2/14/2011

SIC TRANSIT GLORIA MUNDI.

Joaquín Ortega Arenas. Estamos en estos días del mes de febrero, a 98 años de una de las más negras páginas de nuestra historia, la “Decena Trágica”. Viene a mi memoria que durante ese lapso fueron asesinados villanamente el Presidente Francisco I. Madero y el Vicepresidente José María Pino Suárez . Francisco I. Madero, rico propietario del Estado de Coahuila, con una esmerada educación en México y en el extranjero, era además un idealista que ansiaba la terminación del largo período en que Porfirio Díaz había sido Presidente de la República y sus inquietudes, y en 1909 fundó el Partido Nacional Antirreeleccionista, que pronto encontró una gran cantidad de adeptos que lo postularon como candidato a la Presidencia en las elecciones de 1910. Durante su campaña fue detenido y encarcelado en San Luis Potosí, por los delitos de conato de rebelión y otros; permaneció detenido el día en que se efectuaron las elecciones. La historia nos relata que escapó de la prisión, cosa menos que imposible en tiempos de la dictadura, y lo más probable es que pasadas las elecciones se le haya puesto en libertad. Asilado en San Antonio, Texas, E.U.A. publicó el llamado Plan de San Luis en el que llamaba a una revolución armada en contra de Porfirio Díaz que debía estallar el 20 de noviembre de ese año: a fuer de ser sinceros, no estalló en esa fecha. Sin embargo en los primeros días del mes de mayo de 1911 el señor Madero, al frente de tres mil quinientos jinetes perfectamente armados y montados que mandaban el sudafricano Johanes Viljoen y Guissepe Garibaldi, hijo del héroe italiano, se presentó en Ciudad Juárez acompañado de los “generales” Pascual Orozco y Francisco Villa solicitando al Jefe de la Guarnición la rendición de la plaza. Tras breves combates, Porfirio Díaz renunció a la Presidencia de la República y partió al exilio. Madero volvió en el mes de febrero de 1911 a la Ciudad a México y tuvo una recepción apoteótica en la Estación de Buenavista, a la que ocurrieron más de 25 mil personas. Ese día ocurrió un violento terremoto que derribó gran cantidad de casas e iglesias. Se verificaron nuevas elecciones y triunfó Madero, que tomó posesión de la Presidencia el 6 de noviembre de 1911. Su gobierno se vio ensombrecido por las luchas internas surgidas entre los triunfadores de la Revolución y restos del Porfiriato hasta que la madrugada del día 9 de febrero de 1913, se levantaron en armas en contra del gobierno de Madero los generales Manuel Mondragón, Gregorio Ruiz, Cecilio Ocón y Fidencio Hernández contando con el apoyo del Primer Regimiento de Caballería , tres Regimientos de Artillería y la Gendarmería Montada . Procedieron a rescatar a los Generales Bernardo Reyes, preso en Tlatelolco y Félix Díaz, en la Penitenciaría; casi simultáneamente los alumnos de la Escuela de Aspirantes de Tlalpan tomaron sin resistencia el Palacio Nacional y la torres de Catedral desde las que llamaban al pueblo con las campanas a rebato. El Comandante de la Plaza, General Lauro Villar al frente de soldados leales de los Batallones 20º. Y 24º tomaron a su vez el Palacio Nacional y arrestaron a los Aspirantes. El General Bernardo Reyes pretendió tomar el Palacio Nacional y fue muerto en su intento. El Presidente se dirigió al Colegio Militar en donde arengó a los cadetes invitándolos a escoltarlo hasta el Palacio Nacional, partiendo hacia el mismo la columna encabezada por una Sección de Descubierta y en seguida , Madero montado en un caballo tordillo y el General, Angel García Peña, Ministro de la Guerra. Al llegar la columna a la esquina de Avenida Juárez y San Juan de Letrán, ocurrió un tiroteo en el que resultó muerto el Teniente Alumno de Estado Mayor, Gerardo Ríos Covarrubias. Los días siguientes fueron de constante tensión y combates entre los leales a Madero en el Palacio Nacional y los rebeldes en la Ciudadela que dejaron centenares de civiles muertos por el fuego cruzado. El día 13, la escasez de alimentos se agudiza; empieza la quema indiscriminada de cadáveres, situación que seguirá repitiéndose hasta el día 22. El día 14, una comisión de Diputados pide a Madero que renuncie y al día siguiente, 15, una Comisión de Senadores acude a pedírselo. El día 16, Madero decreta una tregua y amnistía que no es respetada y origina la muerte de centenares de personas que tras varios días sin provisiones se aventuraron a buscarlas. El día 17, Victoriano Huerta como nuevo Comandante de la Plaza nombrado por Madero a la muerte del General Lauro Villar durante la recuperación del Palacio Nacional, cambia guardia y designa al General Aureliano Blanquet como comandante: el día 18 una Comisión de senadores exige a Madero que renuncie y Huerta ordena a Blanquet que detenga al Presidente; el día 19 renuncian Madero y Pino Suárez; la renuncia es llevada de inmediato a la Cámara de Diputados y aceptada por 125 votos contra seis, con lo que la Presidencia recae en el Ministro de Relaciones Exteriores, Pedro Lascurain , que en 45 minutos designa Ministro de Gobernación a Victoriano Huerta y renuncia, con lo que éste es aceptado como nuevo Presidente por UNANIMIDAD de votos. Trasciende sin tapujo alguno que estas maniobras se realizan de acuerdo y por instrucciones del Embajador de los Estados Unidos de América; el día 21, a las 23.00 horas, Madero y Pino Suárez son sacados del Palacio Nacional y llevados en dos autos rentados por Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz, a la Penitenciaría, y en las afueras del edificio el Jefe de Rurales Francisco Cárdenas asesina a Madero . A Pino Suárez se le fusila por la espalda y el mismo Cárdenas se encarga de dar el tiro de gracia a ambos. La noticia corre como reguero de pólvora y miles de gentes salen a las calles a festejar el asesinato de Madero. Sí, las mismas que lo recibieron triunfalmente en el mes de febrero de 1911 en la Estación de Buenavista. Francisco Cárdenas niega ser el asesino y lo mandan a esconderse a Michoacán. Ebrio consuetudinario se dedica a pavonearse de sus “hazañas” y los autores intelectuales de los asesinatos lo mandan a esconderse en Guatemala…. Nadie más en procesado y castigado por sus acciones.” Sic Transit Gloria Mundi”.

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