2/01/2008

“El que mata sus raíces, no verá jamás flores y frutos en su vida”.

Joaquín Ortega Arenas. ¡Qué pena! No lo hemos podido evitar ni como parece, lo evitaremos jamás. El propósito inicial de nuestros conquistadores, a partir de 1521 se ha hecho institucional. Hay que destruir todo, acabar con todo, tradición, fábula, historia nos estorban. El bíblico “Becerro de Oro”, glorificado, venerado y ambicionado, es el motor de nuestro quehacer. El pasado prehispánico…no produce, cuesta, ¡hay que acabar con el! El pasado colonial, en especial el arquitectónico, palacios, grandes casas, jardines, no genera impuesto predial suficiente. A destruirlo y substituirlo por condominios y “panales” de interés social que generen grandes cantidades de oro para que nuestros próceres políticos puedan llevárselo a sus casas. Cada sexenio que pasa, genera miles de nuevos ricos. Construimos sobre el mas antiguo “sifón” de América y quizá del mundo, reliquia de la civilización Cuicuilca, un hermoso edificio de oficinas que genera mucho dinero en rentas y un elevado impuesto predial En balde un grupúsculo de despistados intentó mediante recursos legales evitarlo. Un juez de Distrito, ( de origen francés, desde luego) DON, ( asi con mayúsculas ) Jean Paul Tron Petit, les concedió el amparo de la justicia federal que la Suprema Corte de Justicia de la Nación , en Pleno revocó . Los mexicanos no tienen “interés jurídico” para defender el patrimonio histórico de la Patria. En ésa histórica sentencia, al menos, se violo, pero se dejo vigente la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas Artísticos e Históricos. “De cuajo”, se arrancaron del subsuelo de la Villa Histórica de Coyoacán dos plataformas teotihuacanas y cinco tecpanecas, y se destruyó un edificio que albergaba la Fábrica de Papel “México hace doscientos años y “Coyoacán” después. Los eternos despistados pretendieron defender esos monumentos y la iluminada Suprema Corte de Justicia insistió. “carecen de interés jurídico para defender su pasado histórico”. No se perdió el peine, apareció de inmediato. Los terrenos rescatados a la historia, se han vendido a razón de OCHOCIENTOS DÓLARES EL METRO CUADRADO. Pero, que necesidad hay de estar exponiéndose a críticas de despistados. Hoy la Segunda Sala de la Suprema Corte , ha establecido la necesidad de que la Nación , propietaria original y originaria de todos los terrenos que conforman su territorio, debe otorgar la garantía de audiencia a quiénes la han robado y despojado de su patrimonio histórico. “No se debe declarar un inmueble como monumento histórico , sin dar antes oportunidad al propietario, ( ya no es la Nación , por lo visto) de emitir su opinión al respecto”. También en este caso flota la duda. El predio declarado monumento histórico, ubicado en Parras de la Fuente , Estado de Coahuila, tiene una superficie de CUATRO MIL SEISCIENTOS CUARENTA KILÓMETROS CUADRADOS y se conservan, o “se conservaban” obras construidas en los siglos XVI Y XIX e incluye el de la propiedad del quejoso “protegido” por la Justicia Federal Como siempre, al pie del arco iris, hay una olla de oro. No debemos olvidar que en Chichén Itza, los abusivos mayas construyeron los monumentos que hoy son patrimonio de la humanidad en terrenos propiedad de la Familia Barbachano. En otro caso “dificil” de entender para los “ilusos” de siempre, se ha publicado en los diarios que la Universidad Nacional de México recibió en donación, el inmueble ubicado en la esquina de las calles de Moneda y Seminario, frente por frente del Palacio Nacional y del Sagrario Metropolitano, en el que desde el 2 de febrero de 1855, ha funcionado una cantina. “El Nivel”, famoso desde su fundación por las “sangrías” y las “niveladas” que durante CIENTO CINCUENTA Y TRES AÑOS han, miento, hemos saboreado los mexicanos . Señala una noticia publicada en el diario “ La Jornada ” que, “ Rectoría no quiere EL Nivel” como cantina”. Si bien es cierto que los fines de la Universidad de México, ni de ninguna Universidad en el mundo entero, no incluyen el funcionamiento de una cantina, en este caso, no se trata de una cantina a secas, se trata de la primera cantina de la Ciudad de México,. De una cantina que ha visto pasar por sus puertas a ciento cincuenta generaciones de mexicanos de todo género. Viene a mi memoria que tuve oportunidad hace ya mas de sesenta años, de visitar la Ciudad de Frankfurt. Estaba destruida por los efectos de los bombardeos de la aviación “aliada”, y sus habitantes y autoridades se esmeraban en la reconstrucción de sus plazas y monumentos. La Plaza de los Abogados y la primera taberna de la Ciudad , de varios cientos de años de existencia, eran los objetos prioritarios pero, ¡que saben de cultura e historia los alemanes.!

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