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Joaquín Ortega
Arenas,
Los Diarios de la Capital, aunciaron:
“…El jefe de Gobierno dela Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, afirmó que el
que una mujer contraiga matrimonio antes de ser mayor de edad es un factor para
que sea víctima de violencia.
Anunció que este martes enviará a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) una
iniciativa para eliminar la posibilidad de que una adolescente se
case antes de cumplir 18 años de edad. Lo
anterior, de acuerdo al mandatario capitalino, es para cumplir con una
recomendación de ONU-Mujeres, la cual señala que la edad mínima para casarse
debe ser de 18 años para contrarrestar la violencia, sobre todo contra la mujer…”
¡Mecáchis! Éste es el primer atentado
legislativo en contra de la naturaleza que con toda seguridad, se realiza en el mundo y se avizora un
fracaso. Sobre la “Adolescencia”, hay
mucho de investigación y publicaciones al alcance de todos los humanos. Hamel y Cols, en 1985,
escribieron:
“…Adolescencia.- La
adolescencia es una etapa de transición que no tiene límites temporales
fijos. Ahora bien, los cambios que ocurren en este momento son tan
significativos que resulta útil hablar de la adolescencia como un periodo diferenciado
del ciclo vital humano.
Este
periodo abarca desde cambios biológicos hasta cambios de conducta y status
social, dificultando de esta manera precisar sus límites de manera exacta.
La
adolescencia comienza con la pubertad, es decir, con una serie de cambios
fisiológicos que desembocan en plena maduración de los órganos sexuales, y la
capacidad para reproducirse y relacionarse sexualmente.
El intervalo temporal en que transcurre
comienza a los 11-12 años y se extiende hasta los 18-20. Sin embargo no
podemos equiparar a un niño de 13 con uno de 18 años; por ello hablaremos de
“adolescencia temprana” entre los 11-14 años (que coincide con la pubertad), y
luego de un segundo periodo de “juventud” o “adolescencia tardía” entre los
15-20 años; su prolongación hasta llegar a la adultez, dependerá de
factores sociales, culturales, ambientales, así como de la adaptación personal. (Marquez L., Phillippi A. 1995) ”
¿Cómo habrá planteado el
Señor Jefe de Gobierno ese problema especialmente humano y ajeno a toda clase
de controles?
Desde luego, esos problemas han preocupado al hombre desde
que decidió vivir en sociedad y los resolvió con tremenda firmeza. Se
inventaron variados “Cinturones de
castidad”, específicamente para evitar
que la mujer tuviera relaciones sexuales desde su adolescencia.
La eterna diferencia de
género. Para los varones se conservó la libertad sexual absoluta, no obstante
que desde tiempo inmemorial, existe la “castración”
de los animales, que nunca se usó en el hombre.
En
cumplimiento de las medidas legislativas planteadas por el C. Jefe de Gobierno
del Distrito Federal (CDMX),
esperemos que en la Asamblea de
Representantes exista algún Diputado que
tenga conocimiento sobre biología, ya
que las únicas profesiones en México que
no requieren preparación, cultura o
educación de ninguna especie, son las de
Senador o Diputado, local o federal ¡Y
con esa carencia, son los encargados de
elaborar las leyes que nos rigen…..¡por eso estamos como estamos!
Un cinturón
de castidad es una braga de hierro, cerrable con llave, que supuestamente se
obligaría a usar a algunas mujeres en la Edad
Media para evitar las infidelidades sexuales o en
casos extremos, padres de familia que hacían usarlos a sus hijos e hijas para
mantenerlos vírgenes hasta que se casaran.
Se usaba cuando los maridos se iban a guerra, viajes de
negocios, o simplemente cuando se ausentaban por un largo tiempo. Les ponían a
sus mujeres el cinturón y existían 2 llaves: una la tenía el marido y otra un
sacerdote. Si el marido no volvía dentro del plazo de cuatro años, el sacerdote
le quitaba el cinturón a la mujer.
El objeto ganó popularidad en Inglaterra en el siglo
XIX gracias a un libro cuyo contenido lo describía como
"una de las cosas más extraordinarias que los celos masculinos hayan realizado". El libro describe cómo
era usado el objeto para asegurar la fidelidad de las damas que se quedaban
solas en casa mientras sus maridos iban a luchar en las Cruzadas.
Esta es la opinión más habitual, aunque equivocada. El
cinturón de castidad no puede usarse más que durante unas horas, a lo más un
par de días. De otra forma, la mujer que lo llevase moriría víctima de
infecciones, abrasiones y laceraciones provocadas por el contacto con el metal
o, a largo plazo, si el cinturón entraba en contacto con agua, de tétanos
causado por la oxidación del cinturón sobre la piel. En realidad, el cinturón
de castidad era utilizado por las mujeres como defensa contra la violación, en épocas de acuartelamiento de soldados, durante
viajes y en estancias nocturnas en posadas. Su uso era más frecuente en
enfermeras y religiosas que atendían heridos en los frentes de batalla para
evitar las violaciones.
Solo
nos falta que se ordene, a petición de parte, la fabricación e instalación
libre de “Cinturones de Castidad”, que
indudablemente se convertirá en gran negocio para nuestras
autoridades administrativas, siempre pendientes de iniciarlos.
¡WAW!
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