5/11/2016

¡PERDON! NO ES UN PEINE PERDIDO, ES TODA UNA PELUQUERÍA.


Joaquín Ortega Arenas.


El día 30 de marzo del año actual, publicamos un Blog que intitulamos,  “Hasta que apareció en peine”, en el que asentamos que  la relación entre Poder Ejecutivo y Poder Judicial Federal era de absoluta sumisión , el que atribuimos al trato que el primero observa para con el segundo.

Don Julio Astillero, publicó en el “La Jornada” del día 10 de mayo (¿será solo coincidencia?) que:

“…El pasado 27 de abril, conforme al oficio SEPLE./Adm./010/3439/2016, con folio 1594, el pleno del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de la Federación aprobó, por unanimidad de siete votos, aumentarse y otorgarse nuevos rubros de gastos, apoyos económicos y otros beneficios con cargo al presupuesto público.
La maniobra, que busca disimular que funcionarios del poder judicial federal llegan a tener ingresos por encima del propio presidente de la República, repartirá dinero a cuenta de gastos de alimentación, adquisición de bibliografía jurídica, revisión médica y vales de gasolina para diversos funcionarios superiores del Consejo de la Judicatura Federal y, en consonancia con esas medidas, se modifican los “Lineamientos para la comprobación, reembolso y pago de los apoyos económicos autorizados para magistrados de circuito, jueces de distrito y visitadores judiciales ‘A’ del Poder Judicial de la Federación”.
La medida entró en vigor este mayo, y para ello se pidió a los órganos administrativos correspondientes que se dote de recursos suficientes para cubrir los apoyos económicos. La notificación fue hecha por Gonzalo Moctezuma Barragán, secretario ejecutivo del pleno del Consejo de la Judicatura Federal. Los magistrados, jueces y funcionarios superiores de ese ámbito tienen camionetas blindadas, choferes y prestaciones sumamente onerosas para el erario...)
La noticia que comentamos, nos habla de enriquecimiento, (palabra tal vez acuñada a partir  “ de…ENRIQUE “),  y en el caso, se trata de un simple abuso mediante el que “el pleno del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de la Federación aprobó, por unanimidad de siete votos, “…aumentarse y otorgarse nuevos rubros de gastos, apoyos económicos y otros beneficios con cargo al presupuesto público…”.
En primer lugar, en México es imposible ganar más que el señor Presidente, que es quien decide y reparte este inmenso pastel. Es indudable que pretende el tal “Pleno “enriquecerse ilegalmente, y eso es imposible al menos “legalmente”, dado que,
 El Diccionario Jurídico Mexicano, publicado por la Suprema Corte de Justicia, nos señala
“…que venía regulado en el capítulo II, bajo el título V, de la ahora derogada Ley de Responsabilidades, publicada en el Diario Oficial del 4 de enero de 1980. No es el enriquecimiento inexplicable un delito, ni una falta, ni siquiera es un ilícito. Es una simple investigación que puede llevar al cabo, de oficio o previa denuncia, el Ministerio Público federal o el Ministerio Público del Distrito Federal, si fuere el caso. La ley, en efecto, insiste en subrayar este carácter de simples investigaciones. Y como acabamos de indicar, este procedimiento fue derogado por las nuevas reformas al título IV de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Diario Oficial 28-XII-82), por la nueva Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos ( Diario Oficial 31-XII-82), y por la consecuente reforma del Código Penal del Distrito Federal, en donde este procedimiento de investigación se cambia y se transforma por un tipo penal expreso: el enriquecimiento ilícito.”
Este grupillo de posibles delincuentes,
“..repartirá dinero a cuenta de gastos de alimentación, adquisición de bibliografía jurídica, revisión médica y vales de gasolina para diversos funcionarios superiores del Consejo de la Judicatura Federal y, en consonancia con esas medidas, se modifican los “Lineamientos para la comprobación, reembolso y pago de los apoyos económicos autorizados para magistrados de circuito, jueces de distrito y visitadores judiciales ‘A’ del Poder Judicial de la Federación”.”
Y como cosa ilustrativa, la nota nos da a conocer que, 
“…Los magistrados, jueces y funcionarios superiores de ese ámbito tienen camionetas blindadas, choferes y prestaciones sumamente onerosas para el erario)”.

¿Cómo tendrán la conciencia… para necesitar automóviles blindados, etc.?

¡Lo que va de ayer a hoy! Solo como un dato curioso, voy a relatar episodios de la vida de mi padre, Joaquín Ortega Guzmán.
Nació en el Pueblo de Tenango del Valle, Estado de México. Hizo sus estudios en el  Instituto Científico y Literario del Estado de México, y obtenido el Título de Abogado en el año de 1904,  en  Examen realizado, (casos muy especiales) ante el Pleno del Tribunal Superior de Justicia,  Se inició en la Carrera Judicial  como “”actuario”, y fue fue escalando puestos hasta ser designado  Juez de Distrito del Estado de Michoacán, Quinto de Distrito en el Distrito Federal, puesto que desempeñaba cuando ocurrió el Golpe de Estado de Victoriano Huerta, la disolución del Congreso y  detención de los Diputados y confinación en la cárcel de Belén.
Algún Diputado que no había sido detenido, le solicito un amparo para todos los detenidos y el Juez Ortega concedió la suspensión de plano, por tratarse de un ataque a la inmunidad parlamentaria.  En compañía de su Secretario Emilio Portes Gil, acudió a la cárcel y los fue rescatando uno a uno, iniciando con Pascual Ortiz Rubio, con quien había trabado amistad en Michoacán porque era el Gobernador del Estado.  Fue Juez de Distrito en Puebla los años de 1917 a 1920.
Abandonó la carrera judicial y abrió un despacho en el que le iba bien.
En el año de 1928, Emilio Portes Gil llegó a Presidente de la República y lo designo Ministro de la Suprema Corte, cargo que asumió por la insistencia de su antiguo Secretario.

Siendo Ministro de la Suprema Corte, le ofrecieron en venta la casa que se había incautado a Huerta en la colonia San Rafael, que era una casa común, gemela de la que la antecedía en a misma calle. la que adquirió en 1933, hipotecada por quince años.

Falleció mi Padre el 6 de enero de 1943, y como ninguno de sus seis hijos tenía aun capacidad económica, ¡PERDIMOS LA CASA!


¡INCREÍBLE, PERO CIERTO!

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