12/18/2006

BALANCE VIII.-

BALANCE VIII Joaquín Ortega Arenas. ANTONIO DE PADUA MARIA SEVERINO LOPEZ DE SANTA ANA Y PEREZ DE LEBLON. Verdadero y único creador del Estado Mexicano. Definitivamente, somos un país ahogado siempre por una inmensa amnesia que nos impide valorar y admirar a nuestros verdaderos héroes. No solo hemos olvidado el verdadero creador del Estado Mexicano, Don Antonio López de Santa Ana, once veces presidente de la República , héroe de la Patria en San Jacinto, en Veracruz, en La Angostura , en Padierna, en Churubusco, en Chapultepec, etc., sino que lo hemos execrado y vilipendiado. Lo motejamos como el “quince uñas”, sin siquiera acordarnos de que las cinco que perdió junto con parte de su pierna, le fueron arrebatadas por un obús extranjero de los atacantes del Puerto de Veracruz. Le quitamos a nuestro amado y venerado himno nacional, que él, solo él mandó componer para su gloria merecida y personal, y que él estrenó con la soprano Susane Sontag a quién trajo desde Alemania, en el Teatro que llevaba su nombre un ya olvidado 16 de septiembre, aquella estrofa que dice: “ Del guerrero inmortal de Zempoala, Te defiende la espada terrible Solo encuentra su brazo invencible Quién tu nombre sagrado insultó…” Para nuestra fortuna, modificadas y actualizadas, conservamos casi todas las leyes que han engrandecido y enorgullecen a los mexicanos, elevadas ya al rango constitucional casi todas ellas. Aunque pretendió Don Antonio convertir a nuestro País en un estado Centralista, lo impedimos, y somos un estado federalista en el que todas las decisiones se toman por el Ejecutivo Federal, haciendo mofa eterna de los Estados Federados y de la Soberanía que cantamos a toda voz de todos ellos. Todas las actividades de todos los estados, en el ámbito administrativo, legislativo y judicial, están sujetas a los dictados de la Justicia Federal , ¡gracias a Don Antonio! , verdadero padre de la patria.. Olvidemos que el vulgar Antonio López Pérez fue poco a poco enriqueciendo su nombre hasta el que encabeza este ensayo, y sus títulos hasta el de Alteza Serenísima, a partir de su encumbramiento hasta Brigadier del Ejército Colonial Español y, que con todo tipo de artimañas, traiciones y crímenes llegó a la Presidencia de la República , ya que no es un defecto, muchos han seguido este honroso camino y sus nombres acaparan calles y plazas, y sus estatuas y bustos son objeto de veneración perenne. Centremos nuestra atención en la fundación del verdadero estado mexicano. Ocurrió en los años de 1847 y 1848, cuando las hordas norteamericanas invadían inmisericordemente nuestro territorio. El abuso de poder , mal endémico hasta la fecha, dio ocasión a un ilustre yucateco, Manuel Crescencio Rejón, a plantear en su Estado Natal la necesidad de un procedimiento ágil y rápido que frenara los desmanes de nuestros siempre inefables funcionarios. Lo denominó “juicio de amparo”, y logro que se implantara en Yucatán. Toda la Nación lo alabó y pretendieron que se hiciera general a todo el País. Llegó el señor Rejón al Congreso General como diputado, lo propuso y se aceptó unánimemente, con una pequeña modificación decretada por el antiguo Antonio López Pérez, no sería el Poder Judicial de los Estados Libres y Soberanos el que se encargara de ello, en los relativo a actos ajenos al propio poder judicial sino el Poder Judicial de la Federación . De un tajo, la soberanía y libertad de los Estados libres y Soberanos en asuntos del orden administrativo y legislativo, se redujo a una tercera parte, y quedó a merced de la federación en todo tipo de asuntos excepción hecha de los judiciales. La modificación se aceptó unánimemente entre obuses y balas norteamericanas, . El primer efecto, se observó poco después con la firma de los tratados de paz mediante los que perdimos un cincuenta por ciento de nuestro territorio. Pero no hay que pensar mal de nuestro héroe. Logró que fuese mas sencillo gobernar un territorio mas pequeño y esa conquista le fue largamente pagada con otros ascensos a la Primera Magistratura y, en los años de 1853 y 1854, completó la fundación del actual estado mexicano estableciendo los sistemas contributivos que tanto han ayudado al enriquecimiento, no de los mexicanos, sino de los funcionarios mexicanos. Sus nobles impuestos por las puertas y las ventanas, se ha agregado al cobro siempre al alza del impuesto predial; el impuesto sobre carros, cabalgaduras y sillas de montar, con la modernidad se ha transformado en el impuesto sobre tenencia de vehículos automotores; el impuesto sobre linternas y lámparas por el inventado, se ha incorporado al cobro imposible de detener de la tarifas también siempre al alza sobre el uso de energía eléctrica. y….con otra pequeña ayuda de Porfirio Díaz, se agregó el control por el estado de la impartición de justicia en todo tipo de asuntos y, con otra pequeña ayudita de otro de nuestros héroes olvidados, Victoriano Huerta, del control de los funcionarios judiciales de la federación, mediante su nombramiento por el señor Presidente, ratificado por Venustiano Carranza en la Constitución que nos rige. No es justo nuestro olvido. Es pura ingratitud.

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