12/01/2006
Balance VII.- Oaxaca y la Justicia
BALANCE VII.
Joaquín Ortega Arenas.
Un acontecimiento imprevisto y muy grave nos obliga a variar el orden en el que estos “Balances” deberían haberse publicado. En la Ciudad de Oaxaca, incendiaron el Palacio de Justicia. Miles de expedientes se perdieron en el siniestro. Hay miles de afectados entre actores y demandados y, lo que es peor, el orden público en todo el País es el más perjudicado con esos hechos. No solo eso, hay que ponerse a temblar, “el mal ejemplo cunde”.
Desde el año de 1935, la Justicia ha ido perdiendo su majestad y presencia. Gota a gota al principio y en violenta cascada en el último decenio. Aunque parezca mentira, la “justicia Federal” ha ido poniendo los peores ejemplos de corrupción y abuso, ejemplos que, las “justicias locales” han seguido por lo conveniente que resulta para los funcionarios judiciales un incremento en sus haberes, aunque sea ilícito, que al fin y al cabo nadie va a reclamárselos y menos aun a castigarlos.
En este último decenio, se crearon, primero en la Justicia Federal y como acostumbramos en México, en copia inmediata en todos los Estados dizque Libres y Soberanos, los pomposos, costosos e inútiles “Consejos de le Judicatura”. Para el mejoramiento de la impartición de justicia no ha tenido ninguna utilidad pero, para dictar leyes, modificarlas, derogarlas o de plano abrogarlas “…por Acuerdo General del Pleno”, han sido utilísimos, facilitando de ese modo la despiadada corrupción que nos abate y que ha dado lugar, a no dudarlo, al descontento y desconfianza absoluta en la justicia, que ha desembocado en los graves acontecimientos de Oaxaca.
El hombre común, el verdadero “pueblo”, ha visto y ve cotidianamente a las autoridades judiciales como sus peores enemigos. Los jueces de distrito, no dan entrada gratis a demanda alguna. Siempre hay prevenciones ilegales, cuyo incumplimiento sancionan con “tener por no presentada la demanda”, y contra este atropello no hay defensa posible. Los recursos que se intenten serán, indefectiblemente, notoriamente improcedentes. De la Ley de Amparo y del Código Federal de Procedimientos civiles, solo tienen que aplicar dos preceptos. El artículo 145 de la primera, desechando demandas de amparo a troche y moche, generalmente en forma ilícita, desechamientos que normalmente ratifican las autoridades superiores y, en el caso de la Suprema Corte , su señor presidente se ha lavado las manos para dejar a cargo de sus subsecretarios el deshacerse de cuanto iluso recurre a ella, declarando “notoriamente improcedente “ sin base legal, sin fundamento y solo porque sí, cuanto recurso llega a esa ya inútil instancia, hoy visible “en vivo y a todo color”.
El Consejo de la Judicatura Federal , encontró una forma de perpetuar y proteger la corrupción. Cuando un tribunal emite una resolución, todas las demás que recaigan en el mismo asunto o algún asunto similar, deberán ser resueltas por el que primero que “recibió” lo debido para resolver “bien”. Y como dice el viejo refrán, “al que madruga Dios le ayuda”. Los “madrugadores” han proliferado y la justicia anda por los suelos.
Del Código Federal de Procedimientos Civiles, solo resulta aplicable ya el artículo 57, que ordena QUE SEAN DESECHADOS DE PLANO incidentes, promociones y recursos notoriamente maliciosos o improcedentes, y la calificación de malicia o improcedencia es generalmente potestad del juez. Pero ¡claro!, siempre hay forma de modificarla o evitarla con unos cuantos retratos de Ignacio Zaragoza.
En los juzgados civiles federales y del fuero común, una de cada diez demandas que se presentan “están bien hechas” y no necesita aclaración. Las nueve restantes requieren “aclaración” o complemento invisible para ser viables. Aquel que no aclara o no complementa, verá inexorablemente que su demanda es desechada y sus derechos perdidos.
Ya ni siquiera se respetan las formas. La odiosa dictadura de Porfirio Díaz, fue aniquilada por la Revolución que nos devolvió la legalidad. Ya no se volverán a ver los destierros ilegales de yaquis revoltosos y mayas agitadores que sen enviados, los primeros a Yucatán y los segundos a Sonora. Ahora solo se les reubica, por su bien y seguridad, a los oaxaqueños a Nayarit y Tamaulipas, y les va muy buen. Cuantos simplemente “desaparecen”.
Los odiados Rurales, que pisoteando la soberanía de los Estados operaban en todas partes, han desaparecido. Hoy, la Intitucionalizada Policia Federal Preventiva, hace sus funciones.
¿Hay algo mas temible en este País que caer en manos de la Policía , de la Policía Judicial , de los Agentes del Ministerio Público o de los Jueces Penales? Creemos que no, pero podemos estar equivocados y agradeceremos, publicándola en este espacio, la existencia de esa super dantesca corporación o dependencia infernal o gubernamental.
A cambio de ello, las instituciones encargadas de la Procuración de Justicia, se han convertido en armatostes inútiles a los que resulta vano y ocioso acudir en demanda de justicia. De llegada “asustan” al ofendido por algún delito con que es a él a quien van a meter a la cárcel, y después, las averiguaciones previos tienen dos instancias: inicio, y resolución de “no ejercicio de la acción penal”. Desde luego, ¡hay excepciones! que tu, querido lector ya imaginas.
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