Joaquín Ortega Arenas.
El día
30 de marzo del año actual, publicamos un Blog que intitulamos, “Hasta
que apareció en peine”, en el que asentamos que la relación entre Poder Ejecutivo y Poder
Judicial Federal era de absoluta sumisión , el que atribuimos al trato que el
primero observa para con el segundo.
Don
Julio Astillero, publicó en el “La Jornada” del día 10 de mayo (¿será solo
coincidencia?) que:
“…El
pasado 27 de abril, conforme al oficio SEPLE./Adm./010/3439/2016, con folio
1594, el pleno del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de la Federación
aprobó, por unanimidad de siete votos, aumentarse y otorgarse nuevos rubros de
gastos, apoyos económicos y otros beneficios con cargo al presupuesto
público.
La
maniobra, que busca disimular que funcionarios del poder judicial federal
llegan a tener ingresos por encima del propio presidente de la República,
repartirá dinero a cuenta de gastos de alimentación, adquisición de
bibliografía jurídica, revisión médica y vales de gasolina para diversos
funcionarios superiores del Consejo de la Judicatura Federal y, en
consonancia con esas medidas, se modifican los “Lineamientos para la
comprobación, reembolso y pago de los apoyos económicos autorizados para
magistrados de circuito, jueces de distrito y visitadores judiciales ‘A’ del
Poder Judicial de la Federación”.
La medida
entró en vigor este mayo, y para ello se pidió a los órganos administrativos
correspondientes que se dote de recursos suficientes para cubrir los
apoyos económicos. La notificación fue hecha por Gonzalo Moctezuma Barragán,
secretario ejecutivo del pleno del Consejo de la Judicatura Federal. Los magistrados,
jueces y funcionarios superiores de ese ámbito tienen camionetas
blindadas, choferes y prestaciones sumamente onerosas para el erario...)
La
noticia que comentamos, nos habla de enriquecimiento, (palabra tal vez acuñada
a partir “ de…ENRIQUE “), y en el caso, se trata de un simple abuso mediante
el que “el
pleno del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de la Federación aprobó,
por unanimidad de siete votos, “…aumentarse y otorgarse nuevos rubros de
gastos, apoyos económicos y otros beneficios con cargo al
presupuesto público…”.
En
primer lugar, en México es imposible ganar más que el señor Presidente, que es
quien decide y reparte este inmenso pastel. Es indudable que pretende el tal
“Pleno “enriquecerse ilegalmente, y eso es imposible al menos “legalmente”,
dado que,
El
Diccionario Jurídico Mexicano, publicado por la Suprema Corte de Justicia, nos
señala
“…que venía regulado en el capítulo II, bajo el
título V, de la ahora derogada Ley de Responsabilidades, publicada en el Diario
Oficial del 4 de enero de 1980. No es el enriquecimiento inexplicable un
delito, ni una falta, ni siquiera es un ilícito. Es una simple investigación
que puede llevar al cabo, de oficio o previa denuncia, el Ministerio Público
federal o el Ministerio Público del Distrito Federal, si fuere el caso. La ley,
en efecto, insiste en subrayar este carácter de simples investigaciones. Y como
acabamos de indicar, este procedimiento fue derogado por las nuevas reformas al
título IV de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Diario
Oficial 28-XII-82), por la nueva Ley Federal de Responsabilidades de los
Servidores Públicos ( Diario Oficial 31-XII-82), y por la consecuente reforma
del Código Penal del Distrito Federal, en donde este procedimiento de
investigación se cambia y se transforma por un tipo penal expreso: el
enriquecimiento ilícito.”
Este grupillo
de posibles delincuentes,
“..repartirá
dinero a cuenta de gastos de alimentación, adquisición de bibliografía
jurídica, revisión médica y vales de gasolina para diversos funcionarios
superiores del Consejo de la Judicatura Federal y, en consonancia con esas
medidas, se modifican los “Lineamientos para la comprobación, reembolso y pago
de los apoyos económicos autorizados para magistrados de circuito, jueces de
distrito y visitadores judiciales ‘A’ del Poder Judicial de la Federación”.”
Y como cosa ilustrativa, la
nota nos da a conocer que,
“…Los magistrados, jueces y funcionarios superiores de ese ámbito tienen camionetas
blindadas, choferes y prestaciones sumamente onerosas para el erario)”.
¿Cómo
tendrán la conciencia… para necesitar automóviles blindados, etc.?
¡Lo que va
de ayer a hoy! Solo como un dato curioso, voy a relatar episodios de la vida de
mi padre, Joaquín Ortega Guzmán.
Nació en el Pueblo de Tenango del Valle, Estado de México. Hizo
sus estudios en el Instituto Científico
y Literario del Estado de México, y obtenido el Título de Abogado en el año de
1904, en
Examen realizado, (casos muy especiales) ante el Pleno del Tribunal
Superior de Justicia, Se inició en la
Carrera Judicial como “”actuario”, y fue
fue escalando puestos hasta ser designado
Juez de Distrito del Estado de Michoacán, Quinto de Distrito en el
Distrito Federal, puesto que desempeñaba cuando ocurrió el Golpe de Estado de
Victoriano Huerta, la disolución del Congreso y
detención de los Diputados y confinación en la cárcel de Belén.
Algún Diputado que no había sido detenido, le solicito un amparo
para todos los detenidos y el Juez Ortega concedió la suspensión de plano, por
tratarse de un ataque a la inmunidad parlamentaria. En compañía de su Secretario Emilio Portes
Gil, acudió a la cárcel y los fue rescatando uno a uno, iniciando con Pascual
Ortiz Rubio, con quien había trabado amistad en Michoacán porque era el
Gobernador del Estado. Fue Juez de
Distrito en Puebla los años de 1917 a 1920.
Abandonó la carrera judicial y abrió un despacho en el que le iba
bien.
En el año de 1928, Emilio Portes Gil llegó a Presidente de la
República y lo designo Ministro de la Suprema Corte, cargo que asumió por la
insistencia de su antiguo Secretario.
Siendo Ministro de la Suprema Corte, le ofrecieron en venta la
casa que se había incautado a Huerta en la colonia San Rafael, que era una casa
común, gemela de la que la antecedía en a misma calle. la que adquirió en 1933,
hipotecada por quince años.
Falleció mi Padre el 6 de enero de 1943, y como ninguno de sus
seis hijos tenía aun capacidad económica, ¡PERDIMOS LA CASA!
¡INCREÍBLE, PERO CIERTO!
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