2/04/2013

DOS INCENDIOS.



Joaquín Ortega Arenas.

Como acostumbramos desde hace casi 70 años, los miembros de la Generación 1942-1946 de la Escuela Nacional de Jurisprudencia supervivientes, (apenas 5) nos reunimos a desayunar juntos una vez más, el sábado 2 de febrero d 2013.  No había muchos temas que abordar y desde luego surgieron las misteriosas explosiones ocurridas  en la Torre de Petróleos Mexicanos ubicada en La Avenita Marina Nacional, Bahía de Banderas y Bahía  del Espíritu Santo, que han tenido hasta el momento un trágico desenlace con  numerosas muertes y personas heridas. Uno de los asistentes recordó que en el mes de diciembre de 1992, ocurrió un incendio en ese mismo lugar,  cosa que le constaba porque  desde entonces vive en la Calle de Bahía de Banderas, frente a la Torre, incendio que se consideró provocado para ocultar el fraude verificado en la compra de dos barcos petroleros, “Abkatún y Cantarell”, y que según se comentó en el barrio, se destruyeron todos los documentos relativos a esas operaciones.
Se provocó de inmediato una discusión, y uno de los asistentes propuso que nos constituyéramos en “Sala de la Suprema Corte”  y por votación, después de oír argumentos en pro y en contra decidiéramos cual debía ser nuestra opinión.  Otro de los presentes, en franca broma,  señaló que si nos íbamos a constituir en Sala de la Suprema Corte, “que no fuera la segunda,  porque es muy influenciable y variable en sus resoluciones”.  Reímos y nos constituimos pues en una falsa Primera Sala y comenzaron las discusiones.
Por unanimidad de cinco votos, estimamos que era un sabotaje provocado, tal vez con el mismo objetivo que causo el anterior  incendio en el Departamento de Contabilidad de la Paraestatal. Se comentó que en ésta ocasión no fue un simple incendio,  sino dos explosiones  que oyeron claramente los vecinos que   viven en la Calle de Bahía de Banderas. Respecto a la sospecha de sabotaje, hubo unanimidad de cinco votos, porque como argumentamos todos, en un departamento de contabilidad de cualquier empresa, grande o pequeña, hay computadoras,  y papeles y más papeles que al menos hasta hoy, se ha sabido que no explotan.
Respecto a la forma en que se ha tratado de resolver el problema, surgieron críticas por lo sospechoso que resulta que se haya  corrido, literalmente,  al personal de la Benemérita Cruz Roja para sustituirlo por personal militar, y  retirado de sus instalaciones a los heridos que atendía ya, uno de los cuales, señaló la prensa,  falleció durante su  traslado a otro hospital.
  Se mencionó la gran preocupación del Presiente de la República   y su constante presencia en el lugar de los hechos….
Uno de los asistentes al desayuno acotó que en su opinión,  el sabotaje si existió, solo que por error, los artefactos explosivos funcionaron antes de lo planeado, con toda seguridad para el momento en que la oficina de la Torre B-2,  se encontrara ya sin trabajadores,  por lo que a quién debía buscarse y castigarse, es  precisamente  al autor de ese error, quizá involuntario, que ocasionó más de treinta muertos,  muchos heridos y pérdida de valiosos documentos,  razonando  como abogado penalista que es, que se trata de un delito por imprudencia por el que …hasta cabe  la libertad bajo fianza,  en el caso de que “fuera detenido”. Total, que ¡desde el punto de vista estrictamente legal, ¡es un caso sin importancia!, …..Acordamos los asistentes en dejar de funcionar como Alto Tribunal,  y dejar las cosas como están.  Otro de los asistentes señaló que de todos modos el responsable verdadero será sancionado…por su conciencia, y nos recitó una parte del  poema de Gaspar Núñez de Arce,  “El Vértigo”, que, obviamente escribí y les regalo a mis queridos y pacientes lectores.
“…Conciencia nunca dormida
mudo y pertinaz testigo
que no dejas sin castigo
ningún crimen en la vida
La ley calla, el mundo olvida
mas, quien sacude tu yugo?
Al Sumo Hacedor le plugo
que a solas con el pecado
fueses tu para el culpado
Delator, Juez, y Verdugo…”

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