10/01/2006
Parece Mentira
Joaquín Ortega Arenas.
“…Desde que el gobierno puede extender su influencia a las elecciones populares, y hacer obtengan en ellas sus adictos y partidarios, las libertades públicas perecieron, o están en riesgo muy próximo a terminar.
Si los jueces natos de la autoridad, los que han de castigar sus excesos y enfrenar sus arbitrariedades se eligen y escogen entre sus amigas, es tan claro como la luz del medio día, que sea cual fuere la forma de gobierno, el despotismo quedará entronizado y la libertad destruida.
Ahora bien: este mal es infinitamente temible con la multiplicación de empleos repartidos por todas partes, y con el aspirantismo cuando éste ha penetrado en la masa de la nación; los primeros con halagos o amenazas, y tal vez con abiertas y positivas violencias, obligan a un pueblo tímido e incauto, a sufragar por los suyos, es decir, por aquellos de quienes nada puede temer la autoridad. Esta seducción tiene un efecto más seguro cuando el derecho de sufragio se concede a las clases más infelices; cuyos hábitos han sido de la obediencia más servil, a los que despliegan más audacia y atrevimiento; entonces es seguro el triunfo de los agentes del poder, así como la impunidad de sus atentados y crímenes, por haberse hecho ilusorios los medios de contener aquéllos y castigar éstos.
Mas no sólo los que ocupan sus puestos, sino también los que aspiran a ellos y tienen esperanza de obtenerlos, se venden al gobierno, ocultan sus dilapidaciones, y se prestan a sus miras. Mil veces ha sucedido, especialmente entre las naciones que no exigen la propiedad como condición indispensable para el ejercicio de los derechos políticos, que los representantes de los pueblos, haciendo traición a sus deberes, por optar un destino al concluir su comisión, se prostituyesen cobardemente a proyectos de ambición ajena y vendiesen con la mayor y más reprensible vileza los intereses nacionales. Este ejemplo y sus funestos resultados repetidos con demasiada frecuencia, demuestran del modo más claro y evidente 1o temible que se hace el gobierno cuando la empleomanía por constituir el espíritu público de una nación, le presta armas tan poderosas. Se empieza por halagar las pasiones y procurar la comodidad de algunos, y se acaba por destruir la libertad de todos..
¿Pero es probable, se nos. dirá, esa propensión en casi todos los hombres para multiplicar los empleos, y para obtener uno de ellos que proporcione el brillo y la subsistencia? En ciertas circunstancias no solamente es verosímil sino enteramente segura. ….
¿ Qué clase de instituciones. ni sistemas podrá plantearse con hombres inmorales? ¿Ni cómo podrá aspirar ningún pueblo a los gloriosos días de Roma en que las virtudes de Camilo, de los Escipiones, de Quinto Fabio Cincinato y Catón tuvieron en manos la libertad, cuando se halla encorvado bajo el dominio de hombres poseídos de todos los vicios, que forman el carácter distintivo de los eunucos en los tiempos más bajos del imperio? …
No hay ciertamente cosa más opuesta a la laboriosidad del hombre, que el deseo o la ocupación de los puestos; todos ellos se consideran y son efectivamente un medio de subsistir sin afanes, y pasar como vulgarmente se dice, una vida descansada. El empleado, aun el más cargado de ocupaciones. trabaja infinitamente menos que el artesano o labrador más descansado. Como al fin del mes o año se le ha de acudir con su asignación, haya hecho mucho, poco o nada, y como ésta es fija, sin aumento ni disminución, carece del verdadero estímulo que impele al hombre a trabajar, a saber el adelanto progresivo de su fortuna y el aumento de sus goces. …
Es verdad que no faltan, especialmente entre los magistrados, hombres laboriosos muy dignos de toda consideración por sus notorios y constantes servicios, por la pureza de su manejo, y que en razón de la independencia en que se hallan de la autoridad, jamás pueden amenazar a las libertades públicas. que por el contrario apoyan y sostienen; no son ciertamente estos los empleados de que hablamos, sino de esa turba despreciable que en todos tiempos y ocasiones no ha tenido otra ocupación que oprimir y vejar a los pueblos sosteniendo todas las iniquidades de sus amos. formando partidos exagerados. y causando sediciones y alborotos en los lugares que sin ellos permanecerían pacíficos y tranquilos. Estos son ciertamente no sólo enemigos del trabajo. sino también destructores de la industria.
En efecto. la observación más constante manifiesta que cuanto más fuerte es el espíritu de ambición, tanto más débil debe ser el de la industria. Una misma población no puede estar al mismo tiempo animada de propensiones tan contrarias. y el deseo de los empleos excluye las cualidades necesarias a la industria. Es digno de notarse hasta qué punto la costumbre de vivir de sueldos destruye la capacidad de invención y de perfectibilidad. Se ve con mucha frecuencia entre hombres de talento y de excelente disposición aspirar a conseguir un puesto y sentir profundamente la pérdida de un empleo, que estaba muy lejos de darles lo que hubieran podido adquirir fácilmente por el ejercicio de una profesión independiente. ..
El gusto pues de los empleos altera profundamente las facultades activas de un pueblo, destruye el carácter inventiva y emprendedor, apaga la emulación, el valor la paciencia y todo lo que constituye el espíritu de industria. …
En efecto, todo lo que sea retirar capitales de la circulación y destinarlos al consumo, es secar en su origen las fuentes de la riqueza nacional y derrocar las bases de la prosperidad pública. La creación de empleos innecesarios exige dotaciones cuantiosas, éstas no pueden hacerse efectivas sin el aumento de contribuciones que causa la destrucción de los capitales. Desde que una cantidad cualquiera de riqueza se destina a un uso improductivo, se debe tener por destruida, y lo es efectivamente….”.
Pero, porque ésta colaboración se titula ¡Parece mentira? Porque resulta increíble que no haya sido escrita ayer o ésta misma mañana, sino hace mas de ciento ochenta años por el Dr. José María Luis Mora, inspirador del “federalismo” nunca logrado por este País.
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