12/29/2006
Cuicuilco y Coyoacàn...
Joaquín Ortega Arenas.
Hace unos cuántos meses que, al ser interrogado el distinguido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma sobre cuántas zonas arqueológicas había en la República Mexicana , escuetamente contestó: “… Una… que va de Tijuana a Chetumal…”
Cuánta razón tuvo en su aseveración. Desde la Península de Baja California hasta la frontera con Guatemala, no hay lugar alguno en el que nuestros antepasados, los primitivos ocupantes de la gran mesoamèrica, como llamó Paul Kirckoff al territorio que hoy ocupamos como República, se hayan olvidado de dejar vestigios culturales de su paso por estas tierras, vestigios que las autoridades mexicanas, se afanan diariamente en destruir para dar paso a una cultura sin historia ni tradiciones, copiada de otra que radica mas al norte, en la que el único valor es el bíblico borrego de oro.
Pretenden destruir hoy en la Baja California , todos los vestigios de la existencia de los núcleos Guaycuras, pames, opatas, yumanos peninsulares y pericues, para dar paso a modernos sitios petroleros y de allí hasta nuestras fronteras con Guatemala todo aquello que revele la existencia de un gran pueblo. De una verdadera Nación hoy casi aniquilada.
El Valle de México, es una de las zonas que, por haber sido objeto de una ocupación mayor en extensión e importancia cuenta con un elevado número de monumentos arqueológicos e históricos, que tal parece son el principal objetivo a destruir, en aras del negocio inmobiliario criminal con el que han convertido a la antigua Tenoxtitlan, en un inmenso negocio derivado del cobro de impuesto “predial” que solo existe en los lugares en los que se comercia con el terreno, nunca con los lugares en los que se asienta nuestra cultura tradicional, nuestra historia y nuestro pasado glorioso.
Uno a uno, pero inexorablemente se han ido destruyendo nuestros monumentos históricos para convertirlos en ·”estacionamientos”, condominios”, edificios de oficinas, o viles vecindades en las que hacinan como hormigas a trabajadores y gente humilde, pero que “… PAGAN IMUESTO PREDIAL…IMPUESTO POR TRASLACION DE DOMINIO, DERECHOS DE INSCRIPCION EN EL REGISTRO PUBLICO, …” y sobre todo permiten negocios inmobiliarios millonarios a millonarios que reciben millones por ellos, y, siempre salpican a nuestras honestísimas autoridades con algún mendrugo.
La antigua “Ciudad de los Palacios” ha visto atónita convertir uno de los mas bellos y raros conventos ( ubicado en las calles de Paraguay, números 42 y 44, Colonia Peralvillo, ) que constaba con CINCO NAVES Y VEINTICINCO HERMOSÍSIMAS CUPULAS, en estacionamiento de vehículos. Las pilastras de cantera adosadas a los muros de las casas vecinas en las que se apoyaba la construcción, son hoy día el único testimonio acusatorio de esta bestialidad que, la verdad, solo en nuestro querido México he visto ocurrir.
Debemos aclarar que, toda, absolutamente toda la culpa de estos atropellos a la cultura y a la historia es imputable a las autoridades, ya que la sociedad civil, los verdaderos mexicanos ajenos a las maquinaciones ilícitas de los funcionarios que solo llegan a los puestos públicos a ”ver que se llevan”, en vano ha pretendido evitarlo. El Poder Judicial Federal , ( si la H.H .H. SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACION ), le ha negado ese derecho considerando que los mexicanos no tenemos INTERES JURIDICO PARA DEFENDER EL PATRIMONIO QUE OBVIAMENTE LES AYUDA A ELLOS A ENRIQUECERSE.
Hemos visto, ahora si que con lágrimas en lo ojos, desaparecer el primer sistema hidráulico del mundo entero , construido por la civilización que habitó en Cuicuilco antes de la erupción del Xitle, y el ingeniosísimo medio con el que evitaron que la lava del volcán, destruyera sus edificaciones religiosas, bajo un moderno edificio de muchos pisos que alberga muchas oficinas y comercios que producen muchos , `pero muchos pesos a sus dueños.
La sociedad civil lucho para evitarlo. Un Juez de Distrito honrado, y competente. ( rara avis), el Sr. Lic. Jean Paul Tron Petit, amparó a la sociedad civil solo para que la H.H .H. Suprema Corte de Justicia de la Nación revocara ese amparo PORQUE LA SOCIEDAD CIVIL CARECE DE INTERES JURIDICO PARA DEFENDER SU PATRIMONIO HISTORICO. Obviamente, ese interés jurídico solo lo tienen las autoridades y no lo ejercitan sencillamente , porque lo venden a muy buen precio.
Desde el Siglo XVIII. Funcionó en Coyoacán, un fábrica de papel, que creció y se convirtió a principios del Siglo XX en una importante factoría , hasta que la hermosa Villa declarada monumento Nacional por Porfirio Díaz, se convirtió en botín de funcionarios. Desaparecieron uno a uno los “Jardines escondidos” de la Villa a los que en muchas ocasiones mencionó y alabó el escritor Jorge Ibarguengoitia. para dar lugar a “Condominios escondidos” edificados sin licencias por la prohibición decretada por el Presidente Díaz, pero a ciencia y paciencia muy bien pagada a las autoridades.
La Fábrica de Papel, fue declarada “Monumento histórico” por el fantasmagórico Instituto Nacional de Antropología e Historia, pero ni esa declaratoria funcionó a la hora de “los billetes”. Sin variar el USO DEL SUELO, con un permiso reducido a la demolición de 375 metros cuadrados de ·” construcciones contemporáneas”, se destruyó la totalidad de “Monumento” ( mas de cuatro mil metros cuadrados); El fantasmagórico e inútil I.N.A.H. ( por conducto de LUCIANO CEDILLO ALVAREZ ), autorizó la construcción de CUARENTA CASAS EN CONDOMINIO.
El atropello no paro en el permiso. En el subsuelo de aparecieron de cierto dos plataformas teotihuacanas, y varias de origen tecpaneca ( circulares ), cuya existencia convertía el predio en propiedad de la Nación. Los vecinos solicitaron el amparo de la Justicia Federal , que les fue negado por una atingente Juez cuyo nombre omito para no ensuciar este escrito, que les negó la suspensión y el amparo porque no tienen interés jurídico para defender el entorno de sus domicilios y el patrimonio cultural de la Nación , sentencia que ratificó la H.H .H.H. mas alta autoridad del país por conducto de su inefable Presidente Marianito Azuela Guitron que desechó los recursos hechos vales, por “notoriamente improcedentes”; denunciaron esos hechos al I.N.A.H., al honorabilísimo delegado Miguel Bortollini, a la Procuraduría General de la República , y nadie movió un solo pelo para evitar el atropello. Los enviados por la P.G .R., ni siquiera “vieron” los vestigios arqueológicos.
Inmisericordemente fueron sacados uno a uno los vestigios arqueológicos para ser tirados como cascajo y se logró el objetivo de las autoridades. Pagaron muchos , pero indudablemente muchos pesos por los permisos y ahora seguirían pagándose muchos, pero muchos pesos por “impuesto predial y servicios”. Que importa que los callejones de la antigua villa ni soporten el tránsito vehicular tan intenso que deriva la proliferación de la población; que importa que los drenajes porfirianos estén totalmente saturados; que importa que el agua ya ni alcance ni para la cuarta parte de los tres millones de habitantes que tiene la Villa de Coyoacán ; que importa la miseria, la delincuencia y la desesperación que tantas atrocidades han provocado.
Lo importante ya está en las cuentas bancarias de muchos funcionarios.
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