6/17/2007

MEXICO CIUDAD "DE LA ESPERANZA".- Segunda Parte

Joaquín Ortega Arenas. Pocas situaciones tan dramáticas como la inundación de la Ciudad de México en los ya remotos años de 1629-1633, ensombrecen nuestra historia. El año de 1596, la Ciudad quedó parcialmente inundada por las lluvias que se abatieron sobre ella en la época de lluvias, y no había sido posible desalojarlas totalmente, cuando el 21, 22, y 23 de septiembre de 1629, ininterrumpidamente llovió sobre el Valle, y la lluvia aumentada con la que bajo de las serranías que circundan el mismo, agravó la inundación que aun padecía y destruyó gran parte de las construcciones existentes, sobre todo, las de la gente humilde al grado de que las autoridades ecleseásticas de la Colonia solicitaron al Rey de España que se cambiara la ubicación de la Capital al lugar en que se encuentra aun la Villa de Coyoacán , ya también aniquilada por los pésimos gobiernos que siempre hemos padecido Los propietarios de los predios, nobles y altos políticos, se opusieron tenazmente al proyecto, y ayer como hoy, los intereses económicos derivados de la tenencia de la tierra sellaron para siempre el futuro de la cuenca hidráulica del Valle de Anahuac que ha derivado en la planta de asfalto , construcciones y problemas que hoy nos agobian. Sin embargo, no nos esforzamos para evitar que esas criminales actitudes se repitan, sino por olvidarlas sin pensar en que las consecuencias de esas conductas nos amenazan gravemente. Según las crónicas de la época, se “…destruyó una gran parte de la ciudad, murieron 30,000 indígenas y las familias españolas la abandonaron, reduciendo el número de 20,000 a solamente 400 vecinos…” El Arzobispo de México decidió traer a la Catedral , en construcción suspendida por la inundación, la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe, que obviamente por agua, llegó a su provisional albergue en 1629 y en el estuvo hasta 1635 sin que se hiciera el milagro que se buscaba. Es evidente que, la causa de todos eses problemas no fue otra que la destrucción que realizó Hernán Cortes del Albarradón que Netzahualcoyotl construyó en 1450, obra si precedentes en el mundo entero que consistió en un muro de mas de cincuenta kilómetros de largo, empleado como represa para dividir las aguas del valle, saladas en el Lago de Texcoco, de la aguas dulces de los lagos de Chalco, Xochimmilco, Xaltocan y Zumpango, con lo que se consumó el milagro de lograr el equilibrio de las aguas de los lagos del valle, aislar las aguas salobres de lago de Texcoco y rodear de aguas dulces a la gran metrópoli, propiciando una surgiente agricultura y desarrollo de todo aquello que quedó fuera de su influencia . No solo eso , sino lo peor, el salvaje “conquistador” ordenó tapar las acequias que existían en la ciudad con el material de demolición de los templos que destruyó, sin otro propósito y efecto que increiblemente conservamos hasta nuestros días; tener mas y mas terrenos que vender , enriquecer mas y mas a los pésimos funcionarios públicos que hemos padecido toda la vida vendiendo “permisos” de fraccionamientos donde ya no hay agua, donde los drenajes ya no funcionan, vendiendo “permisos “ para sustituir cualquier centímetro cuadrado de tierra ajardinada, para construir “condominios” en los que podamos hacinar mas y mas contribuyentes, que el vender en porciones pequeñas el suelo nos proporciona mas y mas contribuyentes y mas y mas dinero del que echar mano. No importa que eso sea un suicidio ecológico del que ya palpamos las consecuencias,. . “El Borrego de Oro en su mas alto esplendor”. Pero la indignación nos hace divagar. Estábamos reseñando la historia de esta sufrida Ciudad y cómo, las inundaciones han continuado ininterrumpidamente . . Hoy, a pesar de todos los pesares, todavía pueden verse varios tramos del Albarradón, con capillas construidas durante la conquista sobre él. Pero nunca, jamás se nos ocurrió reconstruirlo y, un munícipe actual de Ecatepec, miembro sublime del P.A.N., ordenó destruir los tramos restantes por ser construcciones viejas e inútiles y ¿ El Instituto Nacional de Antropología e Historia? ¿Muy bien, gracias! Nos negamos a reparar en ello y seguimos sufriendo las consecuencias de nuestra desidia. Y no solo eso. Al expulsar las aguas del Valle, impedimos que el subsuelo repusiera los mantos freáticos que soportaban el peso de la gran ciudad, y se ha hundido en forma verdaderamente alarmante y fatal, hundimiento agravado en el siglo pasado que después comentaremos. La venta de terrenos, nos ha llevado a un extremo increíble. Desecamos el Lago de Texcoco, para vender los terrenos resultantes de la desecación del gran lago. y allá por los años del sexenio delirante (1934-1940) se les adjudicaron a generales y políticos que los vendieron alegremente. Hoy se asientan en ellos múltiples “colonias Proletarias” misérrimas y perennemente inundadas. . Hace muy poco se pretendió construir, en los pocos que quedan libres un aeropuerto. Se les quitaron por la fuerza a los parias asentados en ellos, y ante la oposición de un grupo de campesinos del Poblado de San Mateo Atenco, se suspendió el atentado, aunque muchos de esos campesinos, se encuentran aun en la cárcel por el único delito de “haber protestado”, pero continuaremos con esta crónica de “un desastre anunciado”.

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