9/14/2015

¡OH UNIVERSIDAD, ESPEJO DE MI PATRIA!


Joaquín Ortega Arenas.

Allá por el año de 1938, Juan, mi hermano mayor, me llevó a un mitin que, en contra del Rector se verificaba en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria.  Lo de siempre, desorden, cohetones, gritos, imprecaciones y porras de doble sentido … ¡atole, pozole y vinagre, el rector..¡ra, ra, ra!
 De repente, ocurrió un milagro increíble. Ingresó en el recinto, con un andar pausado y hasta solemne, un anciano cuyas canas y presencia fueron  suficientes para que el rebumbio terminara casi de golpe. El Doctor  Mariano Azuela González cuya biografía nos relata  
“…Mariano Azuela González nació Lagos de MorenoJalisco el 1 de enero de 1873 y falleció en la  Ciudad de México, el 1 de marzo de 1952. Estudió la carrera de medicina en Guadalajara, en donde inicio su ejercicio profesional y su desarrollo como escritor destacadísimo. Incursionó en el teatro, el cuento,  el ensayo crítico y la novela  y en su biografía, nos relatan
“…Su primera novela fue María Luisa (1907). Después publicaría Andrés Pérez, maderista (1911). Fue designado jefe político de Lagos de Moreno y posteriormente director de Educación en Jalisco. Tras la caída de Madero, Azuela se incorporó a las fuerzas revolucionarias de Julián Medina como médico militar. vencieron a Villa y Zapata, Mariano Azuela se exilió a El PasoTexas, fue entonces cuando escribió Los de abajonovela revolucionaria que le dio popularidad, publicada en fascículos en 1915 en el periódico El Paso del Norte y en forma de libro en 1916 cuando regresó a México; sin embargo, el éxito literario de esta obra fue hasta 1925, cuando fue publicada a modo de folletín en el periódico El Universal Ilustrado.2
Fue uno de los miembros fundadores del Seminario de Cultura Mexicana y de El Colegio Nacional.  En 1942, la Sociedad Arte y Letras de México le otorgó el Premio de Literatura. El 8 de abril de 1943, ingresó como miembro fundador a El Colegio Nacional. En 1949  recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura.
En medio de un silencio sepulcral, entró a la tribuna e inició su discurso con la frase que puse por nombre a esta colaboración, y la intención de todo su discurso, no fue otra que la de alabar a la juventud  universitaria por esa actitud rebelde que en contra de la injusticia, el abuso de poder y la corrupción que siempre había tenido.  Ni falta hace mencionar la ovación  que lo acompañó hasta la calle de San Ildefonso en donde tenía estacionado su vehículo  y el   nutridísimo coro de estudiantes que lo vitoreabamos.
Muchos años después, tuve la fortuna de ser invitado permanente de Don  Alfonso Reyes a los desayunos en que todos los jueves reunía a sus amigos en el “Sanborns” de Madero,  entre los que, no faltaba más, estaba Don Mariano Azuela González.
Aprovechando la ventaja que me daba el ser el único joven en  la tertulia, señalé a Don Mariano mi “sospecha” de que “Los de Abajo” era una novela autobiográfica en el que el desempeñó el papel del “Curro” . Soltó una sonora carcajada y me contestó que ¡si!, y el desayuno se prolongó hasta las dos de la tarde, por el maravilloso relato que de todas las circunstancias que lo llevaron a escribir esa maravillosa novela nos hizo.
Todos los contertulios, (entre los que se encontraban los Ministros de la Suprema Corte de Justicia  Franco Carreño y  Alberto Ramírez, el Oficial Mayor de la Secretaría de Gobernación , los  periodistas Juan Martínez Ruiz y  José Pagés Llergo,   el General Salinas Carranza y otros más que mi memoria no quiere traer a colación),  olvidaron sus obligaciones y como  yo, literalmente con la boca abierta, lo escuchamos. 
Al terminar la maravillosa e inesperada “conferencia”,  en la que relató los verdaderos nombres de los demás personajes de su excelente novela,  Demetrio Macías, la Pintada, el Mantecas etc., me pidió que pasara a su casa en las Calles de Sabino, porque me iba a dejar un “regalito”.
 Al día siguiente acudí a su casa en la que su hija Carmen,  excelente pianista me hizo entrega, previa plática de más de una hora, de doce libros de la autoría del Doctor, dedicados manualmente por el mismo, que son las más preciadas joyas de mi biblioteca.
Me pregunto,  ¿porque no ha habido en México, ni hay más “Marianos Azuela González? ¿Qué ha pasado en este sufrido País que  los cerebros privilegiados,  las voluntades férreas e incorruptas ya no existen o ya no se  manifiestan?
¿Cuánto tiempo más debemos esperar para que vuelvan personas como Don Mariano, el de Lagos, el escritor incorruptible,  veraz y sincero,  a aparecer en nuestra historia…?


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