Joaquín
Ortega Arenas
Es por demás, tratar de construir otro
aeropuerto en el Valle de México, no soluciona el grave problema de la
contaminación. No podemos modificar la geografía, y como señalamos en otra
colaboración, el Valle de México es, literalmente, una olla cerrada por las serranías en la región Lagos y Volcanes del Anáhuac de
la provincia fisiográfica del Eje Neovolcánico. El valle está rodeado por las sierras de
Monte Alto, Monte Bajo y Las Cruces, Pachuca, así como la Sierra Nevada (Popocatépetl e Iztaccíhuatl) y la serranía
de Chichinauhtzin. La cadena de montañas, impide la salida de los vientos saturados de desechos y gases que
generan, en primer lugar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, las
numerosas fábricas e industrias ubicadas
en el Valle, y el elevado número de vehículos
movidos por combustibles altamente contaminantes, que producen el anhídrido carbónico y la
contaminación ambiental que nos está matando.
No hay más solución que sacar de esa
“olla” al Aeropuerto, generador de más del 90% de los gases letales, pero ¿cómo? Trasladando la terminal aérea el Estado de
Hidalgo, (Tizayuca) a solo 51 kilómetros
de distancia de la Plaza de la Constitución, (Zócalo le llamamos), en donde
desde hace muchos años, técnicos norteamericanos construyeron un excelente Aeropuerto Militar hoy casi sin uso.
El transporte, en éstos tiempos, ya no es
problema. Los llamados “Trenes Bala” podrían cubrir la distancia en solo 15
minutos, y enlazarse con las líneas de nuestro “Metro”.
Desde luego, no es idea del que esto
escribe. En la Ciudad de Londres, Inglaterra, existe una estación de “Undergraund”, (así llaman al
transporte subterráneo) a la que
confluyen además todos los Ferrocarriles de la Isla. No recuerdo bien su nombre,
pero me parece que se llama “King’s
Cross” que recibe pasajeros de todo el País y al coincidir con el
transporte subterráneo, les facilita sus traslados para toda la Ciudad y, de paso, evita la proliferación del
tránsito vehicular superficial.
Las vías de superficie que existen para
llegar al Aeropuerto de la Ciudad de México, se encuentran congestionadas,
generando esos amontonamientos vehiculares y una contaminación constante durante
las veinticuatro horas del día, cosa que
podría evitase si los pasajeros transportados por la vía aérea, tuvieran acceso
en la terminal misma, a transporte que los lleve a cualquier parte de la
Ciudad.
Es obvia, la posibilidad de “copiar a
Inglaterra” y son también obvios los beneficios que a los pasajeros les
resultarían, pero son más obvios los que
evitarían casi, la contaminación ambiental que originan, además del aeropuerto,
los embotellamientos de automóviles que
van y regresan constantemente de la central aérea.
El nuevo aeropuerto que el gobierno
pretende y ya está empezando a construir,
estará ubicado dentro de la “
olla cerrada por las montañas que rodean el Valle” ; sobre un subsuelo que era lago, y
naturalmente la profundidad de las tierras húmedas es muy grande, lo que
requeriría una cimentación profunda que permitiera la construcción de las pistas,
sobre todo de aterrizaje, ya que un aparato que pesa cincuenta toneladas, o
más, toca tierra a una velocidad de más de cien kilómetros por hora, por lo que
el Impacto es brutal.
El costo de esa infraestructura de las
pistas, es posiblemente la que determina el deseo de construir, en contra de
toda lógica y fundamento, esa nueva terminal aérea. ¿Te imaginas, paciente
lector contratantes y contratados para la obra, cuanto han calculado tener como
ganancias?
Y
¡los habitantes del Valle de México…! ¡COMO DE COSTUMBRE, NO CUENTAN O, POR SER
MAS EXACTOS, NO CONTAMOS! ¡NEGOCIOS SON NEGOCIOS!
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