8/10/2006
Los Impuestos
Joaquín Ortega Arenas.
No tiene remedio. México es un País sin memoria, o al menos, con un pasado siempre olvidado.
Estamos viviendo una nueva época dorada de los impuestos. El Estado cobra por todo y por nada y sobre esa nada, 15% de Impuesto al Valor Agregado. Olvidamos, o no queremos recordar la crueles experiencias que el cobro exagerado de impuestos ha traído para muchos Países y a nosotros mismos: a Inglaterra le costaron la pérdida de sus trece colonias norteamericanas y a nuestro País, la pérdida de mas de la mitad de nuestro territorio, ya que no debemos olvidar que la revolución de los tejanos se gestó por el cobro inmoderado que de impuestos hacía Santa Anna, y el inmoderado uso también del “papel sellado”, banderas que tomaron para su guerra Sam Houston, Stephen C. Austin y nuestro querido yucateco exgobernador del Estado de México y del Estado de Coahuila, Lorenzo de Zavala, al que ninguna justicia le han hecho en Texas.
Corría el año de 1853, y la inestabilidad del Gobierno y los constantes alzamientos de militares dieron lugar a la renuncia del Presidente Mariano Arista y al nombramiento para sucederlo, del Presidente de la Suprema Corte Juan Bautista Ceballos que después de un mes en el cargo, lo entregó al general Manuel María Lomardini, quién a su vez, lo entregó a Antonio de Padua María Severino López de Santa Ana y Pérez de Leblón, que ocupó por Undécima vez la Presidencia de la República Mexicana, cuando el País, despojado de mas de la mitad de su territorio se debatía en una horrible miseria ocasionada sobre todas las cosas por la corrupción que caracterizó, y desgraciadamente sigue caracterizando a nuestros gobiernos postcoloniales.
Electo por las legislaturas de los estados, fue llamado de Jamaica, en donde se encontraba exiliado y llegó a Veracruz en el Paquebote inglés AVON el día 1 de abril de ese año, tomó posesión el 20 del mismo, y empezó una larga lista de decretos y órdenes, invariablemente encabezados con la fórmula “...Antonio López de Santa Ana, Benemérito de la Patria, General de División, Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la República, a sus habitantes sabed...” y el 9 de mayo , decretó la centralización del Poder Público; el 14, centralizó las rentas de la Nación; el 20, creó un ejército de noventa mil hombres; el 20 restableció las “ ...alcabalas, sin perjuicio de la continuación de todas las contribuciones existentes...”
El dinero no alcanzaba, y el 3 de octubre de 1853, estableció impuestos de 2 reales mensuales a cada coche; un real mensual a las pulquerías de una sola puerta, y tres por cada puerta mas ; 2 reales mensuales por cada canal; medio real diario por cada puesto fijo o ambulante; cinco reales mensuales por cada coche o carruaje; de tres a quince pesos por cada carro de alquiler según su tamaño; por cada caballo según su clase, de uno a dos pesos mensuales, y un peso mensual por cada perro...
En 9 de enero de 1854, se decretó que deberían causar impuesto las ventanas, las puertas y las luces exteriores de las casas, “...cuatro reales a los zaguanes, cocheras, puertas de tienda, ..y tres reales a los balcones y ventanas...” y la cuota era mensual .
Como ha venido sucediendo hasta nuestros días, la crisis se retrasó con siete millones de dólares que a cuenta de diez, recibió el Gobierno por la venta de una porción del territorio nacional, “La Mesilla”.
Los impuestos exagerados y caprichosos, determinaron que el 1 de marzo de 1854, se iniciara la llamada Revolución de Ayutla encabezada por el anciano caudillo Juan Alvarez, que pronto fue secundada por numerosos caudillos más en todo el ámbito de la Nación.
Somos por definición un pueblo acostumbrado a obedecer y callar, y los depauperados ciudadanos empezaron a pagar los impuestos señalados por el dictador hasta que, no por falta de voluntad, sino por falta de dinero dejaron de cubrir las injustas cantidades señaladas por la autoridad. Los gastos que originaba la revolución de Ayutla, la pompa y el dispendio de Su “Alteza Serenísima” pronto dejaron vacías las arcas nacionales, no había dinero ni para pagar a los cobradores de impuestos, hasta que llegó el día, un 9 de agosto de 1855, en que Antonio de Padua María Severino López de Santa Ana y Pérez de Leblón, Benemérito de la Patria, General de División, Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la República, hizo acopio de todo lo que pudo y huyó nuevamente a la América del Sur, concluyendo en forma abrupta su undécimo y último mandato presidencial.
De nada nos ha servido este triste ejemplo que originó un inútil derramamiento de sangre... Nuestros gobernantes siguen empeñados en sacar agua de las piedras, y hasta ahora lo han logrado. Lo dicho, somos un pobre pueblo acostumbrado a obedecer y callar,
Nuestra situación actual no es muy diferente. Nos hemos salvado hasta hoy del impuesto por los perros y las ventanas, pero pagamos impuestos por ganancias, por pérdidas, por consumo, por gasto, por trabajar físicamente, por trabajar intelectualmente, y un 15% mas, “sobre el valor agregado”, arrancado al pueblo con burlas y gestos obscenos a cargo del Presidente del Congreso, Diputado Roque Villanueva , hoy senador, bendecido además por el gobierno del cambio y en vías de aumento para gravar alimentos básicos y medicinas.
