6/02/2007
Los Impuestos I
Joaquín Ortega Arenas.
No tiene remedio. México es un País sin pasado histórico, o al menos, con un pasado siempre olvidado.
Estamos viviendo una nueva época dorada de los impuestos. El Estado cobra por todo y por nada y sobre esa nada, 15% de Impuesto al Valor Agregado. Olvidamos, o no queremos recordar la crueles experiencias que el cobro exagerado de impuestos han traído para muchos Países y a nosotros mismos: a Inglaterra le costaron la pérdida de sus trece colonias norteamericanas y a nuestro País, la pérdida de mas de la mitad de nuestro territorio, ya que no debemos olvidar que la revolución de los tejanos de gestó por el cobro inmoderado que de impuestos hacía Santa Anna, y el inmoderado uso también del “papel sellado”, banderas que tomaron para su guerra Sam Houston, Stephen C. Austin y nuestro querido yucateco exgobernador del Estado de México y del Estado de Coahuila, Lorenzo de Zavala, al que ninguna justicia le han hecho en Texas.
Corría el año de 1853, y la inestabilidad del Gobierno y los constantes alzamientos de militares dio lugar a la renuncia del Presidente Mariano Arista, al nombramiento para sucederlo, del Presidente de la Suprema Corte Juan Bautista Ceballos que después de un mes en el cargo, lo entregó al general Manuel María Lomardini, quién a su vez, a Antonio de Padua María Severino López de Santa Ana y Pérez de Leblón, que ocupó por Undécima vez la Presidencia de la República Mexicana , cuando el País, despojado de mas de la mitad de su territorio se debatía en una horrible miseria ocasionada sobre todas las cosas por la corrupción que caracterizó, y desgraciadamente sigue caracterizando a nuestros gobiernos postcoloniales.
Electo por las legislaturas de los estados, fue llamado de Jamaica, en donde se encontraba exiliado y llegó a Veracruz en el Paquebote inglés AVON el día 1 de abril de ese año, tomó posesión el 20 del mismo, y empezó una larga lista de decretos y órdenes, invariablemente encabezados con la fórmula “...Antonio López de Santa Ana, Benemérito de la Patria , General de División, Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la República , a sus habitantes sabed...” y el 9 de mayo , decretó la centralización del Poder Público; el 14, centralizó las rentas de la Nación ; el 20, creó un ejército de noventa mil hombres; el 20 restableció las “ ...alcabalas, sin perjuicio de la continuación de todas las contribuciones existentes...”
El dinero no alcanzaba, y el 3 de octubre de 1853, estableció impuestos de 2 reales mensuales a cada coche; un real mensual a las pulquerías de una sola puerta, y tres por cada puerta mas ; 2 reales mensuales por cada canal; medio real diario por cada puesto fijo o ambulante; cinco reales mensuales por cada coche o carruaje; de tres a quince pesos por cada carro de alquiler según su tamaño; por cada caballo según su clase, de uno a dos pesos mensuales, y un peso mensual por cada perro...
En 9 de enero de 1854, se decretó que deberían causar impuesto las ventanas, las puertas y las luces exteriores de las casas, “...cuatro reales a los zaguanes, cocheras, puertas de tienda, ..y tres reales a los balcones y ventanas...” y la cuota era mensual .
Como ha venido sucediendo hasta nuestros días, la crisis se retrasó con siete millones de dólares que a cuenta de diez, recibió el Gobierno por la venta de una porción del territorio nacional, “ La Mesilla ”.
Los impuestos exagerados y caprichosos, determinaron que el 1 de marzo de 1854, se iniciara la llamada Revolución de Ayutla encabezada por el anciano caudillo Juan Alvarez, que pronto fue secundada por numerosos caudillos mas en todo el ámbito de la Nación.
Somos por definición un pueblo acostumbrado a obedecer y callar, y los depauperados ciudadanos empezaron a pagar los impuestos señalados por el dictador hasta que, no por falta de voluntad, sino por falta de dinero dejaron de cubrir las injustas cantidades señaladas por la autoridad. Los gastos que originaba la revolución de Ayutla, la pompa y el dispendio de Su “Alteza Serenísima” pronto dejaron vacías las arcas nacionales, no había dinero ni para pagar a los cobradores de impuestos, hasta que llegó el día, un 9 de agosto de 1855, en que Antonio de Padua María Severino López de Santa Ana y Pérez de Leblón, Benemérito de la Patria , General de División, Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la República , hizo acopio de todo lo que pudo y huyó nuevamente a la América del Sur, concluyendo en forma abrupta su undécimo y último mandato presidencial.
De nada nos ha servido este triste ejemplo que originó un inútil derramamiento de sangre... Nuestros gobernantes siguen empeñados en sacar agua de las piedras, y hasta ahora lo han logrado. Lo dicho, somos un pobre pueblo acostumbrado a obedecer y callar,
Nuestra situación actual no es muy diferente. Nos hemos salvado hasta hoy del impuesto por los perros y las ventanas, pero pagamos impuestos por ganancias, por pérdidas, por consumo, por gasto, por trabajar fisicamente, por trabajar intelectualmente, y un 15% mas, “sobre el valor agregado”, arrancado al pueblo con burlas y gestos obscenos a cargo del Presidente del Congreso, Diputado Roque Villanueva , hoy senador, bendecido además por el gobierno del cambio y en vías de aumento para gravar alimentos básicos y medicinas.
¿Hay acaso diferencia entre los impuestos santanistas a los caballos, a los carruajes, a las sillas de montar , y “la tenencia y uso de vehículos” ? ¿Entre el impuesto predial determinado por las autoridades a capricho y sin tomar en cuenta la capacidad contributiva de los causantes que ha dado origen al abandono de grandes sectores de la vieja Ciudad, como es el caso de Coyoacán, en la que, habitada por intelectuales “pobretes” que han huido al alza de las contribuciones prediales ha dado oportunidad para la “venta” de “uso del suelo” para centenares de “Condominios” de lujo en callejones coloniales estrechos , que convierten la circulación vehicular, muy numerosa, en un permanente caos? ¿ Que diferencia podemos encontrar entre el impuesto decretado por el dictador a “las linternas y lámparas” y el alza constante de las tarifas eléctricas? La Mexican Light and Power Company, nos explotaba inicuamente con tarifas bajísimas, hasta que el Presidente López Mateos “nacionalizó” la Industria eléctrica. Desde entonces el servicio ha empeorado. Las tarifas se han elevado hasta las nubes. Se acabaron las inversiones en mantenimiento y ampliación de la industria, y hoy, es necesario privatizarla nuevamente. ¡Que edificante panorama!
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