7/23/2012

EL ASESINATO DE ÁLVARO OBREGÓN



Joaquín Ortega Arenas.

El 17 de julio de 1928, fue asesinado Álvaro Obregón Salido, decimoséptimo hijo de Francisco Obregón, agricultor y Cenobia Salido. La señora Salido fue decimoséptima hija del multimillonario José María Salido, propietario de más de la tercera parte de lo que es el Estado de Sonora, en especial las cuencas de los ríos Yaki y Mayo. Álvaro ingresó  a la revolución maderista y al concluir ésta, fue electo Presidente Municipal de Huatabampo.  Llamado  nuevamente por las armas, combatió en contra del Gobierno de Victoriano Huerta, y fungió fugazmente como Gobernador del Distrito Federal en el mes de agosto de 1914; fue Secretario  de Guerra y Marina en el gabinete de Venustiano Carranza del 13 de mayo de 1916 al 1 de mayo de 1917; se levantó en armas conjuntamente con Plutarco Elías Calles  con el Plan de Agua Prieta” , triunfante con la muerte de Venustiano Carranza;  tras un breve y sustancioso interinato de Adolfo de la Huerta, se `postuló como candidato para la Presidencia de la República  y  el 1 de junio de 1919, envió un manifiesto a la Nación en el  que señaló:
 "…Muchos de los hombres de más alto relieve dentro del orden militar y del orden civil han desvirtuado completamente las tendencias del movimiento revolucionario, dedicando todas sus actividades a improvisar fortunas, alquilando plumas que los absuelvan falsamente en nombre de la opinión pública…".