¿Hay acaso diferencia entre los impuestos santanistas a los caballos, a los carruajes, a las sillas de montar, y “la tenencia y uso de vehículos” ? ¿Entre el impuesto predial determinado por las autoridades a capricho y sin tomar en cuenta la capacidad contributiva de los causantes que ha dado origen al abandono de grandes sectores de la vieja Ciudad, como es el caso de Coyoacán, en la que, habitada por intelectuales “pobretes” que han huido al alza de las contribuciones prediales ha dado oportunidad para la “venta” de “uso del suelo” para centenares de “Condominios” de lujo en callejones coloniales estrechos, que convierten la circulación vehicular, muy numerosa, en un permanente caos? ¿Que diferencia podemos encontrar entre el impuesto decretado por el dictador a “las linternas y lámparas” y el alza constante de las tarifas eléctricas? La Mexican Light and Power Company, nos explotaba inicuamente con tarifas bajísimas, hasta que el Presidente López Mateos “nacionalizó” la Industria eléctrica. Desde entonces el servicio ha empeorado. Las tarifas se han elevado hasta las nubes. Se acabaron las inversiones en mantenimiento y ampliación de la industria, y hoy, es necesario privatizarla nuevamente. ¡Que edificante panorama!
Para garantizar la sumisión de los pocos mexicanos que protestaran, el Presidente Santa Ana creó por Decreto de 20 de mayo de 1853 un ejército de noventa mil hombres. Hoy tenemos para “salvaguardar las instituciones” un muy moderno ejercito de doscientos cincuenta mil hombres (aunque de cierto se sabe que anualmente desertan, entre soldados y marinos, cerca de cien mil efectivos, quienes seguramente llegaron al ejército y la armada más empujados por el hambre que por vocación, y hoy entrenados para matar con todo tipo de armamentos sin otro oficio ¿a què podrán dedicarse fuera de “las instituciones”?) lo que, sin embargo, no deja de costar a los contribuyentes un alto porcentaje del ingreso interno bruto.
Podemos contar con los préstamos que sean necesarios para aumentar a los miles de millones de dólares en los que esta empeñado todo el País. Una operación de miles de millones de pesos efectuada entre dos instituciones de crédito, una mexicana y una extranjera, no causó un solo centavo de impuestos, pero cada uno de los cuarenta y tres millones de mexicanos y mexicanas en estado de extrema pobreza, deberá pegar un impuesto por cada tortilla con chile y frijoles que se coma para paliar su sempiterna desnutrición. Aunque no todo anda mal, todavía podemos compartir nuestra misérrima dieta con uno o varios perros sin pagar impuestos por ellos.
Poco a poco, pero en forma inexorable, hemos entregado aquel recurso que Ramón Lòpez Velarde calificó de herencia del diablo, cuando en su inmortal “Suave Patria” señaló;
“,,,El niño Dios te escrituró un establo,
Y tus veneros de petróleo el diablo…”
Durante el gobierno delirante del general Cárdenas, lo expropiamos. Lo detentaban al unísono varias de las compañías petroleras que manejan, han manejado y seguirán manejando el petróleo del mundo entero. Las inefables “Siete Hermanas” . Un fondo no muy claro estuvo siempre presente en el patriótico acto. Se avecinaba ya fatalmente la Segunda Guerra Mundial, y Royal Dutch & Schell , empresa holandesa creada por Henry Deterding, era propietaria del ochenta por ciento del petrolero mexicano. Eso no podía ser permisible para el Gobierno Norteamericano y envió a México como embajador al señor Dwigt D. Morrow para que convenciera al Presidente Calles de la necesidad de que México “expropiara” los bienes con los que las compañías petroleras exploraban, explotaban y distribuían el petróleo mexicano. Falló en su intento. El Presidente Calles se negó a hacerlo. --- No podemos luchar en contra de las siete hermanas. Cualquiera de ellas es mucho mas fuerte que cualquier País petrolero del mundo, excepción hecha de los Estados Unidos. Si expropiamos corremos el riesgo de que con el tiempo nuestro petróleo sea controlado solo por los Estados Unidos--- fue su razonamiento.
Cambió el gobierno pero, cada día que pasaba era más cercano el estallamiento de la guerra y nuestro vecino del norte envió a México como embajador a Josephus Daniels, para que continuara con la negociación que iniciara Morrow. Tuvo pleno éxito como puedes amable lector constatarlo directamente si lees el libro “ Short sleaves diplomacy” escrito por el propio Daniels y publicado por la Universidad de Carolina del Norte. Entre medidas francamente teatrales y artificiales se “expropió” el petróleo y es una alta gloria de este País, pero, el tiempo vengador nos ha venido revelando la verdad. Hemos entregado a Estados Unidos públicamente a partir del gobierno de Miguel Alemán, la exploración, la explotación y ahora estamos a punto de entregar la distribución del petróleo. Una malhadada NORMA MEXICANA 005, inventada por el Secretario de Economía, hecha decreto por el Presidente de apellido en Inglés, establece condiciones a cargo de los distribuidores hasta hoy mexicanos, que pronto, muy pronto tendrán que dejar ese último reducto de nuestra ”grandeza” petrolera en manos de las inefables SIETE HERMANAS. Pronto, ya muy pronto, nuestras gasolineras serán EXXON, CHEVRON, TEXACO, SHELL, etc. El gobierno federal ha recibido hasta ahora de Petroleos Mexicanos el 40% del presupuesto de egresos ¿que perspectiva tenemos para cuando Petróleos Mexicanos deje de pagar impuestos y estos sean condonados a las empresas extranjeras por “interés nacional”.
Por lo que respecta a los impuestos, pagamos ya por todo y por nada. Nos falta pagar por las ventanas y por fortuna, la ignorancia de nuestros gobernantes nos protege del mal ejemplo que nos dejó el gobierno de Su Alteza Serenísima Don Antonio de Padua María Severino López de Santa Ana y Pérez de Leblón, Benemérito de la Patria, General de División, Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la República,
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