5/24/2015

CAOS VIAL EN EL DISTRITO FEDERAL


Joaquín Ortega Arenas.

Tuve la enorme fortuna de un desayuno con el mejor Arquitecto Urbanista que hay en México, y no soy de los que desperdicien oportunidades.
¿A qué se debe el caos vial en la Ciudad de México, y como se puede corregir?
---Vamos por partes,---contestó--. El verdadero “caos” no es el vial. El verdadero caos ha sido como, desde siempre, la Ciudad crece sin planeación alguna. Cada Gobierno que pasa, tiene su forma especial de ver a la Ciudad, siempre a “ojo de buen cubero” y, estamos cosechando ese sistema.
Pensé, de inmediato en la certeza de esa afirmación,  así como que hoy por hoy la situación se ha venido agravando, por “las necesidades económicas de los gobiernos”. La corrupción salvaje y generalizada, ha determinado que haga falta dinero y más dinero que, “nunca es bastante”. Idearon cambiar el valor de los inmuebles, por sus necesidades  e iniciaron el alza de los impuestos prediales sin tomar en consideración la vieja forma constitucional de respetar la capacidad contributiva del causante, derivada del precio en que él adquirió el inmueble, no en el valor arbitrariamente señalado por la autoridad.
 Encontraron otra, autorizar las construcciones de varios pisos y hoy cobra piso por piso el impuesto predial,  no importa que sean veinte  o sesenta pisos.
En la Ciudad cada día que pasa existen más automóviles,  y  las autoridades  no exigen que en cada construcción se dejen los estacionamientos necesarios para los habitantes y para las visitas y usuarios  cuando se trata de edificios públicos, ya se trate de iglesias, escuelas,  comercios,  oficinas gubernamentales, etc.,
 Esa omisión obviamente no ha sido gratuita y, dizque se puede resolver con  el uso de grúas y  “estabilizadores”.
  Como simple ejemplo, los Tribunales Federales ubicados en San Lázaro, son visitados tal vez por centenares o miles de personas que, no obstante que el edificio está rodeado por avenidas de ancho suficiente para estacionar  varios cientos de automóviles en batería,  “está prohibido” y, decenas de grúas, se los llevan al corralón en forma totalmente inconstitucional, “sin orden escrita emanada de autoridad competente que funde y motive la causa legales de la detención “en ausencia  del propietario  o usuario del vehículo” , lo que convierte, al menos legalmente, en un verdadero ”robo” esas acciones que, inclusive, en muchas ocasiones se trata de robos  que el propietario del vehículo solo conoce cuando “no encuentra su vehículo en el corralón”.  Cuando lo encuentra,  su rescate es mayor a dos mil pesos, a más de que en muchas ocasiones son saqueados en esos tremendos lugares. Se antoja pensar en que se trata de un “impuesto ratero”, consensuado entre autoridades administrativas y judiciales.
Tuve la verdadera pena de “ver con mis propios ojos” en el Colegio Madrid,  en la Delegación Tlalpan,  una larga hilera de diez o doce grúas, “levantando automóviles” de las personas que esperaban la salida de sus hijos, y la desesperación de las madres al ver que se llevaban sus vehículos y no poder siquiera acompañar a los verdaderos ladrones legales”, para no abandonar a sus hijos cuando  salieran y no las encontraran.
Ni  el “Reglamento de tránsito” ni ninguna otra ley, puede permitir  la violación flagrante de los artículos 14 y 16 constitucionales, y….”eso que importa, si el ingreso al fisco lo amerita”.
La situación de la Ciudad de México, es irreversible y cada día más grave.   El temor de los inversionistas para  emprender negocios agrícolas,  industrias,  lo ha obligado a la construcción de inmuebles.
 La Ciudad de México, se llenó de grúas de construcción y se ha llenado de edificios enormes. Dan ganas de llorar el transitar por el Paseo de la Reforma sin encontrar ya una sola de las   mansiones señoriales que la bordeaban. Era una de las avenidas más bellas del mundo, comparable con los Campos Elíseos de París que las autoridades francesas cuidan y conservan. Eso en México es desconocido.  Nuestras autoridades solo conocen negocios. La belleza, la tradición, son cosa del pasado.
Tenemos un ejemplo patente de la situación que a ese sistema conduce, en la Ciudad de Detroit,  en los Estados Unidos,  cuna de las empresas automovilísticas más grandes del mundo, hoy repleta de grandes edificios vacíos, desocupados y muchos de  ellos en ruinas.  Los adquirentes no pudieron pagarlos y los abandonaron. Se acabó el pago de impuestos.
 La ciudad se declaró en quiebra. ¿Si ese será nuestro destino que vamos a  hacer?
 

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