Fue electo presidente para el cuadrienio 1920-1924,  y concluido el cual se retiró a su rancho de Siquisiva con la intención de dejar la política para siempre.
Plutarco Elías Calles  modificó la Constitución para permitir la reelección de Obregón, que en compañía de los generales Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez emprendió su nueva campaña,  durante la cual fueron asesinados sus dos contrincantes. Sin enemigo alguno, el 1 de julio de 1928 triunfó.  Los diputados electos por el Estado de Guanajuato organizaron una comida en su honor para el día 17 de julio en el restaurante “La Bombilla” a la que asistió, no obstante que se respiraba una atmósfera peligrosa para su presencia en México.  Al banquete asistieron 47 personas entre invitados, músicos de la orquesta del Maestro Alfonso Esparza Oteo  y 10 meseros proporcionados por la CROM.
Todos los asistentes, excepción de los diputados electos y altos funcionaros, fueron cuidadosamente revisados sin que siquiera a los músicos, vestidos a la usanza “charra” se les permitiera entrar con las armas características del traje “Charro”.
El Maestro Alfonso Esparza Oteo, entrevistado años después por el que esto escribe señaló que, extrañamente, las mesas del restaurante “…habían sido cambiadas por otras más anchas a las que se pudieron largos manteles casi hasta el suelo…”
A punto de concluir el festejo, relataba el Maestro Esparza Oteo, el ayudante del general Obregón se acercó para decirle “el señor General quiere que le toque “El Limoncito”…”, a lo que accedió de inmediato suspendiendo la ejecución de “Morir por tu amor”, del Maestro Belisario de Jesús García, que se desempeñaba como violinista de su orquesta que,  molesto por la interrupción se incorporó y fue por la caja de su violín con la evidente intención de abandonar el lugar, y….”…se desató una balacera tremenda…”  ---¿Cómo maestro, si se dice que el asesino disparó sólo  cuatro balazos de una pistola calibre 0.32---? ---Mire amigo, me contest:   Yo estuve en la Revolución y por eso identifico lo que son tres o cuatro tiros y lo que es una balacera de armas de varios calibres…”.  Como dato curioso, el maestro Belisario  salió corriendo del lugar con la caja de su violín,…vacía. El violín, nunca apareció. Otros de los testigos presenciales, el Lic. Ramón V. Santoyo,  el General Topete, y un señor Uribe, que guardaba una de sus botas que en el tacón tenía incrustada una bala O.45 de “aquella balacera”,  me relataron casi lo mismo. Al preguntar al Lic. Aarón Sáenz, que estaba sentado al lado de Obregón, simplemente se levantó de la mesa en la que comíamos varios de sus amigos y el suscrito, y salió del restaurante.
La crónica  ”oficial”, señaló:
El asesino —que después se supo que se llamaba José— había permanecido de pie cerca de la mesa de la derecha. Parecía arrobado en su labor y ajeno a cuanto pasaba en su entorno suyo. Y algunos comensales supieron que no escribía, sino dibujaba. Estaba haciendo caricaturas de ellas.
González caminó lentamente hacia la mesa de honor. Y al llegar al extremo izquierdo, cerca de la cual se hallaba el diputado Ricardo Topete, que conversaba con don Enrique Fernández Martínez, se le acercó, diciéndole que había tomado dos caricaturas del General Obregón y una del licenciado Sáenz.
—A ver que le parecen a usted, señor Topete —le dijo— después hace su caricatura.
—Está bien— respondió con indiferencia el diputado Topete.
—Voy a enseñárselas al General Obregón —dijo González— A ver que dice.
Y el asesino dio un paso, detrás de la gran pieza floral, debajo de la cual pasó, hasta llegar detrás del General Obregón accedió complaciente a verlas, y se volvió hacia su derecha, entregándose confiado a la contemplación de los dibujos.
Los relojes marcaban las 14:20 horas. Esto fue el momento que traidoramente aprovechó el asesino, contando con que todos charlaban distraídos y que nadie vigilaba sus actos. Dio un paso a su izquierda, quedando detrás el licenciado Aarón Sáenz y violentamente sacó una pistola automática “Star”, calibre 35. Y estando de pie, disparó casi a quemarropa sobre el General Obregón que seguía sentado y le presentaba la espalda confiadamente.
Fueron cinco, seis disparos consecutivos —el número de ellos no pudo preciarse—, que sembraron estupor entre cuantos nos hallábamos en aquel lugar.
El General Obregón no tuvo tiempo de hacer ningún movimiento para su defensa. La agresión fue inesperada. El asesino le hizo fuego por la espalda y de arriba abajo. Todos los balazos hicieron blanco. El General Obregón cayó sobre la mesa, primero; después se desplomó hacia su costado izquierdo y cayó al suelo.
Se cree que murió instantáneamente. Que cuando se desplomó ya estaba sin vida.
A nadie se le ocurrió preguntarse y averiguar, ¿Qué hacía ese dibujante en la comida? ¿Cómo pudo pasar un arma que ni siquiera a los músicos se les permitió? Lo detuvieron lo juzgaron y lo fusilaron. Asunto concluido, pero…
A nadie se le ocurrió leer la fe de cadáver extendida por el Doctor José Torres Torija, director del Servicio Médico Forense, ni oír su versión. Nos relató en los patios de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, años después,  que el día de los hechos, llegaba a su domicilio a comer, y fue detenido por un grupo de militares que ya lo esperaban. Lo condujeron a una casona en la Avenida Jalisco frente a la cual esperaron casi dos horas…a que llegara el cadáver del general Obregón para que él expidiera  el forzoso “Certificado de Defunción” para llevarlo a Huatabampo. No le permitieron más que un rápido examen visual en que asentó,”….tener a la vista el cadáver de un hombre como de 48 años que presenta ocho impactos de bala en el pecho…”,  certificado que tuve ocasión de ver en dos ocasiones en el expediente que se guarda, o se guardaba al menos en el Archivo Judicial del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, la primera en compañía de mi tío Fernando Ortega, a quién se lo enseñaron por haber sido defensor de Concepción Acevedo de la Llata  (la Madre Conchita) y la otra en presencia del Maestro Rafael Solana, que lo obtuvo por ser Secretario Particular de Don Jaime Torres Bodet.
En el camino hacia Huatabampo, el cadáver se iba descomponiendo y hubo necesidad de hacer autopsia y embalsamarlo en Culiacán,  operación que ejecutó la Dirección de Servicios Coordinados de Salubridad en el Estado.  El resultado fue tremendo. El general recibió más de 19 balazos de diversos calibres. Certificó; Director,  Dr. Alejandro Cerisola,  y envió copia del mismo a su viejo amigo, Fernando Ortega.  Durante el juicio a Toral, el Representante común de la Defensa, Demetrio Sodi, pretendió en vano leerlo. Las dos veces que lo intentó los asistentes a la galería del juzgado disparando balas al aire lo impidieron, por lo que el Juez  determinó que “…se agregara a los autos para los efectos legales correspondientes…”.
El diligente juez fue premiado con un nombramiento de Ministro de la Suprema Corte y los testigos que no vieron nada irregular, con diputaciones, senadurías, gubernaturas, pingües negocios (Aarón Sáenz)   y puestos dentro del gabinete.
AMEN.

No hay comentarios.: