5/04/2010

LA LUCHA POR EL DERECHO

Joaquín Ortega Arenas, Allá, por el antepasado Siglo XIX, en el año de 1880, el distinguido jurista alemán Rodolfo Ihering escribió y publicó un libro, pequeño, pero lleno de contenido humano y jurídico que intituló “La Lucha por el Derecho”, que se tradujo al español en Madrid en 1881 con un excelente prólogo de Don Leopoldo Alas, Clarín que como reguero de pólvora recorrió y sigue recorriendo el mundo entero como una lectura obligatoria para todos aquellos que pretenden ser profesionales del derecho. Analiza cual es y ha sido la lucha de los hombres para llegar a una felicidad nunca alcanzada fundada en una convivencia humana libre de injusticia y abuso. En el prólogo, como señalamos ya, escrito por Leopoldo Alas, este señaló contundente: “El cincel del jurista y del legislador trabajan sobre la carne viva, Todo derecho que se logra mata algo que debe morir, pero que alguien defiende hasta el último aliento: El que vive de lo injusto…” Han transcurrido ya dos mil años de la Era Cristiana y muchos más de vida humana “civilizada” antes de la Era Cristiana sin que llegue a brillar la verdadera justicia, el derecho en plenitud. No hay mas ley vigente que el derecho del mas fuerte sin que se obedezcan leyes igualitarias y verdaderamente justas y, eso se debe principalmente a que aun no entendemos que es la justicia. Para los Romanos, primer grupo humano que pretendió hacerlo mediante leyes, el derecho consistía y descansaba en tres principios fundamentales: “Honeste vivere”, Alterum non ledere y Suum quique tribuere” Vivir honestamente. No dañar a nadie y dar a cada quién lo que le corresponde. Roma predicó con el verbo pero, actuó de otra manera muy diferente. Nunca dejó a un lado de su vivir el derecho del mas fuerte y el abuso del hombre por el hombre. Nunca respetó la vida humana ni la libertad en sus acciones cotidianas. Todos los pueblos occidentales y los del nuevo mundo han seguido su ejemplo. Predican con el verbo, pero no cumplen con el ejemplo. La “Lucha por el Derecho” es y ha sido siempre una entelequia. Nos ha sometido a todos los rebeldes a ese sistema a un nuevo actuar. No podemos luchar por “el derecho” por que esta lucha esta perdida de antemano. El hombre en su eterno modo de vivir en constante ejercicio del derecho de más fuerte, ha encontrado la forma de fundamentar su sistema salvaje y cruel, dictando leyes que justifiquen sus atrocidades. Se han constituido desde siempre dos grupos de humanos, Los fuertes y los débiles. Los primeros consideran por si y ante si, como bueno todo lo que hacen y esclavizan, explotan, denigran y abusan de los débiles con las “justificación” de que las leyes que ellos mismos hacen para su exclusivo beneficio, expresamente así lo señalan. La inicua explotación del hombre por el hombre; el enriquecimiento de unos pocos por la miseria de los muchos, siempre apegada a la ley escrita por el mas fuerte; constituyen el “derecho de hoy”. El fuerte cuenta y siempre ha contado en todas las latitudes de nuestro plantea con dos elementos insuperables. Las armas destructivas que originan temor y pánico, y las armas “de conciencia” que generan sumisión y pasividad plenas. Ya no es posible la “Lucha por el Derecho” que siempre es el derecho del mas fuerte. Los débiles estamos frente a un dilema; seguimos con la cabeza baja resistiendo la explotación “legal” a la que nos someten los fuertes hasta donde humanamente podemos hacerlo o luchamos, no por el derecho que es hoy el que ellos nos imponen, sino en contra de la injusticia a la que estamos sometidos. Estamos festejando el bicentenario de la “independencia”. ¿Cual independencia? si somos un País lleno de deudas e invadido por empresas transnacionales que ha llevado a la quiebra a miles de empresas mexicanas y dejado en completa miseria a miles de trabajadores. Por cada “mal” que se autoriza por nuestras autoridades, quedan en la calle diez o quince mil comerciantes y fabricantes mexicanos. Los intocables bancos extranjeros, “nos prestan servicios a los pobres “cobrándonos elevadísimos “servicios” que se convierten en ganancias que se van al extranjero. Ya enajenamos “legalmente” nuestros recursos naturales a extranjeros… y para que seguir, no tiene objeto poner sal en las heridas, todos los mas, sabemos como estamos y como se encuentran los menos. Del centenario de la “Rovolucion”, ni hablar.

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