8/14/2006

MARIANO AZUELA GONZALEZ, HIJOS Y NIETO.

MARIANO AZUELA GONZALEZ, HIJOS Y NIETO. Maestro Franciso Arellano. Presente. Doy contestación por este medio al A Mail que se sirvió enviarme en el que me señala la posible injusticia que he cometido al mencionar conductas no muy apegadas a la ley efectuadas por el Sr. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, don Mariano Azuela Güitrón. Tiene usted toda la razón en aquello que me dice de don Mariano Azuela González. Con verdadero cariño y admiración recuerdo haberlo conocido allá por los años cuarentas, en los desayunos que los jueves invariablemente, convocaban a sus amigos en un café de la calle Madero, don Alfonso Reyes y don Alfonso de la Mora, exiliado español exgobernador republicano de Santander. Era yo el más joven, por no decir el único joven de los invitados, y mi admiración y respeto por el grupo de los contertulios que se reunían me tenía siempre atento de las palabras de todos y cada uno de ellos. Con especial deleite recuerdo a don Mariano Azuela González, de quién escuché años antes una frase que aún me estremece pronunciada en el Anfiteatro Bolívar en los años de treintas, con motivo de una reunión convocada en medio de uno de los constantes escándalos que los universitarios armaban, en la que escuetamente terminó un discurso señalando emocionado casi hasta las lágrimas, ¡ Oh Universidad, espejo de mi Patria!, y a don José Vasconcelos que, aunque poco acudían, en cada ocasión en que lo hacían, con su inteligencia y brillantez acaparaban la atención de todos los demás. Tuve la fortuna de que Don Mariano Azuela me regalara autografiado, la novela “Los de Abajo”, que me entregó en la sala de su casa por allá por la Colonia Santa María. Sin discusión, es uno de los mexicanos más brillantes del fin del Siglo XIX y la primera mitad de XX, Conocí y colaboré en la Escuela Nacional de Jurisprudencia con don Salvador Azuela Rivera, uno los hijos de don Mariano, excelente maestro de Derecho Constitucional y orador en torno al cual nos agrupamos la mayoría de los universitarios para llevarlo a la rectoría. Extraño, pero cierto, ya existían las imposiciones por la fuerza y para desgracia de la Universidad, perdimos. El verdadero nazi que “ganó”, cambió la Ley Orgánica y terminó con la democracia universitaria para convertir nuestra amada casa de estudios en la gran oficina gubernamental burocrática que es hoy. Fui alumno de Don Mariano Azuela Rivera y llegué a cultivar con él una buena amistad, riendo siembre por su ingenio y el de su inseparable amigo Francisco Liguori. Mis hijas fueron alumnas de doña Carmen Azuela Rivera que les enseñó a tocar el piano, instrumento que dominaba a la perfección. Sábado a sábado las llevaba a la misma casona en que Don Mariano me entregó el preciado regalo de “Los de Abajo”, y las recogía dos horas después, aprovechando una hora mas para platicar, largo y tendido con doña Carmen, mujer como todos los de la familia, de una gran cultura y simpatía. Conocí a Mariano Azuela Güitrón muy joven, Supe y agradecí su desempeño en el Tribunal Fiscal de la Federación y como Ministro de la Suprema Corte de Justicia, inteligente, trabajador y sobre todo, independiente, pero… un buen día lo designaron presidente de la Suprema Corte de Justicia y desde ese aciago día, en el Poder Judicial han sucedido cosas terribles, posiblemente “sugeridas” por el titular del poder ejecutivo, y no objetadas por el antiguo excelente jurista. Cosas que se antojan increíbles y que son del dominio público, como la protección irrestricta y descarada para los bancos e instituciones de crédito, organismos gubernamentales y descentralizados, entre los que recuerdo está, en la que un juez de distrito declaró, en contra de toda ley y principio de derecho y justicia, inejecutable una ejecutoria dictada por el Poder Judicial en juicio Civil, y orquestó que todos los tribunales encargados de conocer los recursos procedentes, los declararan, sin análisis alguno, obviamente por que no hay ni habrá justificación, “notoriamente improcedentes”. Los funcionarios involucrados en ese “affaire” (un juez de Distrito y Magistrados de una Tribunal Colegiado de Circuito) son acreedores de la cárcel, pero, nada pasará, porque el Consejo de la Judicatura Federal, `presidido por Don Mariano señaló que nada de malo hay en esas conductas. Absolvió la Suprema Corte a Luís Echeverría Álvarez del delito INTERNACIONAL DE GENOCIDIO, por que está prescrito. Absolvió la Suprema Corte a Oscar Espinosa Villarreal, no por que no haya cometido el delito que se le imputó y probó, sino por que dizque fue juzgado por FUERO incompetente. En relación con el FUERO, los Tribunales Federales conocen de los asuntos que le importan al ejecutivo, y ese es su fuero actual, aunque existan centenares de Tesis Jurisprudenciales legalmente “obligatorias” que señalan lo contrario, y jueces de distrito, magistrados unitarios y magistrados de circuito, no tienen empacho en violar esas tesis, hecho que de acuerdo con el Código Penal es constitutivo de delito que, con la protección “de arriba”, nunca será investigado y mucho menos castigado, y eso no es lo peor. Lo peor es que el mal ejemplo cunde y lo que era un tribunal impoluto, está literalmente convertido en una cloaca. Si le interesa, maestro Arellano, vuelva a escribirme y le enviaré toda la documentación con la que se acreditan las que parecen graves acusaciones infundadas, cosa que no hago públicamente porque cuatro de mis antepasados fueron ministros de la Suprema Corte, guardo para la institución un inmenso cariño y tengo la esperanza de que esa situación por la que atraviesa, sea pasajera. Joaquín Ortega Arenas

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