el resto de las inefables siete hermanas, adquirieron las líneas de tranvías eléctricos, ( verdes y enormes ) tan solo para sacarlas de circulación y obligar a los habitantes de esa ciudad a comprar automóviles. Una similar maniobra del Gobierno Mexicano totalmente exitosa, ha surtido el efecto deseado. Desaparecimos los Ferrocarriles Nacionales, y hoy Miles de Trailers y elegantes Omnibus, literalmente saturan nuestras carreteras. Enriquecen a sus fabricantes, a los fabricantes de llantas y, desgraciadamente nos empobrecen cada día más, aunque parezca imposible, a los mexicanos. El transporte por carretera es cien o doscientas veces mas caro que el transporte ferroviario y la diferencia de precio, el hambre del pueblo la compensa. De pasada quedó como una hermosa metáfora el recuerdo de lo que vio López Velarde cuando escribió, “…el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería…” y en el olvido total “… y en el barullo de las estaciones, con tu mirada de mestiza pones, inmensidad sobre los corazones…”. Las estaciones, hoy silenciosas y polvorientas día a día víctimas de la picota salvaje, son menos y la mirada de mestiza de la Suave Patria , ya no pone inmensidad sobre los corazones, sino desasosiego, dolor, coraje y pena. De la Ciudad de Guanajuato hacia el norte, a los lados de la carretera no hay más de veinte terrenos aproximadamente de una hectárea, preparados para la siembra. Solo hay ruinas de acequias, presas, aljibes, rancherías y galeras en las que algún día se almacenaba lo que estas tierras ociosas y erosionadas, hoy solo pobladas por huizaches y nopalera deben haber producido. Nos llamó la atención, por el nombre, desde luego, un antiguo molino de trigo, “Rincón de Ortega”, construído en el Siglo XVII, en el que mediante un ingenioso sistema hidráulico, se concentraban y almacenaban las aguas que bajan de una imponente serranía para mover las enormes piedras del molino. El agua no se desperdiciaba, en torno al molino sementeras y potreros hoy en completa ruina dan testimonio de ello. Cuando ese molino funcionaba, cubría las necesidades de trigo de San Felipe, trigo producido en las sementeras mismas del molino. Hoy hecho ruinas con excepción de la sala de molido, es testimonio de lo que a todo el País ha pasado. Es nuestra vigente Dura Patria. ¿Ah!, olvidaba señalar que en los ciento ochenta kilómetros que dentro del Estado de Guanajuato recorre la carretera que lleva a San Felipe Torres Mochas, existen poco mas de novecientos anuncios espectaculares con el retrato, sonriente y contento, del señor Gobernador del Estado y una leyenda que reza: “Guanajuato, vamos contigo “.

4/03/2007

Paradojas

Joaquín Ortega Arenas. Hace unos días, un estimado abogado me platicó un asunto que me pareció inverosímil. Una mexicana, casada con un mexicano en California, solicitó el amparo de la Justicia Federal en contra de un juicio en el que, sin llamarla jamás, la privaron de todo su patrimonio y el de sus hijos. El amparo llegó al Juzgado Séptimo de Distrito del Distrito Federal en Materia Civil, y la diligente Juez doña Concepción Martín Argumosa, de entrada lo desechó por notoriamente improcedente. Recurrió en revisión y el Tribunal Colegiado ordenó que se diera trámite al juicio pero… la señora Juez no iba a dar su brazo a torcer. Sobreseyó el juicio porque las actas de nacimiento de los hijos de la quejosa estaban en el idioma inglés y de pasada adornó su sentencia con tesis y criterios jurisprudenciales extraídos del Servidor Web del H. Consejo de la Judicatura Federal sin reparar, desde luego, en que todas las instrucciones parea el manejo de ese Servidor, se encuentran redactadas en el idioma inglés que para ese efecto, y proviniendo del H. Consejo, si son válidas. Triste paradoja, dejaron en la calle a una mujer y a sus hijos por que las actas de nacimiento no estaban traducidas, y personalmente tradujeron las instrucciones del Servidor Web para extraer los medios en que fundamentar esa sentencia. Y, a propósito del servidor Web del H. Consejo de la Judicatura , señala que hasta esta fecha, ha sido utilizado por CUATRO MILLONES CIENTO CUARENTA Y UN MIL NOVECIENTOS DOS PERSONAS, de las cuáles, con casi absoluta seguridad ni la mitad han sido debidamente atendidas. Haga la prueba, querido lector, y antes de empezar a buscar algún acuerdo o expediente, hágase acompañar por tres o cuatro tazas de café y un buen libro, así como de una botella de Champaña. Busque un acuerdo y difícilmente se le permitirá verlo en menos de una hora. Busque un expediente y a veces tarda más, si es que se lo enseñan. Es más fácil conocer la vida y obras de León Tolstoy en Internet, (de 11 a 15 segundos para entrar), que encontrar un circuito, un tribunal o ver un simple acuerdo. Lo remiten a usted indefectiblemente a algún lugar o archivo cuyo nombre aparece en el idioma inglès que, como no es el idioma obligatorio en México, ni podemos ni debemos leer y mucho menos traducir o entender. Es ilegal. Es muy improbable que en tres o cuatro horas logre su objetivo y sin duda alguna, en ese lapso ya habrá terminado sus tres o cuatro tazas de café y el libro que llevó para leer. Si su paciencia lo acompaña, tal vez, en algo mas de tiempo, uno o dos días, logrará ver el expediente que buscaba o el acuerdo que le hacia falta y, en ese caso, para eso era la botella de Champaña. Festeje, que bien lo merece la ocasión. Empero, no termina ahí su vía crucis. El artículo 28 de la Ley de amparo señala que las notificaciones que se hagan por lista, deberán contener “…el número del juicio o del incidente de suspensión de que se trate, el nombre del quejoso y de la autoridad o autoridades responsables , y síntesis de la resolución que se notifique…” y usted nunca , pero nunca se publican en las listas la síntesis que el precepto determina. Cuando mas, se señala: “ Se fija fecha para la audiencia constitucional”, pero para cuando, eso no se señala: “…Se requiere a la quejosa con apercibimiento…” pero ¿Qué o de que, y con cual apercibimiento?. Eso nunca aparece, en ninguna lista de ningún juzgado o tribunal. En cuanto termine su botella de Champaña, resígnese y en metro, auto de alquiler o a pie, vaya de Juzgado en Juzgado, que al fin está tan cerca los unos de los otros, a ver la fecha omitida en la notificación, el objeto del requerimiento y el apercibimiento , labor en la que empleará dos o tres días. Ni se le ocurra ir en su automóvil si lo tiene, No hay estacionamiento en casi ninguno de los múltiples edificios en los que funcionan los tribunales federales, y en donde se concentra la mayor parte de ellos, en el pomposo Palacio de Justicia Federal, de horrible arquitectura con un triste remedo de la Sala Hipòstila del Palacio de Karnak, y a sus lados juzgados “mazmorras” en los que nunca penetra el sol, no solo no hay donde estacionarse, sino que una nube de grúas recogen los autos “estacionados en lugar prohibido” y ese chiste le cuesta mas de mil pesos y otro día mas perdido. Amén, que siempre nos queda el recurso de quejarnos ante Dios.