Ramón López Velarde, ( 1888-1921), nuestro “Poeta Nacional” escribió a principios del año de 1921, en la primera parte del poema inmortal, “Suave Patria”,
Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros,
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.
El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.
Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.
Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.
Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.
Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.
Han pasado solo ochenta y seis años, y en ellos los usufructuarios de la “Revolución”, han acabado con ese patrimonio tan bellamente cantado por el poeta.
La superficie de nuestra Patria, ya no es el maíz. Es tierra yerma sin manos que la cultiven. Es la miseria de nuestros campesinos que huyen de su patria a riesgo de su vida para poder subsistir. Hoy el Señor Presidente ha dado la puntilla a la antigua metáfora.
Ya no será jamás el maíz nuestra superficie. Ni el arroz, ni el fríjol , ni el trigo, ni la alfalfa…. Se abren las fronteras para traer el maíz y todas las gramíneas cuyo cultivo desde antes de la conquista era suficiente para la alimentación cotidiana de los habitantes de Mesoamérica. Hay que traerlas de donde lo haya a precios de importación para aumentar nuestra miseria “para que no haya hambruna”.
Concluyó, hace ya muchos años la ayuda oficial a nuestros campesinos para que sembraran los insumos necesarios para la alimentación. Hoy deben abandonar la tierra. Hay que construir fraccionamientos y condominios, muchos fraccionamientos y muchos condominios que produzcan mas impuesto predial. El remedio para el hambre que se avecina está a la mano, nuestros “buenos vecinos” nos lo van a enviar …desde luego pagando un precio que los mexicanos ni soñamos cual es.
El Palacio del Rey de Oros, nuestras minas, están abandonabas o inundadas en su mayoría, y las que quedan, en manos de extranjeros ( la inefable American Smelting and Refining Company, y sus satélites “Peñoles” etc).
El niño Dios nos escrituró un establo que dejamos abandonado. No hay con que alimentar a las vacas y tenemos que importar leche,
Nuestros veneros de petróleo, ya casi no son nuestros y están volviendo o a las manos del antiguo propietario que los escrituró en nuestro favor para nuestra desgracia.
Las horas ya no vuelan sobre nuestra capital. Están empantanadas en aglomeraciones de automóviles o rejas o boyas anaranjadas, mítines de protesta, marchas, o simplemente bloqueadas por la policía cuando va a transitar por ellas algún “personaje” que casi nos tienen inmovilizados.
Los palomos colipavos han desaparecido de la “provincia del reloj en vela” . Tal vez algún hambriento se las ha comido por pura necesidad y las campanadas nunca mas podrán caer como centavos, ¡Ya no hay centavos! El valor de nuestro antiguo “peso” ( si, el que un Presidente iba a defender “como perro”) es tan ilusorio, que ni siquiera se pueden acuñar monedas de un centavo. Tiene un más alto precio un confeti o una lentejuela que el que podría tener un centavo.
Solo una cosa aumenta cada día, La mutilación de Nuestro Territorio. Las ciudades están llenas de condominios, fraccionamientos “panal” con viviendas de “interés social” tan pequeñas que ni las abejas podrían vivir cómodas en ellas; fraccionamientos “caros” propiedad de extranjeros.. El percal y el abalorio ya no nos visten., Casi todas las factorías textiles han cerrado por falta de insumos, o porque el contrabando ha acabado con su mercado. Nuestras mujeres campesinas ya no fabrican abalorios . Las manufacturas en general, no les dejan ni para mal comer. Prefieren engrosar el mercado doméstico de trabajo. Hoy usamos fibras sintéticas e importadas ilegalmente de China y obviamente, de los Estados Unidos de América.
El tren ya no va por la vía porque el gobierno foxista lo declaró desaparecido y vendió a $0.69, si sesenta y nueve devaluadísimos centavos el kilogramo. Se acabo el “barullo de las estaciones”, porque ya no hay estaciones ni mirada de mestiza que las contemple. Esa mirada se ha convertido en ojos llenos de lágrimas ¿de tristeza?, ¿ de impotencia? ¿de odio?
Un mañana incierto, pero fatal nos va a despejar la duda.
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